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Paso 5
El coro de la creación

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Tu cuerpo es un instrumento musical. Cuando está afinado suena en armonía con tu interior y con el entorno. Cuando no es así, en ti surge una sensación de discordancia con la gran canción de la vida.

El aire en el interior de ese instrumento es el soplo de tu alma. Siempre que corre libre, la flauta canta, mientras que cuando se estanca o la atraviesa a trompicones gime, distorsiona, llora.

No es por casualidad que los chakras principales —la luminosa bisagra entre lo sutil y lo denso1— sean siete, como siete son las notas de la escala musical. Al ser sentidos y escuchados se nota el efecto de su canto conjunto en todo el cuerpo y en toda la mente. Si alguno de ellos es ignorado, aun siendo bellísimo, el coro es incompleto. Cuando uno u otro se eleva exageradamente sobre los demás, la guitarra sigue sonando con dulzura aunque algo descompensada.

Tampoco es casualidad que el universo al girar también suene2. La creación es una inmensa orquesta. Cada elemento en su seno es un instrumento. Cuando un cuerpo es tañido por un alma y está alineado con la mente universal, canta en armonía con la creación. Cuando esa alineación no se da, disuena. Sin embargo, tal discordancia no afecta a la infinita sinfonía, porque su sonido es mucho mayor.

Se trata por lo tanto de poner el instrumento de uno en sintonía con la gran música de la creación. ¿Cómo hacerlo? Ocupándote de afinarlo, nada más. En cuanto sea así, se acoplará naturalmente al resto del coro.

Hay muchas maneras de afinarse. Hoy vamos a practicar una.

Cierra los ojos. Toma dos o tres respiraciones profundas. Se suele decir que lo correcto es inspirar por la nariz y espirar por la boca, pero en este caso da igual. Hazlo como te sientas más cómoda. Con la siguiente inspiración: siéntete un instrumento musical, el que más te guste. Puede ser de cuerda, viento o percusión. Utiliza la próxima exhalación para que el aire lo recorra. Déjalo pasar por todos sus rincones limpiándote, abriéndote, purificándote. Realiza esta operación varias veces, tantas como sean necesarias para que el instrumento quede perfectamente ajustado y resuene ampliamente. Lo sabrás cuando lo sientas. Solamente siente.

Luego escucha tu sonido interior. Al principio no lo escucharás con los oídos, aunque lo distinguirás perfectamente. Eso basta, pero, si quieres, también puedes utilizar tu voz para producirlo a través de un suspiro o un cántico. Quédate así todo el tiempo que quieras.

Finalmente nota como ese sonido (quizá ya sea una melodía) se funde naturalmente con el ritmo de la creación. Descubre como se unen, se entrelazan y forman un solo acorde.

Si quieres muévete, incluso canta o baila. O quédate quieto.

Cuando lo desees, abre los ojos y vive el día con la consciencia de ser una voz esencial en la música de las esferas.

1 “Vapor, agua, hielo”. Paso 11

2 “La música de las esferas”. Paso 29

50 pasos hacia la Paz

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