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Ataque al aparato conceptual, falso self y cambio catastrófico2

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Delia, paciente, soltera, enfermera, de 25 años, consultó por inestabilidad emocional con crisis de ansiedad y depresión, lo cual dificultaba su trabajo en un asilo de ancianos. Era la menor, tenía un hermano 5 años mayor; provenía de una familia muy religiosa ya que su padre era un predicador. Se quejaba de su madre quien, según ella, era extremadamente exigente y la castigaba con frecuencia, siendo obvio para Delia que su madre prefería a su hermano mayor más que a ella. Había un sentimiento ambivalente de amor y odio hacia sus padres, ante todo hacia su madre, a quien Delia acusaba de ser muy agresiva y exigente con ella, mientras imputaba al padre por ser muy pasivo. Eran sentimientos que, en virtud del ataque infantil a su aparato de conceptualización, en forma reiterativa Delia proyectaba en la transferencia, sintiendo que la interpretación tenía por propósito controlarla tal y como lo hacía su madre cuando ella era niña, lo que estimulaba su rabia infantil reprimida, y como consecuencia hacía actuaciones, tales como recortar la sesión, o no asistir. En virtud del control religioso que estructuraba la familia, Delia tenía prohibido, según ella, establecer relaciones sexuales sin haberse casado, algo que fue cambiando con el análisis en la medida que fue logrando una representación interna de su identidad, de su mismidad, de saberse una mujer independiente que tenía el derecho de decidir cómo vivir su propia vida. Era un logro que requería de la capacidad de su yo, de contener la inmensa rabia (self-negativista) que ocultaba detrás de su “self complaciente”3, que fue surgiendo a medida que fue logrando contener el temor sin nombre que le generaba hacer consciente la intensidad de su violencia, la cual se estaba haciendo manifiesta en la transferencia, cuando mediante identificaciones proyectivas me iba transformando en la madre exigente, injusta y controladora de su infancia. Logra conseguir un trabajo en una institución privada similar al hospital donde trabaja aunque en otra ciudad diferente de donde viven sus padres. Por primera vez alcanza a tener un novio, con quien se muda a vivir, a pesar de la recriminación de sus padres; una decisión que también mostraba una mayor determinación y arrojo de su parte. Sorpresivamente, me llama y dice que ha decidido terminar el tratamiento; le digo que por qué no viene a la sesión y así conversamos sobre su decisión, la cual me parece muy violenta; lo rehúsa. La situación constituye lo que Bion describió como un “cambio catastrófico”, producto del cambio en ella de un falso self complaciente a otro falso self negativista, que le permite actuar la rabia que guarda desde su infancia.

En la contratransferencia siento el peligro de la intensidad de su violencia, que parece no permitirle razonar sobre el peligro de que ella actúe en forma similar con alguien emocionalmente cercano, como su novio, o su marido e hijos en el futuro. Concibo que no es capaz de razonar adecuadamente, que la niña en ella ha destruido su capacidad de pensar con lógica –su función alfa–, que actúa sin razonar y en forma violenta, como actuando una especie de “esperanza de la venganza”, en contra de su madre mediante el uso de identificaciones proyectivas.

1 El “objeto bizarro” estaría constituido por partículas desprendidas de la mente que se enquistan en un objeto externo, el cual contiene a esta partícula o es contenido por ella, en el sentido de continente-contenido. En su estructura existen además restos del yo y del superyó, algo que le diferencia de los elementos beta. El objeto externo, entonces, adquiere características de la partícula proyectada; por ejemplo, si el objeto es un gramófono en el que se han proyectado aspectos visuales, el psicótico sentirá que cuando el gramófono funciona, también lo está mirando Al mismo tiempo, el objeto escogido puede controlar la función que lo contiene, y como estas partículas de la personalidad pueden ser sentidas como prototipo de ideas –y luego palabras–, las ideas y los objetos externos se homologan a tal punto que la capacidad para simbolizar se hace imposible; se vuelve, como ha dicho Segal (1957), una “ecuación simbólica”. El paciente se mueve en un mundo constituido por objetos bizarros, los cuales representan el mobiliario de los sueños. (López-Corvo, 2018, p. 68).

2 “Cambio catastrófico” es un concepto que guarda similitudes con la llamada “Teoría de la catástrofe” introducida por René Thom, un matemático francés, que se refiere a los cambios abruptos en cualquier proceso, con aplicación a las matemáticas, la topología, la sociología y hasta para explicar las razones de las violentas caídas o subidas de la bolsa de valores. Bion lo relaciona con una “subversión del sistema” cuando se produce un cambio que no logra ser contenido, de acuerdo con la relación “continente-contenido”. (López-Corvo, 2018, p.70)

3 He considerado anteriormente (López-Corvo, 2006) el concepto de Winnicott sobre “el falso-self”, el cual pienso está constituido por dos sub-self, el “complaciente”, como una especie de “personalidad como-si” y como defensa a otro falso self opuesto, que he llamado “falso self-negativista”, contrario al anterior, que contiene toda la rabia reprimida infantil como producto del trauma pre-conceptual.

La traumática desolación de los niños

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