Читать книгу La traumática desolación de los niños - Rafael E. López-Corvo - Страница 7
Introducción
ОглавлениеEn la introducción de su trabajo acerca de “Una teoría del pensamiento” (1967), Bion explicó que su contribución era:
creada con la intención de establecer que la práctica del psicoanálisis debería reafirmar la hipótesis que, está compuesto de datos empíricamente verificables (p. 110).
La intención implícita en este primer capítulo tiene una inquietud similar, porque el principal argumento que introduzco expresa: casi todas las formas posibles de patologías existentes, con las cuales hemos de lidiar en la consulta, son siempre una consecuencia inmediata de un trauma de la infancia; ello podría ser empíricamente reafirmado por una data verificable. Es una hipótesis a la cual ya Freud se había referido ligeramente en 1939, en Moisés y el monoteísmo, pocos meses antes de ser eutanizado por su médico, cuando expresó lo siguiente:
Damos el nombre de trauma a esas impresiones tempranas y más tarde olvidadas, a las que damos gran importancia en la etiología de las neurosis. Debemos dejar a un lado la pregunta de si la etiología de las neurosis en general, debe ser considerada como traumática. [Freud, 1939, p. 72]
Fue una lástima que Freud no hubiese podido entonces contestar esta pregunta y hubiese “dejado a un lado” tal presunción.
He definido el trauma como “la condición mental que resulta, cuando un hecho temporal se hace permanente, mediante la compulsión de repetición”. También he considerado la existencia de dos formas de traumas: pre-conceptual y conceptual; los pre-conceptuales son ubicuos y representan aquellos traumas que acontecen en las etapas tempranas de la vida de cada ser humano, cuando no hay una mente capaz de contenerlos y proveerles un significado y cuando el reverie materno falla en su capacidad intuitiva. Podemos ahora repetir lo dicho por Freud (1905) sobre el complejo de Edipo, pero con un ligero giro, “cada individuo al llegar a este mundo, ha de lidiar con la tarea de contener su complejo de Edipo”; a lo cual agregaría: “el cual será siempre modificado por su trauma pre-conceptual particular”.
En anteriores publicaciones he descrito a los traumas pre-conceptuales en la siguiente forma:
Están estructurados diacrónicamente, como una narrativa de presencias ausentes relacionadas, que representan “parásitos” altamente tóxicos y organizados emocionalmente, que habitan en el inconsciente; desde muy temprano, se alimentan de tiempo y espacio, inhiben los procesos de simbolización, se proyectan en todas direcciones y se reproducen incesantemente, determinando, no sólo toda forma de patología sino también la idiosincrasia de cada individuo. (López-Corvo, 2014, p. xxi)
El trauma pre-conceptual representa “conjunciones constantes”1 o hechos que, ocurriendo por casualidad, se repiten por compulsión y siempre determinarán la idiosincrasia particular en todos los individuos. Los traumas conceptuales son accidentales, tienen lugar en un tiempo donde ya existe una mente capaz de contenerlos pero, por alguna razón, falla en hacerlo. Debido a la intensidad del evento, pero también y muy importante, porque el trauma conceptual siempre, inconscientemente, elicita los traumas pre-conceptuales; este es un concepto al cual previamente me he referido como el “entramado del trauma”. (López-Corvo, 2013, 2014)
Los traumas pre-conceptuales dividen la mente en dos estados: el traumatizado y el no-traumatizado. El primero representa la repetición inconsciente compulsiva del trauma pre-conceptual, estructurado por emociones reprimidas, a las que Bion se ha referido como elementos beta. El estado no-traumatizado se caracteriza por el desarrollo natural de la mente desde el nacimiento hasta la adultez y está regido –de acuerdo a Bion– por la función alpha, la cual puede ser definida como la capacidad, en cada ser humano, de pensar pensamientos; en otras palabras, estar capacitado para “digerir mentalmente” los traumas pre-conceptuales y contener las experiencias dolorosas, mediante la transformación de emociones primitivas, en pensamientos lógicos, creativos o elementos alpha.