Читать книгу Luces de Bohemia - Ramón María del Valle-Inclán - Страница 11
ОглавлениеNos queda su prolífica obra, que se distribuye entre los cuatro géneros tradicionales: lírica, narrativa, ensayo y teatro. Ahora bien, dada tal amplitud y la índole de esta introducción, seleccionaremos los textos más representativos y los repasaremos someramente. En poesía, La pipa de kif, de 1919, es un conjunto de poemas de estilo y temática muy próximos al esperpento (como en los duros poemas La coima y El preso).
En la narrativa, ya hemos mencionado las Sonatas, que –de estilo modernista, preciosista, cercano a la prosa lírica– narran las memorias de un anciano caballero, el Marqués de Bradomín, un seductor como don Juan, pero de ideología nobiliaria y carlista. El tono de melancolía domina las historias, en las que vemos fluir fugazmente el tiempo y la vida. La serie sobre la guerra carlista incluye Los cruzados de la causa (1908), El resplandor de la hoguera (1909) y Gerifaltes de antaño (1909), que dejó inacabada. Mantiene la misma estética modernista ya citada. En 1926 publica una novela clave para la literatura en español, Tirano Banderas. Sus valores fundamentales son el tratamiento de la figura del dictador hispanoamericano –centrado en el protagonista, Santos Banderas– y el empleo de un lenguaje novedoso, mezcla del castellano europeo y el americano. El cambio frente a las anteriores novelas es radical, pues entra el esperpento en la narrativa. En la línea de este nuevo estilo, publicó la serie El ruedo ibérico: La corte de los milagros (1927), Viva mi dueño (1928) y Baza de espadas (1932). Se ambientan en la corte de Isabel II, presentada de forma esperpéntica, ridícula, caricaturesca.
El Modernismo en las artes.
Don Ramón compuso una abundante obra periodística en sus primeros años. En el tratamiento de los más diversos temas, presume de ingenio, vivacidad y originalidad. El lenguaje es modernista y muy rico para tratarse de textos dirigidos al lector de periódicos. La lámpara maravillosa. Ejercicios espirituales (1916) se centra en la defensa de la belleza como el factor esencial de las artes.
En cuanto al teatro, citemos las Comedias bárbaras: Águila de blasón (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de Plata (1922). Manifiesta en ellas el distanciamiento del modernismo. Dentro de la etapa de plenitud, la del esperpento, tenemos Divinas palabras (1919) y Luces de bohemia (1920). El compromiso social de ambas es patente, ya que denuncian la hipocresía, la incultura y la injusticia social. Estética y técnicamente complejas, fusionan naturalismo y expresionismo, con los juegos de luz, el vestuario y los decorados. Años después, fue publicado el ciclo esperpéntico de Martes de carnaval (1930). Agrupa Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (o El terno del difunto, 1926) y La hija del capitán (1927). La trilogía denuncia el anticuado y absurdo honor calderoniano.