Читать книгу Luces de Bohemia - Ramón María del Valle-Inclán - Страница 16

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Las distintas escenas del esperpento se desarrollan en un tiempo determinado. Veámoslo. El texto fue escrito en el primer semestre de 1920. Hay datos coetáneos muy concretos, como la muerte de Galdós y los acontecimientos políticos y sociales, huelgas y manifestaciones. La primera versión apareció en julio de ese año, pero en 1924 fue publicada una segunda edición ampliada. No era extraño en la obra de Valle-Inclán, pues incluso en la prensa decidía en ocasiones introducir modificaciones; de las Sonatas, se conocen versiones con variantes. Se suele señalar que la obra no se desarrolla en un año determinado, y es cierto solo parcialmente, porque el autor tuvo buen cuidado de temporalizar la acción con toda la precisión posible. En la escena XII, se habla del movimiento ultraísta, el cual había iniciado su andadura en España en 1918, aunque el manifiesto del grupo, aparecido a fines de 1919, no fue reelaborado hasta julio de 1920. En la escena IV, Dorio comenta que estaba libre el sillón de Galdós en la Academia. Ciertamente, don Benito había fallecido en enero de 1920. No se enfatiza la muerte, sino la vacante; de modo que hay que considerar que hacía algún tiempo que Pérez Galdós había muerto. Es evidente que la escritura y la acción de la obra son posteriores. Luces de bohemia se publicó, por entregas, desde el 31 de julio de ese año hasta el 23 de octubre en la revista España. Además, el sucesor de Galdós en el sillón N de la Academia fue Leonardo Torres Quevedo (1852-1936), famoso inventor, y fue elegido por la Academia en el mismo julio, aunque tomó posesión el 31 de octubre del mismo año. Pero es lógico que Valle-Inclán ya tuviera entregadas, y en prensa, las primeras escenas en julio, fecha de la elección de Leonardo Torres. Estos datos delimitan el tiempo histórico de la acción, pero también es muy concreta la indicación temporal, estacional, de la didascalia de la escena X: «El perfume primaveral de las lilas embalsama la humedad de la noche». En España, la primavera comienza el 21 de marzo y en Madrid las lilas florecen a primeros de abril. La precisión no puede ser mayor. El simbolista Valle-Inclán recordaría, en el terrible contexto de prostitución de la escena X, con La vieja pintada y La Lunares, que las lilas simbolizan, paradójicamente, la inocencia y el primer amor.

Ahora bien, ciertos datos desencajan esta temporalidad precisa: en la escena XIV, uno de los sepultureros habla de la caída de la hoja. Se refiere, simbólicamente, a las defunciones, aunque podríamos barajar otra opción: la posible ambigüedad voluntaria del autor y su deseo de fundir (de modo rupturista) primavera y otoño en una acción temporalmente unitaria, como una imagen de la fugacidad de la vida, sintetizada en un día. Veamos dos datos más. Mariano de Cavia, citado en la escena IV como vivo, murió el 14 de julio de 1920, justo antes del comienzo de la publicación. Valle-Inclán redactó la escena IV, por tanto, antes de esa fecha, pero ya no pudo cambiarla. Además, en la escena XV se dice que Maura asistió al sepelio del torero José Gómez, el Gallo, muerto de una cornada el 16 de mayo de ese mismo año. Está claro que Valle-Inclán escribió lo dicho con posterioridad. Resulta verosímil que el afán de Valle-Inclán de entregar el texto en el último momento lo llevara a introducir esos datos tan actuales para contextualizar coetáneamente la acción.

Sin duda, hay muchas referencias al frío: la ropa de abrigo, la bufanda verde de Zaratustra, el carrik de Don Latino, el mantón de Enriqueta, las madreñas del sereno, etc. Por tanto, hemos de concluir que la acción sucede a comienzos de la primavera, fin de marzo o inicios de abril de 1920. La noche en Madrid es fría en ese tiempo. Verdaderamente, Max afirma (I) que en la buhardilla hace calor como en un horno, pero no se refiere tanto a la temperatura como a la tensión y zozobra familiar. De hecho, Don Latino aclara que en la calle corre aire fresco. En realidad, Valle-Inclán utilizó un eficaz recurso universal: ambientar en función del protagonista y de la trama. La presencia del frío nocturno simboliza el malestar anímico, la pobreza y la ceguera de Max, e intensifica lo inhóspito de la vida y de la sociedad española. Son conocidas las manifestaciones y protestas populares de esos meses en ese «Madrid hambriento» que vemos recogidas en la obra. En conclusión, la acción es coetánea a la escritura e inmediata a la publicación. Los lectores disfrutaron una trama plenamente contemporánea.

Casi todos los personajes citados en la obra, como Romanones y Maura, vivían en 1920, y sus referencias biográficas coinciden. Pero hay una excepción capital: Rubén Darío vivió desde 1867 a 1916; por lo que no podía encontrarse con Max Estrella en 1920. Darío vivió algunas temporadas en Madrid, sobre todo entre 1908 y 1909 cuando fue embajador de Nicaragua en España. Era asiduo de las tertulias y coincidió con Valle-Inclán y con Alejandro Sawa.

Luces de Bohemia

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