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¿Por qué y cómo ocurre esto en el tratamiento analítico de los niños aún pequeños?

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a) “Así como la mente de los niños pequeños difiere de la de los niños mayores, así también su reacción al psicoanálisis es en la temprana infancia diferente de la reacción posterior. Nos sorprendemos a menudo de la facilidad con que en ciertas ocasiones son aceptadas nuestras interpretaciones: incluso a veces los niños expresan considerable placer ante ellas. La razón por la cual este proceso es diferente del que encontramos en análisis de adultos es que en ciertos estratos de la mente infantil hay una comunicación mucho más fácil entre la conciencia y el inconsciente, y por consiguiente es mucho más fácil volver sobre los pasos del uno al otro. Esto explica el rápido efecto de nuestra interpretación, que por supuesto nunca es formulada excepto sobre la base de material adecuado.”28

b) “Los niños a menudo producen este material con sorprendente rapidez y mucha variedad. El efecto, además, es a menudo sorprendente, incluso cuando el niño no ha parecido recibir de ningún modo la interpretación. Se reasume el juego interrumpido a causa de la instauración de las resistencias; se lo transforma y amplia, y se expresan estratos más profundos de la mente, se restablece el contacto entre el niño y el analista; el placer en el juego, que sigue visiblemente a la formulación de una interpretación, se debe también al hecho de que el gasto requerido por la represión no se necesita ya luego de la interpretación.”29

c) No obstante, debemos tener en cuenta que no se trata de un proceso lineal:

“Pero pronto encontramos otra vez resistencias durante algún tiempo, y aquí el asunto ya no es tan fácil como he descrito. En realidad, en esos momentos tenemos que luchar contra grandes dificultades. Esto sucede especialmente cuando encontramos un sentimiento de culpa.”30

d) Es necesario interpretar el material teniendo en cuenta todos los detalles del mismo ya que de ello dependerá el insight y la elaboración que logremos:

“En su juego los niños representan simbólicamente fantasías, deseos y experiencias. Emplean aquí el mismo lenguaje, el mismo modo de expresión arcaico, filogenéticamente adquirido con el que estamos familiarizados gracias a los sueños. Sólo podemos comprenderlo plenamente si lo enfocamos con el método que Freud ha desarrollado para descifrar los sueños. El simbolismo es sólo una parte de él; si queremos comprender correctamente el juego del niño en conexión con todo su comportamiento durante la sesión, debemos tener en cuenta no sólo el simbolismo que a menudo aparece tan claramente en sus juegos, sino también todos los medios de representación y los mecanismos empleados en el trabajo del sueño, y tenemos que tener en cuenta la necesidad de examinar el nexo total de los fenómenos.”31

e) En realidad, mucho de lo que denominamos “material” depende de la técnica que utilice el analista:

“Si empleamos esta técnica pronto encontramos que los niños producen no menos asociaciones con los rasgos distintos de sus juegos, que lo que hacen los adultos con los elementos de sus sueños. Los detalles de su juego señalan el camino para un observador atento; y entretanto, el niño cuenta toda clase de cosas que deben valorarse plenamente como asociaciones.32

Observemos de paso que a M. Klein no se le escapa (y valora en gran medida) el hecho, obvio, de que ¡los niños también hablan, además de jugar!

“Si tomarnos en cuenta las diferencias psicológicas entre niños y adultos y recordamos el hecho de que en los niños encontramos el inconsciente actuando aún junto al consciente, las tendencias más primitivas junto a los desarrollos más complicados que conocemos, como el Superyó, es decir, si comprendemos correctamente la forma de expresión del niño, desaparecen todos estos puntos dudosos y factores desfavorables, ya que encontramos que con respecto a la profundidad y amplitud del análisis, podemos esperar tanto de los niños como de los adultos.”33

f) ¡Más aún!

“Y más aún, en el análisis de los niños podemos retroceder a experiencias y fijaciones que en el análisis de adultos solo podemos reconstruir, mientras que en los niños se las representa directamente. Tomemos por ejemplo el caso de Ruth que, de bebé, había sufrido hambre durante un tiempo porque la madre tenía poca leche para darle. A los cuatro años y tres meses, al jugar con el lavatorio, llamó al tapón de agua, tapón de leche. Declaró que la leche iba a parar a las bocas (los agujeros de la cañería) pero que sólo corría muy poco. Este deseo oral insatisfecho apareció en innumerables juegos y dramatizaciones y se manifestó en toda su actitud. Por ejemplo, aseveraba que era pobre, que sólo tenía un abrigo, y que tenía muy poco que comer; ninguna de estas afirmaciones tenía el más mínimo acuerdo con la realidad.”34

En una nota al pie M. Klein aclara: “Es sólo luego de considerable análisis, habiéndose revelado parcialmente la escena primaria y el desarrollo genital, que llegamos a representaciones de experiencias y fantasías pregenitales.35

Melanie Klein

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