Читать книгу El sendero del ser - Ricardo Muñoz Rodríguez - Страница 3

Nota del autor

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Desde la adolescencia, he leído numerosos libros de autoayuda y asistido a decenas de cursos y charlas de desarrollo personal, emprendimiento y sobre la abundancia. En primer lugar, nunca estuve seguro de estar persiguiendo sueños que fueran verdaderamente propios. En segundo lugar, la mayoría de ellos esquivan abordar el tema del inconsciente y el ego, que es donde se encuentra aquello que es responsable de nuestra experiencia de la realidad y que limita el poder de cambio real.

Lo que determina nuestra manera de pensar proviene de nuestras creencias y resentimientos del pasado. Si crecimos rodeados de adultos desdichados o asustados, culpables o coléricos, eso es lo que aprendimos de nosotros mismos y de la vida, y una comprensión más trascendente de lo que a todos nos sucede nos abre la puerta a deshacer el camino andado, encontrar el sentido de lo vivido y el propósito de nuestra vida.

Llegar a las raíces de la conciencia es lo que importa, y seguir cualquier doctrina que no reconozca el trabajo en los cimientos es continuar en el laberinto interminable de la percepción cuyos sentidos reafirman el error original. Nos resistimos a mirar dentro de nosotros porque enterramos la idea de pecado. Esto genera culpa en el presente y miedo al futuro. Es en nuestro inconsciente donde se encuentra nuestro verdadero Ser más allá de este error original, pero como lo hemos olvidado, creemos que lo que sería un avance hacia la subsana-ción de este error y la curación es la muerte, y es justo al revés.

Hemos confundido lo que somos con el ego, el cual se fundamenta en ideas falsas de nosotros mismos y de la vida. Asume que somos seres separados de su «fuente».

Para eliminar un problema es necesario identificar primero cuál es el ese problema, reconocerlo y, en segundo lugar, estar dispuesto a poner los medios para remediarlo. Por tanto, si queremos deshacernos de pensamientos negativos que nos mantienen ansiosos, tristes y/o depresivos, debemos tomar conciencia de la causa, expandiendo la conciencia. Hasta que esto no sucede, seremos vulnerables y las re-caídas por los mismos asuntos perpetuarán.

Esa fue mi conclusión cuando a los treinta y cinco años de edad había conseguido todo lo que había aprendido que era «lo mejor», pero me sentía más encerrado y triste que nunca. Era el resultado de vivir afuera, y a la vista de los resultados, esa no podía ser la respuesta.

Como ya llevaba bastante tiempo así, tomé conciencia de la necesidad de hacer un alto en el camino, fruto del reconocimiento de que en verdad no sabía cómo vivir. Fue entonces cuando en una de mis meditaciones escuché una voz que me hizo confirmar que nada tenía más sentido que saber la verdad de lo que somos, para vivir de acuerdo a nuestra esencia.

A los tres meses a raíz de aquello se dio la oportunidad de pedir el despido voluntario y este libro es el resultado de aquella decisión y mantener ese compromiso conmigo mismo tras dos años de viaje interior (y también exterior), de experiencias místicas y del estudio de sabiduría.

Si tuviera que revelar cuál había sido para mí el mayor descubrimiento hasta ese momento, diría que efectivamente nosotros no podemos cambiar por nosotros mismos. La clave del cambio no se encuentra en este mundo, porque nosotros no pertenecemos a él. Pero podemos invocar un poder que está más allá de nosotros. Éste procede de una «fuente» que, si se lo permitimos, realiza las correcciones pertinentes en este plano de experiencia.

Este libro es mi mejor intento para facilitar los aprendizajes de la verdad. Para ello he incluido siempre que lo he visto conveniente, ilustraciones y gráficos que permitan compensar o reducir las limitaciones a la comunicación que de por sí ya tienen el idioma y las palabras.

Es mi deseo que el material contenido en este libro pueda conducirte a experiencias del despertar, venciendo el miedo de forma consistente, abriendo el corazón, y confiando en la vida, experimentar la verdad de nuestra unidad.

«Hay una manera de vivir en el mundo que no es del mundo, aunque parezca serlo. No cambias de apariencia, aunque sí sonríes mucho más a menudo. Tu frente se mantiene serena; tus ojos están tranquilos. Y aquellos que caminan por el mundo como tú lo haces reconocen en ti a uno de los suyos». Párrafo 1.

«El mundo es una ilusión. Los que eligen venir a él andan buscando un lugar donde poder ser ilusiones y eludir su propia realidad. Mas cuando se dan cuenta de que su realidad se encuentra incluso aquí, entonces se hacen a un lado y dejan que ésta les muestre el camino (...)». Párrafo 2.

«... La demente ilusión seguirá siendo evidente por un tiempo para ser contemplada por aquellos que decidieron venir y que aún no han experimentado el regocijo de descubrir que se equivocaron al tomar esa decisión. No pueden aprender directamente de la verdad, puesto que niegan haberse equivocado (...)». Párrafo 3.

«Si la verdad exigiese que renunciasen al mundo, les parecería como si se les estuviera pidiendo que sacrificasen algo que es real. Muchos han elegido renunciar al mundo cuando todavía creían que era real. Y como resultado, se han visto abatidos por una sensación de pérdida y, por consiguiente, no se han liberado. Otros no han elegido otra cosa que el mundo, y su sensación de pérdida ha sido aún mayor, lo cual no han sido capaces de entender». Párrafo 4.

«Entre estas dos sendas hay un camino que conduce más allá de cualquier clase de pérdida, pues tanto el sacrificio como la privación se abandonan de inmediato. Éste es el camino que se te pide recorrer ahora (...)». Párrafo 5.

Lección 155. «Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino». Un Curso de Milagros.

El sendero del ser

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