Читать книгу El sendero del ser - Ricardo Muñoz Rodríguez - Страница 9

Algo de historia

Оглавление

Hubo un momento en la historia de la humanidad, hace unos seis mil años, que algunos autores denominan «la caída», en el que pasamos de ser seres despiertos, un estado en el que las personas sentían una fuerte conexión con la naturaleza y el cosmos, a concebir la separación, con un nuevo sentido del yo, caracterizado por la individualidad.

A nivel interno el mundo se «desespiritualizó» y pasamos de un estado natural de armonía a un estado de ansiedad y discordia, en el que nuestros propios deseos y necesidades como individuos comenzaron a tener prioridad sobre el bienestar del grupo. Al mismo tiempo, esa separación que sentimos también se extendió incluso al cuerpo. En lugar de verlo como una parte integrada de nuestro ser, comenzamos a concebir un yo como una especie de entidad atrapada dentro de un cuerpo que, de alguna manera, nos era extraño o ajeno. Nuestro sentido de identidad quedó reducido a un enfoque muy estrecho: el de nuestro ego.

Por primera vez se experimentaba en un espacio mental, mientras que el resto de la realidad quedaba «ahí fuera», separada de ellos mismos. En lo externo este cambio se manifestó de muy diversas maneras: un aumento masivo de la brutalidad, de los conflictos y de la opresión. Dio lugar a sociedades jerárquicas y a guerras constantes entre grupos. Condujo a la opresión de las mujeres y a una nueva actitud hacia el sexo totalmente represiva y llena de sentimientos de culpa.

Algunos autores creen que cuando se produjo «la caída», nuestra percepción se automatizó como una medida de ahorro de energía y pasamos de sentir la unidad que conformamos con el mundo natural y el cosmos a percibir objetos de los que podíamos abusar para todos nuestros fines, perdimos con ello el significado y la armonía de muchos pueblos aborígenes en el mundo y la sensación de hogar en la Tierra. El mundo se convirtió en un espacio vacío entre el nacimiento y la muerte.

El despertar espiritual es el proceso a través del cual se restituye la separación, al sentido de conexión y armonía de los pueblos primigenios. A diferencia de lo que sucede en el estado dormido, los pueblos indígenas y las tribus prehistóricas tenían una intensa percepción de su entorno. Por contraposición, el yo egoico presenta unos límites muy robustos y muy bien definidos y los individuos viven en su propio espacio mental, abstraídos en sus pensamientos. Esto provoca que nuestra experiencia del mundo sea menos directa e inmediata. El potente sentido del ego y la charla mental incesante consume una enorme cantidad de energía, y como resultado de ello, queda poca energía disponible para usarla en los procesos de percepción.

El sendero del ser

Подняться наверх