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CAPÍTULO V

LA PATENTE DE CORSO, EL CORSARIO Y LOS PIRATAS

El período comprendido entre mediados del siglo XVI hasta fines del siglo XVIII, desde el punto de vista del control de los mares, fue conocido como el período de los corsarios y la piratería y también fue conocido como la Edad de oro de la piratería entre 1620 y 1795. En ese lapso Inglaterra fue paulatinamente creciendo en el dominio de los mares a través de la instrumentación de un sistema, que al principio denominaron Patente de Corso y Corsarios.

Estos barcos ingleses llevaban su bandera inglesa y, para quienes tienen dudas, los piratas tales como Morgan, Barbanegra, y otros más, no son una fábula, existieron en realidad, y prestaron en su momento importantes servicios a la Corona británica

Esto comenzó con la rivalidad entre Isabel I de Inglaterra y Felipe II de España, quien dominaba gran parte del mudo y fomentó la aparición de los corsarios ingleses. La reina otorgó numerosas patentes de corso que la beneficiaban a ella y también a comerciantes de Londres.

Estos corsarios, a la vez que enriquecían a la reina, debilitaban a España. Esta situación provocó que España gastara importantes sumas de dinero para mantener una enorme flota naval, la cual era necesaria para vigilar los mares y poder defender sus colonias e incluso sus propias costas.

Se creó entonces una figura jurídica llamada Patente de Corso. Consistía básicamente en un documento que otorgaban los gobiernos para autorizar a embarcaciones privadas a actuar en su nombre para atacar, robar y hasta hundir navíos enemigos. De esta forma, los beneficiarios de estos documentos se convertían en parte del ejército naval del país expendedor de la Patente de Corso.

Tuvieron su auge en países en expansión como Inglaterra, Francia y también en España en la época de las colonias, ya que sus flotas no podían llegar a controlar todos sus territorios y un apoyo naval “motivado” les fue especialmente conveniente. En el caso de Inglaterra las patentes eran otorgadas por la reina Isabel I, durante su reinado desde 1558 hasta 1603.

Para obtenerla era necesario ser propietario de una embarcación que debía reunir las condiciones exigidas y disponer de una tripulación adecuada, entonces se le instalaban los cañones y se les proporcionaba el armamento necesario como para cumplir con su rol de corsarios.

La Patente de Corso no era ni más ni menos que un contrato comercial, en el que se fijaban las obligaciones y derechos de cada parte y especialmente sobre los botines obtenidos. Tenían libertad absoluta de movimiento y capacidad de atacar, apropiarse y hasta esclavizar otras naves, puertos e incluso ciudades y llevaban la bandera inglesa. El que disponía de dicha patente se denominaba corsario.

De esta forma, la Patente de Corso se convirtió en sinónimo de “licencia para saquear”, luego con el tiempo, en el caso particular de Inglaterra surgieron divergencias entre los corsarios y los monarcas, con el planteo de los corsarios, quienes argumentaban que arriesgaban mucho, entregaban demasiados botines a la Corona y recibían poco. Lo expresado, sumado a que los corsarios vislumbraron que podían hacer su propio negocio, desembocó en que se transformaran en piratas y continuaran con el negocio por cuenta propia; es decir, atacar embarcaciones y también apoderarse de territorios y quedarse con la totalidad de los botines obtenidos.

Ante tal situación la Corona inglesa dispuso el envío de embarcaciones de su flota para capturar a los rebeldes piratas, en particular en la zona de las islas del Caribe, en donde se obtenían los mejores botines que provenían del actual territorio de Estados Unidos, en barcos mayormente españoles que eran atacados en las islas que se encontraban en sus rutas de navegación, tales como Bahamas, Turk, Caicos, Bermuda, Jamaica, Santo Domingo, etc.

Algunos piratas fueron atrapados y colgados, otros decapitados como Morgan, otros escaparon para operar en otras zonas y otros fueron hechos prisioneros.

Los corsarios y los piratas reconvenidos en servidores de la Corona, con los importante botines que aportaron, el producido de los territorios capturados y además con su experiencia, fueron la base para la creación y el desarrollo de la Royal Navy (Marina Real).

Algunos de los corsarios y piratas ingleses más conocidos fueron:

 John Hawkins (1532-1595)

 Francis Drake (1540-1596)

 Thomas Cavendish (1555-1592)

 Walter Raleigh (1554-1618)

 Henry Morgan (1635-1688)

 Jack Rackham (1680-1720)

 Edward Teach (Barbanegra) (1680-1718)

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