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PRESENTACIÓN

El rugido de voces de zapadoras combatientes de Malvinas

José Luis Speroni 1

¿Por qué leer este libro? La respuesta es contundente, porque aporta un importante testimonio, lejos del ensalzamiento y panegírico, de manera amena nos ilustra sobre tan importante gesta de la historiografía argentina, de la cual fueron hacedores. Dado que, con relatos emotivos, fidedignos, cronológicamente establecidos y un importante material fotográfico, el coronel de Ingenieros Roberto José Dunn, por un lado, les da voz e imagen a quienes tienen algo trascendente que decir sobre su participación en la guerra de Malvinas, como integrantes de la Compañía de Ingenieros de Combate 601, y su posterior vivencia en relación con el hecho hasta hoy. Walter Benjamín valoriza la fotografía, las imágenes comunican más que las palabras que, muchas veces, no alcanzan. A su vez registran la emoción a lo dicho. Por otro lado, Dunn, a partir de su experticia como doctor en Ciencia Política, pone en contexto los hechos en amplias dimensiones de análisis, apelando a las vivencias y a una seleccionada bibliografía, que también nos acerca al presente. “Recién después de 38 años nos decidimos a escribir nuestra historia… Durante muchos años permanecimos callados y no hemos escrito, solicitado o reclamado nada; nuestro diario de guerra, que nos fue retenido por los británicos, fue nuevamente escrito dos veces al regreso, y junto con distinto tipo de documentación, referida a la actuación de la Compañía y a las experiencias de guerra, todo lamentablemente fue extraviado” (Dunn, 2020, pág. 26).

“Tuvimos que recurrir a muchos documentos oficiales, públicos y también reservados; se tuvieron en cuenta los testimonios escritos de veteranos de la guerra de Malvinas (VGM) fallecidos y por supuesto el relato verbal y escrito de quienes están vivos y participaron. Hubo que confrontar dichos documentos y comentarios, para acercarnos con el mayor grado de certeza a la verdad” (Dunn, 2020, pág. 27). Si tenemos en cuenta que la primera víctima cuando llega la guerra es la verdad. Una frase atribuida al senador estadounidense Hiram Johnson en 1917, fue tomada de Esquilo (525 a. C. - Gela, Sicilia, 456 a. C.), trágico griego. Esquilo vivió en un período de grandeza para Atenas, tras las victorias contra los persas en las batallas de Maratón y Salamina, en las que participó directamente. En cuanto a la verdad y la guerra, la Gesta de Malvinas no es una excepción, las voces zapadoras se alzan de manera valiente, de la misma forma en que lucharon, para contribuir a ese restablecimiento, con crudeza y bravura. Intentaremos develar este aporte a partir de distintas pinceladas, más o menos arbitrarias, que a modo de rayos de luz e intentando describir por iluminación, siguiendo un principio de la complejidad esbozado por Edgar Morin, donde el menor punto del holograma contiene la totalidad de la información del objeto representado. Los aspectos señalados son solo destellos que invitan al lector a construir su propio recorrido.

La guerra es un fenómeno político. En 1982 las instancias institucionales, previstas en la Constitución Nacional, para adoptar la decisión, planificar y realizar la conducción de la guerra no existieron, el poder del Estado estaba bajo la órbita militar, como en otras ocasiones desde 1930. Además, la planificación estratégica fue contraria, a lo que señalaba la doctrina, no se tuvieron en cuenta los conceptos más elementales, tanto en estrategia como en planificación y conducción. Pero, a pesar de todos los errores indicados, el comportamiento de las tropas en el terreno (aire, mar y tierra), en el marco táctico de las islas fue heroico y sobresaliente.

A modo de ejemplo mencionaremos dos detalles. En primer término, la doctrina de planeamiento vigente mencionaba la elaboración de hipótesis de conflicto, que orientaba todos los aspectos de las fuerzas desde tiempos de paz, personal, operaciones, logística, infraestructura, entrenamiento, información, etc., a generar las mejores condiciones para enfrentar el posible conflicto y su escalada a la guerra. En el caso que nos ocupa, no existió. Las simulaciones militares, que pueden ser corroboradas en las publicaciones militares existentes, no lo consideraban como un posible teatro de operaciones. En segundo lugar, el órgano de asesoramiento para la toma de decisiones, en los niveles de Gran Unidad de Combate y superiores, es un Estado Mayor. En el caso Malvinas, la Junta Militar, el 12 de enero, determinó que el general de división Osvaldo Jorge García —comandante del V Cuerpo de Ejército—, el vicealmirante Juan Lombardo y el brigadier mayor Sigfrido Martín Plessl —comandante de Instrucción—, constituyeran un equipo de trabajo para realizar un estudio de una operación militar en las Malvinas. Solo tres personas con sus colaboradores. La estrategia no había generado las mejores condiciones para que la táctica pudiese dar la batalla, lo que otorga un mayor valor a todas las acciones llevadas a cabo por oficiales, suboficiales y soldados que pisaron y combatieron en ese territorio nacional. Por eso afirmamos con énfasis que el desempeño de los combatientes ha sido insuperable, si lo confrontamos con los condicionamientos descriptos.

El planeamiento debe determinar las tropas necesarias en cada fase de la operación. El libro ilustra con claridad cuál fue el contexto en el cual se designa la creación de la Compañía de Ingenieros de Combate 601.

Relata el autor (Dunn, 2020):

Según el testimonio en vida, del entonces subdirector de la Escuela de Ingenieros, teniente coronel Alberto Cosme Tadeo Muñoz; el entonces director de la Escuela de Ingenieros, coronel Vicente Rogelio Belli, en una conversación sobre la necesidad de incrementar la cantidad de tropas de Ingenieros en Malvinas, le propuso al entonces comandante de Ingenieros, general Néstor Rubén Castelli, la participación de la Escuela de Ingenieros, y le habría manifestado que ‘la Escuela de Ingenieros no podía estar ajena a la participación ante este tan importante evento de la patria’” (pág. 98).

Relata el entonces jefe de la Compañía Demostración de la Escuela de Ingenieros, capitán Roberto José Dunn, lo siguiente: “El día 6 de abril de 1982, me encontraba en el Comando de Ingenieros, situado en ese momento en calle Carlos Pellegrini, de la Ciudad de Buenos Aires. Hacía 2 días que concurría a realizar trabajos de actualización de los Cuadros de Organización (efectivos, roles de combate y materiales) de elementos militares del Arma de Ingenieros. Siendo aproximadamente las 10:00 horas de ese día, el Comandante de Ingenieros ordena que me presente a su despacho, en ese momento pensé qué error habría cometido; al ingresar a su despacho, el comandante, a quien conocía de la Guarnición Militar-Campo los Andes-Mendoza, me saluda y me dice que me presente al director de la Escuela de Ingenieros porque mi Compañía debía marchar a Malvinas. Esa fue la primera orden que recibí” (pág. 98).

“Al llegar a la Escuela de Ingenieros, aproximadamente una hora después, en mi vehículo particular —continúa relatando el entonces capitán Dunn—, me presenté al director, quien estaba reunido con el subdirector y con el, en ese entonces, oficial de Inteligencia, mayor Jorge Luis Amaro Etienot. El director me manifiesta: ‘Su Compañía marcha completa a Malvinas y se le agregarán personal y equipamiento para conformar una Compañía de Ingenieros Independiente reforzada, similar a las existentes de Ingenieros de Brigada Independiente, tendrá que pensar en un plazo de partida lo más pronto posible, calcule no más de una semana’” (pág. 99).

Emocionante fue la despedida, y la rápida partida, así como el transporte para llegar a Malvinas, se enfatiza sobre los detalles de las cargas y su transporte en el Buque Córdoba y Formosa, con la consiguiente demora en la llegada del material. Un detalle pintoresco lo ofrece el entonces sargento de Ingenieros Lorenzo Del Valle Palavecino, durante la travesía marítima. Cuando la subunidad llega a Malvinas, Dunn describe que “la Sección Comando y Servicios pudo instalarse por fracciones en algunos galpones desocupados y se asignó de inmediato el sector para cocinar. Hubo que recurrir a instalar enseres de circunstancia para comenzar a cocinar y nuestro hábil y práctico cocinero el entonces cabo primero cocinero Alejandro Tachilez, como decimos en la jerga común, realmente se las rebuscó, porque no teníamos cocina de campaña y las ollas no habían llegado” (Dunn, 2020, pág. 109).

La misión fue cumplida en el marco de las limitaciones y carencias cuyas causas hemos señalado. Aquí un testimonio de manera simple y llana, describe Tachilez que “nuestros enseres y elementos de cocina… nunca llegaron… Tuve que utilizar tambores de combustibles… los cortábamos por la mitad, les colocábamos manijas de alambre y los quemábamos para descascarar la película de pintura que los cubría por dentro (nunca llegaron)… El material con que estaban construidos se oxidaba luego de utilizarlos, así que nos pasábamos bastante tiempo preparando todos los días las improvisadas ollas” (Dunn, 2020, pág. 182). Esta situación produjo intoxicación con sus consecuencias, aspectos que forman parte del relato.

En un ameno relato se refiere a la vida en campaña, las actividades operacionales y de guarnición, así como las vivencias personales, realizadas por la Compañía durante la estadía en Malvinas desde que llegaron hasta que se retiraron de la isla, mucho tiempo después que embarcaron hacia el continente el resto de los efectivos. Son interesantes las narraciones sobre las misiones al puente de Fitz Roy y su voladura, haciendo un análisis táctico y técnico de la tarea, prevista y ejecutada con éxito, a través de la información proporcionada por los involucrados y la bibliografía que trata el tema, haciendo salir a luz la verdad de los protagonistas.

Relata Dunn (Dunn, 2020): “La misión de voladura del puente fue ejecutada con la profesionalidad, eficiencia, el esfuerzo y el espíritu de combate propios del zapador… Resulta de especial importancia aclarar esto, porque al regreso de la guerra, en el Comando de Ingenieros, se opinó sin argumentos ni conocimiento, de todo lo ocurrido y aquí relatado; que el daño causado al puente no había sido de importancia. Por ello, y aunque hayan transcurrido muchos años, es nuestro deber, desvirtuar esta crítica, por el honor zapador de quienes participamos en la guerra, y del fallecido teniente Blanco; porque, como se suele decir, profesores a distancia siempre los hay, y en particular, de los que en este caso no pisaron la turba” (pág. 140).

Conmovedores son los recuerdos del último día de combate a partir del comentario de la vivencia: “Los cadáveres de los camaradas que habían muerto en el frente y habían sido evacuados… Esta fue una situación imborrable, por la emoción que nos causó observar los cuerpos embolsados, que se estaban cubriendo con la nieve... Esta situación límite de combate vivida ese día, cargada de sentimientos de impotencia, angustia y desazón, ha quedado como un hecho imborrable en nuestra memoria” (Dunn, 2020, pág.193).

La emoción llega a su nivel máximo con el dramático relato de la muerte en combate del soldado Daniel Alberto Ugalde en la palabra del entonces cabo primero de Ingenieros Juan José Villaverde, que era su jefe de grupo. Cuenta que el 14 de junio a las 9 de la mañana comenzó un gran bombardeo, “cuando el fuego de artillería llega donde yo me encuentro. Ugalde salta de su posición hacia donde yo me encontraba. En medio del salto y en el aire es impactado por un proyectil en el pecho” (pág. 196).

La otra cara de tan inefable dolor es el “cenotafio”, con los nombres de los héroes caídos durante la guerra. “Daniel Ugalde fue el primero en ser identificado, y está en dicho cementerio. El VGM Roberto Barrientos estuvo con su madre, Raquel García Ugalde, el día que recibió esta importante noticia. Raquel fue una luchadora incansable por lograr la identificación no solo de su hijo Daniel, sino de los demás caídos en suelo malvinense” (Dunn, 2020, pág. 232). El autor con palabras muy sentidas destaca su labor y enfatiza también la lucha llevada a cabo por el VGM Julio Aro. Este exsoldado combatiente, que integró las filas del Regimiento de Infantería 6, y el coronel británico Geoffrey Cardozo fueron nominados, el 11 de noviembre de 2020, al Nobel de la Paz por impulsar la identificación de los soldados argentinos enterrados en el cementerio de Darwin. La nominación fue confirmada por el Comité Noruego, encargado de seleccionar a los candidatos y entregar ese galardón. En relación con esta auspiciosa noticia, Julio Aro, en una nota periodística da cuenta del valor de lo realizado: “El mayor premio ya lo hemos recibido, y es ese beso y ese abrazo de una madre que recuperó a su hijo” (https://www.pagina12.com.ar/304891-excombatientes-de-malvinas-nominados-al-nobel-de-la-paz).

Luego de la rendición, el personal del Arma continuó con sus actividades. “Al otro día, el 15 de junio, temprano, se ordenó que todos los oficiales y suboficiales que habían instalado campos minados debían permanecer para delimitarlos. Se impartió dicha orden y los británicos les asignaron un lugar para su alojamiento, en proximidades del taller” (Dunn, 2020, pág. 207). Esta importante y sacrificada labor continuó luego del embarque y regreso de las tropas al continente. “Las tareas de demarcación —continúa Eito— de los campos minados, entre el 15 de junio y el 8 de julio, resultaron riesgosas por los proyectiles no explotados o abandonados y también por las trampas explosivas colocadas por la propia infantería” (Dunn, 2020, pág. 216), produciéndose el accidente del cabo primero Cattay. “Luego de tres días de curaciones y observación, a Cattay le fue amputada la pierna desde debajo de la rodilla… Para nosotros, el cabo primero Néstor R. Cattay fue el último suboficial argentino en salir de Malvinas” (Dunn, 2020, pág. 219). También es importante resaltar que “el soldado Roberto J. Barrientos de nuestra Compañía y los soldados Pablo Ruiz Díaz y Osvaldo Calla de la Compañía de Ingenieros 10 fueron los últimos soldados en salir de Malvinas” (Dunn, 2020, pág. 219).

Con esas palabras describe el autor detalles de lo sufrido por los VGM. Luego de la contienda siguió una larga etapa de “ocultamiento, críticas y olvido”. Al referir al primer recibimiento oficial, sin rodeos aclara: “Este fue el comienzo de las críticas por desconocimiento, el ocultamiento, el olvido, el ninguneo y hasta la culpabilidad por la rendición en Malvinas… La indiferencia y el menosprecio generaron una clara actitud de ‘desmalvinización’, la que lamentablemente duró muchos años” (Dunn,2020, pág. 235). La contracara la encontramos a continuación de la narración, la cual transita por la situación de los VGM y, en particular, la de los miembros de la subunidad. “Sin dudas, la más importante Ceremonia de Homenaje a la Compañía de Ingenieros de Combate 601 fue la realizada en la Agrupación de Ingenieros 601, en Campo de Mayo, el 10 de junio de 2017” (Dunn, 2020, pág. 240).

La dimensión de la importancia de lo realizado la proporciona Sigmund Freud que, en El malestar en la cultura, sentencia que existen algunos seres a quienes no se les niega la veneración de sus coetáneos, pese a que su grandeza reposa en cualidades y obras muy ajenas a los objetivos e ideales de las masas. Este es el caso de nuestros VGM, y cada 2 de abril se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. Creado por la Ley 25370 de noviembre de 2000, desde junio de 2006 es un feriado nacional inamovible. Esta consideración adquiere una valoración exponencialmente superior en el entorno descripto. Vaya este texto como sincero homenaje de manera personal y afectiva a todos los combatientes de Malvinas (oficiales, suboficiales, soldados, personal civil de las FF. AA.) que participaron en la contienda y ciudadanos que se trasladaron a las islas Malvinas para cumplir con tareas diversas.

Este reconocimiento tiene un destinatario particular: los integrantes de la Compañía de Ingenieros de Combate 601, con muchos de los cuales nos hemos relacionado, en distintas actividades a lo largo de los años. La lectura del libro permitió superar el dicho de la sabiduría popular “el que no sabe es como el que no ve”, porque aportó de cada uno de ellos un mayor conocimiento y posibilidad de compresión, pensamientos, emociones y acciones. De manera que se han acrecentado la consideración y estima, de todos y cada uno —los que están, los que partieron y sus familiares— por su valía, esfuerzo, coraje, profesionalismo, entereza, camaradería y resiliencia puesta al servicio de la nación.

El poema escrito por Francisco Romero cobra sentido y pertenencia con lo vivido, y narrado, por los zapadores en Malvinas. Francisco de Asís Marcelino del Corazón y de la Santísima Trinidad Romero, como lo nomina su partida de nacimiento. Como cadete de primer año de la Compañía de Ingenieros en 1910 escribió este sentimental texto. Al retirarse con el grado de mayor, sería uno de los más encumbrados filósofos latinoamericanos.

1 Coronel (R) del Arma de Ingenieros. Profesor de la Universidad Kennedy, Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales y en la Universidad Favaloro. Títulos de grado en Ciencia Política, Educación, Estrategia y Organización. Posgrados en maestría en Psicoanálisis y doctor en Ciencia Política. Integra la Junta Directiva de la Sociedad Científica Argentina. Miembro de Número del Instituto Nacional Belgraniano y del Instituto Argentino de Historia Militar.

Malvinas

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