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Prólogo Nacional ~ Dr Jorge Gissi
ОглавлениеUna teoría ‘superficial’ pero acertada, pasa a ser más profunda que una teoría ‘profunda’ pero equivocada. Como lo he señalado antes, hablar de cosas profundas, no es lo mismo que hablar profundamente de las cosas.Roberto Opazo Castro, Psicoterapia Integrativa EIS
Hay que aprender, en el diluvio de las razones psicopatológicas, lo que se sabe y lo que no se sabe, cómo y en qué sentido y en qué límites se sabe algo, con qué medios es adquirido y cementado este saber. Porque la ciencia no es un frasco liso de exactitudes equivalentes e iguales, sino un ordenamiento estructurado de especies muy distintas de validez, de importancia y de esencialidad.Karl Jaspers, Psicopatología General
Al nacer lo que hoy normalmente se considera la psicoterapia moderna, a fines del 1800, algunas creaciones como la hipnosis y el psicoanálisis produjeron un optimismo intenso. Pero luego ambos fueron no solo criticados, sino incluso rechazados o abandonados, o antitéticamente idealizados. El conductismo produjo otra ola de optimismo, poco después los humanismos otra aun, a mitad de siglo.
Así llegamos al siglo xxi, con hasta trescientas corrientes psicoterapéuticas en pugna teórica y práctica, con frecuentes espíritus estrechos de sectas como diversos partidos políticos o religiones (de "re-ligare") que no religan nada.
A Roberto Opazo Castro esta situación de conflictos puberales entre tales escuelas o paradigmas le parece mal, a mí también. Pero a él no solo le parece mal desde hace décadas, cuando editó su primer libro Los Afectos en la Práctica Clínica en Santiago, en 1988, sino que desde la década de los setenta, cuando creó el Centro Científico de Desarrollo Psicológico – cecidep – hasta el actual 2017 en que publica este último libro; a diferencia del primero, como único autor. En estos años él ha trabajado, investigado, leído, escrito, terapeutizado, enseñado, dialogado, divulgado y perfeccionado el estatus de la Psicoterapia no solo en Chile, sino – excepcionalmente – en el mundo. Después él y su equipo crearon el actual icpsi, el año 2000: su creatividad y esfuerzo, su inspiración y transpiración, su sensibilidad científica y semiartística, su "rigor e imaginación" (G. Bateson) lo hicieron ganar el Premio internacional Sigmund Freud (2004), otorgado por la Ciudad de Viena en coordinación con el World Council for Psychotherapy.
Hasta hoy (!) en las escuelas de psicología de occidente los profesores y alumnos se preguntan "¿de qué corriente eres tú?". Cuando ellos mismos quieren hacerse psicoterapia suelen pedir "la escuela mejor, o mejor para mí". La evidencia científica, desde hace décadas, es que no hay algunas escuelas o corrientes psicoterapéuticas buenas y otras malas; es que todas tienen virtudes y limitaciones, y al evaluar con rigor los resultados de éxitos y fracasos de las terapias, las escuelas tienden a tener porcentajes semejantes.
Esto llevó a que Lazarus pragmáticamente publicara su libro Terapia Multimodal, invitando a un "eclecticismo técnico"; las últimas décadas del siglo xx los autores y/o terapeutas no ortodoxos se pasaron en masa a tal eclecticismo.
Opazo demuestra en éste, su último y más importante libro, que la "integración" en psicoterapia trasciende epistemológica, teórica y prácticamente a las heterogéneas y confusas formas de eclecticismos. En breve, éstos reconocen que no hay corrientes buenas y malas, o sea, superan el splitting precedente. Toman, pues, aspectos de diversas escuelas, tanto teóricos como técnicos, pero sin rigor. Lo adecúan a su parcial formación y a sus gustos, de modo arbitrario e ingenuo, dependiendo unilateral y muy predominantemente de aquella escuela que por azar conocen algo mejor.
En las formaciones y deformaciones de postítulos y posgrados, los institutos y universidades compiten entre sí en casi todo el mundo, con objetivos predominantemente mercantiles. Para asegurar a sus clientelas, y controlar sus ortodoxias, enseñan poco o nada de matices y paradigmas diversos, enfatizando los errores y limitaciones de las corrientes alternativas. En las universidades unilaterales se dan dos o más semestres, o años, a las preferencias de la dirección; y uno o cero semestres a las perspectivas y autores diferentes.
El doctor Opazo supera tales "ilusiones de alternativas" (Watzlawick et al.), buscando la integración a través de la evaluación y síntesis crítica de diversas corrientes y paradigmas. Ello lo lleva a afirmar por ejemplo que: "Para valorar algunos aportes de la aproximación sistémica, no necesitamos renunciar de plano a los condicionamientos clásicos. Y para valorar el condicionamiento clásico, no necesitamos rechazar de plano cualquier tipo de aproximación sistémica" (en 2.2: Integrar sin reducir).
Y agrega más adelante: "En un sentido profundo, enfrentamos una disyuntiva no menor: o nos interesa el ‘ganarle’ a tal enfoque y/o el ‘ganar adeptos’ en el aquí y ahora, o nos interesa el trascender en el conocimiento" (en 2.0: El paradigma afectivo).
Así, evitando lo mejor posible las unilateralidades, discriminando en la ciencia lo que es tal de lo que no, el autor se rige por el mandato de Sartre: "Tenemos que aprender a pensar contra nosotros mismos". Se trata de aproximarse a la Verdad, sabiendo que ella es siempre huidiza, que no es posible evitar nuestra parcial perspectiva, y que toda ciencia y toda persona es y está en la historia.
En el punto 2.3: "Fundamentos epistemológicos del Supraparadigma Integrativo", el autor muestra la oscilación entre el constructivismo radical y el realismo ingenuo. Él se presenta partidario del constructivismo moderado, después de una larga y brillante discusión. Con acierto irónico anota, luego del análisis, que "no se puede apagar el incendio psicoterapéutico con bencina epistemológica" y en el Recuadro 5 cierra con un esquema gráfico notable.
El libro comienza diciéndonos que la "psicoterapia integrativa" es posible, es necesaria y es una tarea urgente teórica y prácticamente. Es así para la ciencia, para los terapeutas y para los pacientes, todos nosotros. No obstante, aún está por hacerse, y el autor confía en que ésta será una colaboración importante para esta deuda de la psicoterapia.
El desarrollo del libro muestra amplia y cuidadosamente que esta confianza es justificada. El autor "teje" y relaciona con fecundidad, de un modo eficazmente creativo a la vez que empírico, los distintos niveles y problemas en que estuvo y está la psicoterapia. Así el autor conoce y respeta las principales escuelas o paradigmas de la psicoterapia occidental en su historia: el paradigma Biológico, el paradigma Cognitivo, el paradigma Afectivo, el paradigma Inconsciente, el paradigma Ambiental-Conductual y el paradigma Sistémico.
Revisando el estado actual de la psicoterapia, en cada uno de los seis paradigmas, el autor los considera a todos no solo importantes, sino imprescindibles; y, a la vez, a todos insuficientes por sí solos. El "tejido" entre los seis paradigmas es sutil y polifacético: oscila entre diferentes niveles de abstracción, desde lo epistemológico hasta "potenciar el cambio". Esta inclusión me parece "completa", como dice el autor, rica y satisfactoria. Por supuesto, cada uno de los paradigmas tiene múltiples divisiones, y subvariaciones, que el autor estudió y cita profusamente. Sin embargo, veo aquí algunas limitaciones parciales (y comprensibles). Por una parte faltan las psicoterapias asiáticas, ya presentes en la psicoterapia transpersonal.
Por otra, en el paradigma Ambiental-conductual (2.6) la mayoría de lo ambiental es cultural, incluso con ejemplos de países, y en cuanto tal debería contextualizar a los seis paradigmas.
Además, la alusión a Prochaska y Norcross de la psicoterapia existencial como más filosófica que terapéutica, no considera los relevantes libros Psicosíntesis de Roberto Assaggioli, Psicoterapia existencial de I. Yalom, ni El Don de la terapia del mismo autor.
Uno de los méritos del libro es su diferenciación analítica entre capítulos y problemas fundamentales diversos en la psicoterapia: Epistemología, Metodología, Teorías de las escuelas terapéuticas, Teoría del Self, Teoría y técnicas del cambio.
En cada parte se analiza y revisa la literatura mundial ad hoc, distinguiendo el conocimiento científicamente válido en cualquier nivel, teoría, escuela, paradigma o autor, e integrando tal conocimiento en el supra paradigma en cuanto tal. Dice el autor: "La respuesta integrativa que este libro propone es a la vez realista y optimista. Realista, en el sentido que tal vez no podremos llegar adonde alguna vez soñamos. Optimista, al creer que podremos llegar mucho más lejos que donde nos encontramos" (p. 87).
Este párrafo me recuerda la frase de Gramsci de hace un siglo: "Es necesario trabajar con el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad". Análogamente, en el último congreso de la Sociedad Interamericana de Psicología (sip, Mérida, julio de 2017) me decía el famoso psicólogo comunitario Eduardo Almeida1, a propósito de las dificultades del bienestar psicosocial: "Yo soy un optimista…sombrío". Y agregaba: "Mi esposa, María Eugenia Sánchez es una pesimista jovial".
El libro desarrolla un Supraparadigma Integrativo en diferentes niveles, cuyo análisis estimulará, requerirá y fomentará nueva investigación y nuevos libros. Así, se analiza y crea un supraparadigma epistemológico, desde aquí se esboza lo que profundizará en todo el libro: cada paradigma es necesario pero no suficiente, y en cada paradigma hay que diferenciar la ciencia sólida y el conocimiento válido, documentado, de las hipótesis, errores o sobregeneralizaciones. Esta creación exige una lectura crítica de la bibliografía, una interpretación proteica de los datos, un evitar los reduccionismos en que han caído los seis paradigmas mayores y sus variaciones menores, y un controlar la tendencia frecuente en la ciencia al "allegiance effect": "Las investigaciones en el allegiance effect muestran que el mejor predictor de los resultados que una investigación arrojará… es la orientación teórica del investigador".
En otra parte agrega el doctor Opazo: "Cada enfoque existente está compuesto por algunos aciertos y muchos desaciertos, esto, a la luz de la investigación […] ¿Qué autor o qué enfoque ha acertado en todo y no se ha equivocado en nada? ¿Qué autor o qué enfoque se ha equivocado en todo y no ha acertado en nada?" (p. 19).
Los esquemas con que el libro grafica múltiples tesis creadas son didácticos, ilustrativos y frecuentemente relevantes.
Sistematizando y rescatando lo "científicamente válido", el autor crítica y supera los reduccionismos de cualquier escuela, autor, variable o "causa" (ver Recuadro 50 en iv: Desafío 1, sobre Reduccionismos). En los apartados sobre las "evidencias y límites", de cada paradigma, la información (y formación) científica y técnica es de muy alto valor. Así se van mostrando luces y sombras de los seis paradigmas, superando los reduccionismos biologistas, sociólogistas y psicológistas en todos ellos. Vemos aquí pros y contras de la gestalt y el counseling, del psicoanálisis y la sistémica, del cognitivismo y conductismo, de la imaginería, comunicación verbal y no verbal. Se matizan las interpretaciones desde lo "alto" y "complejo" o desde lo "bajo" y "simple", rechazando ambas. Análogamente se hace, con diversos autores particulares relevantes. Sin embargo en el paradigma inconsciente y psicoanalítico, es probable que la no valoración de Adler y Jung sea demasiado rápida, discípulos mayores del primero son O. Ruhle, K. Horney, F. Kunkel y Sergio Ramos; del segundo E. Neumann, J. Hillman y T. Moore.
Con respecto a Freud, no se le hace justicia al no referir su mirada clínica según Foucault: la historia, la escucha, la comunicación verbal y no verbal. Por otra parte su influencia multidisciplinaria y multicultural hasta hoy no se considera, pero no era parte de este libro. Así, no se alude al Freud de Ricoeur, Marcuse, Fromm, Sartre, Octavio Paz y otros, pero esto no lo debemos exigir porque ya no es Psicoterapia integrativa.
Otro mérito del libro son sus conceptos originales: "Cognición afectivo-dependiente", "Usos no comunes" de los factores comunes a toda psicoterapia (relevado por J. Frank y reconfirmado científicamente el 2015 por Wampold), "Self diádico", "Ambiente y conducta patodistónica", "Perdedor puntual… ganador existencial", el diagnostico fino ligado al self y a los seis paradigmas.
Más allá de esto el libro logra "una teoría global unificadora capaz de integrar el conocimiento válido". A mi juicio lo logra en todos los niveles, pero mejor aún: los integra y dialectiza. El libro construye una Teoría de teorías, un Diagnóstico de diagnósticos y una Técnica de técnicas. Integra los seis paradigmas, los "factores comunes", el pasado-presente-futuro, lo general, particular y singular, la ciencia abstracta y el instante artístico-terapéutico-singular.
Se explicitan los desafíos de la psicoterapia del siglo xxi y se los enfrenta. El autor oscila entre lo nomotético y lo idiosincrásico sin descuidar nada… ni a nadie. Menciona más de doscientos "principios de influencia" que no alcanzan a entrar en este libro. El autor logra "humanizar la causalidad".
Creo que es el mejor libro de psicoterapia que haya leído en mi vida, y uno de los mejores de psicología. Roberto Opazo Castro hizo un libro digno de compararse con el de Jaspers, citado en el epígrafe.
PS. JORGE CARLOS GISSI BUSTOS
Psicólogo, Pontificia Universidad Católica de Chile
Ph.D., Università Gregoriana di Roma
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1 Se trata de dos autores premiados en México, EUA y Francia, creadores de varios libros, organizaciones comunitarias y muchos artículos.