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Zully Moreno, la Greta Garbo local

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En las antípodas de Tita Merello, Zully Moreno es la figura de una verdadera diva al estilo hollywoodense que paseó su éxito por el mundo. Hermosa rubia platinada de cejas finitas y ojos entrecerrados logró llegar a los protagónicos a la medida de sus sueños de Villa Ballester.

Medía un metro setenta y dos, y aunque al principio lucía un poco gordita y desgarbada, se impuso un refinamiento con resultados de diva.

Elegante y misteriosa, conocedora de la moda, en su época de esplendor se compraba de su bolsillo un vestuario y joyas inaccesibles para cualquier presupuesto. Dotada para la comedia, fue en el melodrama y el drama donde imprimió su impronta de estrella poderosa en los años del cine nacional, y se preocupó especialmente para mejorar como actriz.

También su propia historia es digna de una película, con todos los matices. Un comienzo duro, el ascenso, la fama, el exilio, el dolor, la depresión y un retiro prematuro que cimentó aún más su leyenda. Solo tenía 39 años cuando desapareció de la vida pública.

Nació en Villa Ballester el 17 de octubre de 1920. Pero la infancia sin preocupaciones terminó cuando murieron su padre y su hermano mayor. Apenas pudo, trabajó para aportar al presupuesto familiar.

En esos comienzos en una tienda donde trabajaba con un famoso vestuarista, Ramón Both Deles, y en sus primeros pasos en el cine como extra llegaron las inevitables humillaciones: la criticaban por su altura y decían que no podía dedicarse al cine porque no entraba en cuadro y que era mucho mejor para las tareas domésticas. Los comentarios despreciativos para la figura de la mujer existieron siempre.

Cuenta la leyenda que quien reparó en ella fue Niní Marshall, una suerte de madrina artística, cuando hacía de extra en Cándida. Le pidió al director un primer plano para agregar belleza a la producción. Así fue como comenzó una carrera ascendente en la que demostró que sabía no solo de moda (introdujo a Horace Lannes al mundo del cine), sino también de iluminación.

Cuando se enamora de Luis César Amadori armaron un equipo de igual a igual, realmente imparable. Se casaron y llegó el éxito de Dios se lo pague, el primer film argentino en ser elegido para optar por un Óscar como el mejor film extranjero, de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood.

La película se exhibió en Londres y Nueva York y marcó la entrada de la dupla a Argentina Sono Film, que terminó siendo de su propiedad. Después rodó muchos films: De México llegó el amor (1940), Por la luz de una estrella (1941), Orquesta de señoritas (1941), Los martes orquídeas (1941), Papá tiene novia (1941), Cuento de crímenes (1942), Fantasmas en Buenos Aires (1942), El pijama de Adán (1942), Un ángel vino del cielo (1942), El profesor cero (1943), En el último piso (1943), Apasionadamente (1945), Stella (1945), Su hermana menor (1945), Cristina (1946), Dos ángeles y un pecador (1946), Celos (1947), La gata (1947), Nunca te diré adiós (1947), el punto de inflexión con Dios se lo pague (1948), La trampa (1949), Nacha Regules (1950), Tierra baja (1951), Pecado (1951), María Montecristo (1951), Los no deseados (1951), La mujer de las camelias (1953 que ganó un Golden Globe), La dama del mar (1954), La calle del pecado (1954), El barro humano (1955), El amor nunca muere (1957), Madrugada (en 1957, por el que ganó un Goya), Amor Prohibido (1958), La noche y el alba (1958), Una gran señora (1959) y El fraude fabuloso (1960).

Con la caída de Perón, Zully Moreno se exilió con su marido en España. Ella siguió filmando, recibió premios y ofertas para trabajar con los actores más famosos del momento, como con Vittorio Gassman, pero no las aceptó. Regresó a nuestro país en 1970; un año más tarde fallece el hombre de su vida y la depresión en la que se sumerge por ese dolor fue terrible.

No volvió a trabajar como actriz. Apareció por última vez en público en el teatro Maipo, de su propiedad, espléndida y lejana en un palco, siempre inalcanzable. Fueron breves minutos durante los aplausos del final de función de una obra. Todas las miradas convergieron en esa mujer vestida con trajecito blanco, tan acorde con su misterioso perfil bajo.

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