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Investigación y metodología

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La perspectiva teórico-metodológica de la investigación en la que este libro se basa se inscribe en el dominio de la sociología y antropología de la salud, siguiendo los lineamientos de la investigación cualitativa. Como técnica, se utiliza el análisis de narrativas desde un abordaje sobre procesos de salud y enfermedad que discute con las pretensiones de neutralidad moral y objetividad científica. Asimismo, se señala que las prácticas y los saberes sobre padecimientos y malestares están mediados por procesos sociales, económicos, políticos, morales y de género (Scheper Hughes, 1992; Farmer, 2003; Epele, 2010).

Esta perspectiva permite determinar los modos en que dichos procesos toman forma, fragilizan, modelan y son modelados, se hacen evidentes, se ocultan o naturalizan; es decir, son vividos, corporizados, padecidos, resistidos y simbolizados por estos conjuntos sociales. El seguimiento y la lectura de estos procesos, a través de padecimientos crónicos como la migraña, imponen un recorrido que privilegia e ilumina determinadas prácticas, vínculos, emociones, experiencias y sentidos que, desde otra aproximación y otra temática, quedarían oscurecidos o desdibujados (Epele, 2010: 39).

Los fundamentos teórico-metodológicos de la investigación se orientaron hacia una perspectiva fenomenológica crítica en la que se reconocen las relaciones del yo con los otros, teniendo en cuenta los contextos y las situaciones locales en que se producen dichas interacciones y experiencias (Scheper Hughes y Lock, 1987). Este abordaje se articuló con una perspectiva hermenéutica que permite estudiar los relatos de los distintos conjuntos sociales investigados.

La elección del análisis de narrativas desde una perspectiva que combina la fenomenología con la hermenéutica se ubica dentro de una trayectoria de estudios sobre procesos de padecimiento, enfermedad y sufrimiento que recurren a esta metodología para acceder a las experiencias de las personas mediante el relato de situaciones y eventos vividos con el dolor. Esto no implica reducir la vida a la dimensión del discurso, ya que la experiencia excede siempre las posibilidades de su narrativización. No obstante, narrar y contar se vuelven una dimensión fundamental en la vida de las personas y en el significado de sus experiencias (Margulies, Barber y Recoder, 2006).

Los dolores de cabeza adquieren características diversas de acuerdo con los conjuntos entrevistados; no sólo se identifican diferencias entre pacientes, profesionales y entorno, sino también dentro de cada uno de estos grupos. A modo de ejemplo, no todos aquellos que dicen tener migraña concurren a los servicios de salud; consecuentemente, las trayectorias y las convivencias con estos dolores requieren un estudio que no quede reducido a la institución hospitalaria.

La inclusión de los relatos de médicos, pacientes y personas que conviven o están en relación directa con ellos (familiares, parejas, amigos, etc.) se debe a que dicha combinación y su análisis conforman una especie de trípode que da forma y sentido a estos dolores de cabeza. Es decir, para entender las dinámicas de dolor, es necesario tener en cuenta las diferentes narrativas y los modos en que se articulan. Por eso, si bien distintos estudios desde las ciencias sociales trabajan con poblaciones vulneradas, en muchos casos, excluidas del ámbito laboral formal y con diferentes obstáculos en el acceso a los sistemas de salud, en este libro se focaliza en aquellos que tienen trabajo y acceden a consultas médicas. Este recorte del referente empírico hizo posible indagar y analizar los modos de padecer de manera crónica, vinculados con las transformaciones que produce el capitalismo contemporáneo en quienes están “incluidos”, que generalmente quedan invisibilizados frente a la emergencia social que generan las enfermedades y las catástrofes de salud en poblaciones pobres y vulneradas. A su vez, al incluir un rango amplio de variación de tipos de trabajos y niveles socioeconómicos –empleados en el servicio doméstico, operarios de fábricas, profesionales universitarios–, se hace posible analizar las variaciones de los padeceres en relación con niveles de ingreso, lugar de residencia, acceso a diferentes servicios de salud y condiciones de vida en general (expresados por los entrevistados).

Incluir esta variación hace posible dar consistencia, en la investigación, a los modos en que las condiciones de vida, los tipos de trabajos, las opresiones rutinarias, la diferenciación de las trayectorias de atención y cuidado se encuentran mediados por niveles socioeconómicos que intervienen en los modos de padecer, y de buscar alivio y bienestar.

Para llevar a cabo esta tarea, el estudio de los relatos se convirtió en una herramienta central porque permitió identificar la heterogeneidad dentro de la aparente homogeneidad, y dar cuenta de los distintos modos de padecer un dolor aparentemente “banal” y “común”, teniendo en cuenta condiciones sociales, económicas, de género, laborales, morales y emocionales.

Dicho análisis visibiliza experiencias corporales y emocionales con los dolores que exceden ampliamente las nociones biomédicas de enfermedad. Este registro a través de las narrativas evidencia que el análisis de lo que dice el otro que le pasa sólo es posible sabiendo que ese lugar le corresponde al otro y que se da a través de la articulación de esas experiencias con el lenguaje.

Idiomas del dolor crónico

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