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Plan del libro

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Este libro analiza la variabilidad, la combinación y la heterogeneidad de experiencias, prácticas y saberes que involucran este tipo de dolores de cabeza. Es decir, cómo la migraña es vivida, sentida, corporizada, modelizada y tratada, tanto por los saberes expertos como por las personas que la padecen y sus vínculos próximos. Por eso, la organización de los capítulos podría haber sido otra, ya que los modos de articulación entre ellos son múltiples y diversos.

En el primer capítulo, se indaga y analiza la construcción biomédica del diagnóstico de la migraña. Se describen las características de estos dolores crónicos y las tensiones con la biomedicina a partir de su falta de evidencia biológica.

El objetivo del segundo capítulo es analizar la relación entre migraña y vida cotidiana. A partir de la noción de “biografía del dolor”, se describen los “orígenes” de estos malestares, de acuerdo con los relatos de los pacientes.

En el tercer capítulo, se indaga en la relación entre saberes/tratamientos biomédicos y las trayectorias de cuidado de quienes tienen migraña. El carácter crónico de estos dolores de cabeza y la falta de eficacia y certezas en los tratamientos biomédicos hacen que, en numerosas ocasiones, las personas realicen reiteradas consultas a los profesionales, así como a otras medicinas o espacios, en búsqueda de alivios y mejoras que se analizan a partir de las nociones de autocuidado, espera y paciencia.

En el cuarto capítulo, se analiza, a partir de los relatos, cómo en los desencadenantes del dolor conviven estados emocionales, géneros y moralidades. Es posible reconocer ciertas anatomías morales que también se expresan en clave de género y refieren a emociones más o menos aceptadas que, en los intentos por regular, ocultar o modificar, producen dolores que se categorizan, luego, como migraña. También, se identifican distintas explicaciones en torno al dolor, asociadas con las vidas en centros urbanos.

Teniendo en cuenta la articulación entre el mundo del trabajo y este tipo de dolores, el quinto capítulo analiza las prácticas, las actitudes y las expresiones corporales de las personas ante la aparición de los dolores de cabeza en los ámbitos laborales.

El sexto capítulo analiza tanto los relatos de quienes padecen migraña como de su entorno en un eje que conecta la noción de (des)encuentros con las categorías de yo-tú. La aparición del dolor instala una serie de dicotomías tales como “adentro-afuera”, “clausuras-aperturas” que muestran la imposibilidad de traspasar ciertos límites de parte de los otros.

Por último, en el séptimo capítulo se expresan las conclusiones de este libro.

1. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/headache-disorders (consulta: febrero de 2016).

2. La diferencia entre “cefalea” y “migraña” reside en que la primera abarca distintos dolores de cabeza, dentro de los cuales la migraña es uno. De acuerdo con el estudio citado, la migraña es uno de los dolores más frecuentes que pueden experimentar las personas, y su frecuencia puede alcanzar hasta los quince días al mes, con duraciones de tres, cuatro o más horas por día (https://www.telam.com.ar/notas/201301/5654-migranas-cronicas-un-desafio-mayor-en-verano-para-quienes-la-padecen.php; consulta: enero de 2013).

3. “La OMS reconoce a la migraña crónica como enfermedad incapacitante”. Télam (Sociedad), 15 de agosto de 2012. Disponible en https://www.telam.com.ar/notas/201301/5654-migranas-cronicas-un-desafio-mayor-en-verano-para-quienes-la-padecen.php (consulta: enero de 2013).

4. En este libro, la categoría de género es una dimensión que atraviesa el estudio de las emociones descriptas por quienes dicen tener migraña. De acuerdo con Butler (2001), el género es algo que se construye a lo largo de la vida y nunca es un producto terminado, sino en permanente proceso. El género es algo que alguien hace, construye e interpreta. Es el significado cultural que el cuerpo sexuado asume, pues el sexo se constituye a través del género, el sexo es género.

5. Esta investigación se adecuó a los criterios de consentimiento informado y confidencialidad que se aplican en los estudios sobre salud, con el fin de asegurar los derechos de los participantes, así como también resguardar su identidad. Con respecto al manejo de la información, y para evitar cualquier rasgo identificatorio o personal, se modificaron los nombres de los entrevistados (manteniendo edad y género). Las personas entrevistadas son mayores de dieciocho años. Para realizar el trabajo de campo en el servicio de salud, se llevó a cabo el proceso de evaluación requerido a través del comité de ética, cumplimentando los requerimientos del hospital. Tanto el proyecto como las hojas de información y de consentimiento informado fueron aprobados en marzo de 2010.

6. El trabajo de interpretación se complementó con lectura y análisis de contenido de fuentes escritas secundarias, tales como: investigaciones epidemiológicas sobre la migraña; publicaciones dentro del hospital, folletos, noticias, y publicaciones de organismos de salud nacionales e internacionales.

7. Se realizaron cuarenta entrevistas en profundidad en el hospital a personas con migraña (veintiocho mujeres y doce varones) y se siguieron quince casos a lo largo del tiempo. En la misma institución se entrevistó a dieciocho médicos neurólogos de los cuales cinco eran especialistas en migraña; seis, residentes del último año del área de neurología y siete, médicos neurólogos generales.

Por fuera de la institución se entrevistó a cinco médicos neurólogos especialistas en tratamientos para el dolor y cefaleas, y a catorce personas con dolores de cabeza que categorizaban como migraña en distintos contextos laborales (fábricas, oficinas, instituciones educativas, consultorios). Por último, se entrevistó a veintidós personas vinculadas directa o indirectamente a personas con estos dolores de cabeza (familiares, parejas, amigos).

8. La sala de espera para las personas que se atendían por migraña era compartida con pacientes que concurrían al hospital por diferentes problemas neurológicos. La atención comenzaba alrededor de las 9 de la mañana; y, entre esa hora y las 10, eran los momentos de mayor concurrencia en ese servicio, dado que, si bien las personas tenían turnos tomados previamente, se las llamaba por orden de llegada. Estos diálogos permitieron conocer los cambios y las consecuencias durante los tratamientos, así como diversas cuestiones de la cotidianidad con los dolores de cabeza, que no se habían mencionado en las entrevistas previas.

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