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Prólogo

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María Epele

La interrogación sobre el sufrimiento social y el subjetivo irrumpió abruptamente para conmover de forma indeleble los modelos de inteligibilidad contemporánea en ciencias sociales y antropología en general, y en salud en particular. En lugar de ser un neologismo o una noción técnica dentro de un horizonte teórico inédito y en emergencia, la diversidad de aproximaciones al sufrimiento está marcada por las ambigüedades y las vaguedades que arrastra de sus cargadas y diversas genealogías en la vida cotidiana, en el sentido común.

Por un lado, la multiplicación y la diversificación de desarrollos sobre el sufrimiento social y el subjetivo han transformado las aproximaciones teóricas, los métodos y las técnicas, y la agenda de las intervenciones sobre los padecimientos. Por otro lado, el ingreso del sufrimiento en las coordenadas de inteligibilidad de las sociedades contemporáneas no se ha restringido al dominio académico. Desde un primer momento, el sufrimiento social viene participando de los discursos y los programas políticos que buscan mitigar las consecuencias de las transformaciones del capitalismo, la violencia rutinaria y extraordinaria, y las crisis económicas, políticas en diferentes regiones del mundo. Al categorizar como sufrimiento una diversidad de experiencias y prácticas, el repertorio de acciones e intervenciones políticas, sanitarias y sociales ha modificado sus características y sus objetivos. Además, la multiplicación de imágenes de sufrimiento y dolor en lugares cercanos o lejanos, a través de los medios de comunicación, viene promoviendo no sólo su mercantilización y su naturalización. También, viene modificando las sensibilidades, los umbrales y las categorías emocionales, de sentido y de respuestas sociales y políticas.

Como parte del mismo proceso de proliferación de estudios sobre el sufrimiento social, se han ido diversificando las perspectivas de abordaje. Por un lado, se encuentran aquellos que consideran el sufrimiento como experiencias reales, padecidas por los sujetos colectivos e individuales y que se corresponden vis a vis con procesos y experiencias dominantes en las sociedades contemporáneas (desigualdad, pobreza, violencia, guerras, etc.). Desde esta perspectiva, los desarrollos académicos –y políticos– sobre el sufrimiento no hacen otra cosa que representar las experiencias reales de padecimiento y las realidades sociales. Es decir, algo (características, intensidad, etc.) en las experiencias de sufrimiento se ha modificado en nuestras sociedades, y estas modificaciones encuentran su expresión –y su interpretación– en los desarrollos teóricos sobre él.

Por otro lado, se encuentran aquellos para los que la creciente relevancia del sufrimiento puede ser considerada una suerte de espejismo producido por cambios en las economías simbólicas, las lógicas discursivas y de los idiomas del dolor, que se corresponden con procesos complejos de traducción y encubrimiento de la desigualdad, la pobreza y la injusticia en contextos históricos particulares. Desde esta perspectiva, se privilegian las lógicas de poder, las economías de la marginación, los discursos y las emociones que se producen y reproducen en las sociedades, diluyendo el estatuto de realidad de las experiencias y sus categorizaciones por parte de los sujetos y las poblaciones.

En este ya complejo laberinto, lleno de bifurcaciones, espejismos, atajos, malentendidos, traducciones y callejones sin salida, en el sufrimiento social y las experiencias del dolor convergen desafíos teóricos, otras metodologías y análisis, revisiones críticas de las lógicas de poder, de las economías simbólicas y de las formas inéditas de desposesión en las periferias del capitalismo. Dentro de este laberinto, sin embargo, todavía son escasos los estudios en sociología y antropología de la salud que asuman estos desafíos, los confronten y, a su vez, abran nuevos interrogantes y problemas en términos de la vida urbana en las grandes metrópolis de Latinoamérica y del sur global.

La investigación de Romina Del Monaco sobre los dolores crónicos en contextos urbanos del Área Metropolitana de Buenos Aires no sólo responde a esta necesaria y –ya ineludible– agenda teórica. También, aporta nuevas y complejas dimensiones y categorías, y a la vez regionaliza geográfica y temporalmente dichas modelizaciones. Respetando su genealogía terminológica del siglo XX (tercer mundo, subdesarrollo, etc.), pareciera a primera vista que, en nuestros países del denominado sur global, no hubiera más lugar conceptual y simbólico que para las grandes catástrofes sanitarias, epidemias, hambre y desnutrición, dolencias y muertes relacionadas con la salud sexual y reproductiva, uso de drogas de mala calidad, lesiones y muertes por violencia de género, cotidiana, por accidentes e inseguridad. No obstante, Del Monaco, con su estudio sobre dolores crónicos, abre el espacio conceptual, para que nuestra mirada pueda incluir la complejidad de modos de padecer en la vida cotidiana, para explorar sus particularidades, y para sistematizar las características que el sistema de salud y de cuidado adopta en sus tratamientos, en contextos urbanos de esta área metropolitana.

Focalizando en el caso de la migraña, la autora examina y problematiza, con claridad, profundidad y en detalle, la cartografía contemporánea de padecimientos y dolencias en la que el dolor crónico emerge como categoría inédita. A diferencia de las enfermedades crónicas por un lado, y los dolores agudos por el otro, el dolor crónico asume dos características centrales: la ausencia de lesiones o problemas fisiológicos ciertos y validados por la medicina basada en la evidencia; y la falta de tratamiento biomédico efectivo que “cure”, o bien que permita contrarrestar por completo los síntomas del dolor de cabeza categorizado como migraña. La combinación de estas dos dimensiones promueve ciertas particularidades inéditas en el dominio del sufrimiento. En primer lugar, este tipo de dolor no sólo carece de las coordenadas de legitimidad para los padecimientos en las sociedades occidentales. También, y por esta misma razón, erosiona las bases de credibilidad que requieren los padeceres para ser reconocidos por otros en la vida cotidiana, en su estatuto social de realidad y verdad. Finalmente, al prolongarse en el tiempo, aunque con intermitencia, este tipo de dolor, en el caso de la migraña, además, se entrelaza con las actividades rutinarias y contamina los vínculos próximos, de soporte y cuidado que producen, para aquellas personas que los padecen, modos de sociabilidad y de subjetivación marcados por movimientos de apertura y clausura con el mundo vivido.

Confrontando las cargas y las neblinas semánticas que hacen del dolor de cabeza migrañoso un problema invisibilizado, la investigación adopta la aproximación metodológica cualitativa, específicamente la técnica analítica de la narrativa, que tiene un poder de resolución privilegiado para el estudio de las experiencias de padecer y sus sentidos. Con el análisis de las narrativas sobre las características acerca de la migraña, sus tratamientos y sus modos de vivirlo cotidianamente, Del Monaco ha podido desentrañar, a través de la compleja madeja de palabras, sonidos, expresiones, cuerpos, movimientos y sentidos, un repertorio de áreas sensibles y relevantes, cuya exploración convierten a este libro en un viaje original e inédito por las experiencias de dolor crónico en nuestros contextos sociales.

Del mismo modo que la investigación de los dolores crónicos hace visible e ilumina dominios que de otro modo quedarían interdictos a la mirada, al análisis y a la crítica, el recorrido de este libro explora procesos, experiencias y realidades de malestar que generalmente quedan ocultos o no dichos, bajo la dominancia y la urgencia de las grandes catástrofes de la salud en las cíclicas y devastadoras crisis económicas y políticas de la historia reciente de la Argentina.

El recorrido del libro se inicia con la problematización en detalle de las particularidades del diagnóstico y los modos en que el dolor crónico expone los límites, las insuficiencias y las ineficacias de sus fundamentos clásicos y los abordajes terapéuticos tradicionales de la biomedicina. La autora examina los modos en que “la palabra y la descripción de los síntomas” se transforman en la base de la construcción diagnóstica y terapéutica en los centros de atención de los sistemas públicos de salud. El problema de la palabra, los recursos para sortear las dificultades de su expresión, las coordenadas de su credibilidad y sus estatutos de realidad, legitimidad y verdad en las diferentes áreas de la vida cotidiana se convierten en centrales para la inteligibilidad de la convivencia con este tipo de padecimiento. En lugar de ser una sofisticación intelectual, la relevancia de este análisis se demuestra en los modos en que el dolor dificulta el desarrollo de las actividades laborales, modifica y deteriora los modos de sociabilidad, de habitar los espacios cotidianos, y los vínculos con las redes sociales.

A su vez, la exploración de esta forma de padecer se enriquece con la interrogación sobre los procesos de corporización progresiva de los malestares en la vida urbana, y sus vínculos con los modelos emocionales que emergen en su experiencia y en sus patrones de simbolización. De este modo, la diversidad y la dominancia de ciertos modelos de inteligibilidad varían de acuerdo con género, clase social, trayectorias terapéuticas y de cuidado de sí y por parte de otros.

A través de este recorrido por las principales zonas de fricción que el dolor crónico de migraña produce en la cotidianidad bajo las coordenadas del capitalismo contemporáneo, la autora resuelve de forma creativa las modificaciones que estos procesos producen en la subjetivación, en la microdinámica yo-otro, y en sus sentidos.

Finalmente, al hacer visible los laberintos, las fricciones, las encrucijadas y las transformaciones que los dolores crónicos, como la migraña, producen en sujetos colectivos e individuales, abre también a la mirada y al análisis crítico los modos en que la vida urbana, bajo las coordenadas del capitalismo contemporáneo, produce malestares y dolencias, corroe los cuerpos, modifica las sensibilidades, los modos de sociabilidad, de bienestar y de salud en estas poblaciones.

Idiomas del dolor crónico

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