Читать книгу Entre dos ríos - Romina Zanellato - Страница 19

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Cada uno clavaba su palo en la arena húmeda que bordeaba el río, sobre la huella negra de la tierra empetrolada. En los primeros metros teníamos que buscar y resolver el tema del bastón natural, las ramas tenían que ser largas y firmes, para que nos ayudaran a seguir la caminata. Eso era difícil de encontrar en una vegetación de desierto, rala. Pero lo lográbamos. Solíamos dejar todos los palos en un lugar secreto para buscarlos al día siguiente. En el camino había claros y otras veces nos teníamos que meter entre las varillas peludas para avanzar por la barda, sobre el borde del agua.

Hay partes en el río donde lo húmedo y lo seco se separan abruptamente en poco espacio, como dos ecosistemas que conviven de manera artificial en un mismo lugar.

Por las mañanas salíamos con Santo y la perra, a veces venía alguno de mis primos, muy pocas veces mi abuela. Íbamos en fila india, manteníamos una conversación enciclopédica: yo le preguntaba qué era eso o cómo surgía tal planta y él me contaba. Mi abuelo parecía saberlo todo.

Entre dos ríos

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