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ОглавлениеCapítulo 1
Construir puentes misioneros entre Suecia y Perú
Carlos Olsson
Aprender de la vida
Mis padres se llamaban Karl Ingemar Olsson y Ellen Astrid Ingeborg Olsson. Nací el 3 de marzo de 1943 en Hjälmseryd, en el condado de Blekinge en el sureste de Suecia. Teníamos una pequeña granja. Mi padre murió cuando yo tenía cuatro años y mi madre se quedó con tres niños: Margaretha de ocho años, Hans de siete y yo. Mi madre tuvo que vender la propiedad para sacar adelante a la familia. Compró una pequeña casa en el pueblo de Fågelmara, donde a la edad de siete años, comencé a estudiar. Completé mis estudios de secundaria en la ciudad de Karlskrona, a treinta kilómetros de allí.1
Junto con mis hermanos Hans y Margaretha, escuché el evangelio desde la infancia, gracias a nuestra madre Ellen, que diariamente nos leía la Biblia y nos llevaba a los cultos de la iglesia y la escuela dominical. Esta educación cristiana me hizo aceptar a Jesucristo como mi Salvador personal a los nueve años. Me bauticé por inmersión en la Iglesia Pentecostal, Filadelfiaförsamlingen en Jämjöslätt. Lleno de entusiasmo, comencé a ayudar con lecturas de la Biblia, testimonios y canciones en los cultos.
Después de mis estudios técnicos en Karlskrona, comencé a trabajar en la fábrica Volvo de Gotemburgo, la segunda ciudad más grande de Suecia. Solía visitar la Iglesia Pentecostal Smyrnakyrkan. Al año decidí asistir a la escuela bíblica que la iglesia organizaba cada otoño. Fue un cambio radical que Dios estaba obrando en mi vida. Fui aceptado gracias a la carta de recomendación del pastor Olof Nilsson, en Jämjöslätt, Blekinge. Al terminar estos estudios, me trasladé al departamento de Dalicarlia con Hans-Olof Linddahl, hijo de un pastor y juntos ayudamos al pastor Arne Widholm en su ministerio.
Después de dieciocho meses de trabajo en Sörsjön y Älvdals-Lövnäs, empecé a trabajar como ayudante de un pastor en Älvdalen, Eric Cullman, a setenta kilómetros al sur. Ahí experimenté nuevamente que Dios me estaba hablando acerca de la obra misionera. Necesitaba mayor preparación y decidí asistir a un curso de verano para futuros misioneros en la escuela bíblica de Kaggeholm. Me trasladé a Estocolmo alrededor del año 1967 con este fin y también para ver si lograba ingresar a la escuela de medicina.
En 1968 fui llamado al servicio militar en Sollefteå, una ciudad a ochocientos cincuenta kilómetros al norte de la capital sueca. Me otorgaron un buen número de medallas de honor, pero lo más importante fue que comencé una misión fructífera y próspera en la Iglesia Filadelfia de Sollefteå como líder de un grupo juvenil entre varias iglesias de nuestra denominación.
Entrenado para aprender de otras culturas
En abril de 1969, cuando estaba a punto de terminar mi servicio militar, fui invitado a trabajar como voluntario en Argentina durante uno a dos años para ayudar a misioneros a fundar un orfanatorio. Originalmente creía que Dios me había llamado a la obra misionera en un país africano, como el Zaire o Congo, pero lo consideré como una buena oportunidad para poner a prueba mi vocación y para aprender español.
Un recorte periodístico dice así: «El culto juvenil fue dirigido por el joven evangelista Göran Olsson… El culto misionero … tuvo un carácter internacional. El evangelista Göran Olsson representó a América del Sur, a donde viajará dentro de un par de meses».2
Eramos tres jóvenes que nos habiamos unido al proyecto y decidimos viajar juntos. Abordamos el tren a Italia a finales de octubre de 1969. Salimos del puerto de Génova donde Cristóbal Colón, el descubridor de América había nacido unos quinientos treinta años antes. Con nuestro hermoso barco Flavia, con más de mil pasajeros, llegamos a Buenos Aires en dieciocho días. El misionero, Sture Andersson nos recibió con gran entusiasmo y nos llevó en su camioneta. Después de viajar dos días a través de Rosario, Córdoba y Tucumán llegamos a «Salta la Linda», al pie de los Andes fascinantes, a mil ochocientos cinncuenta kilómetros de la capital argentina.3 La ciudad tiene seiscientos mil habitantes y está en el norte de la Argentina.
La obra fue muy variada. Entre otras cosas conduje la camioneta para adquirir víveres y materiales de construcción. También trabajé en la instalación de agua y directamente en la construcción de nuevos bloques de comedor, cocina y alojamiento, a la par de un constructor de Landsbro, Suecia y con dos peones matacos indígenas de Villa Montes, Bolivia. Ya que previamente había estudiado tres idiomas, me fue fácil aprender un cuarto idioma por mi cuenta. Empecé a enseñar español a mis compañeros de trabajo y, después de menos de tres meses, comencé a testificar, predicar y cantar en los cultos. Después de ocho meses en Salta, acompañé en un amigo sueco a Santiago de Chile, donde apoyamos a algunos misioneros suecos durante tres meses transformando el Teatro Matta en «Templo Matta».
Volví a Salta y continué trabajando hasta que logré alcanzar un total de quince meses. Recibí una invitación de otro misionero, Gunnar Axell, a quien ayudé en la isla de Apipé Grande, en el río Paraná, Provincia de Corrientes durante cuatro meses.
Yo quería conocer mejor el país y viajé con un amigo misionero a Mendoza, donde los misioneros Henriksson trabajaban con gran eficacia. Los apoyé en el trabajo de la construcción y en los cantos en sus cultos. Otro misionero, Nils-Erik Forsberg, me invitó a apoyar el trabajo en Río Cuarto por unos meses mientras su esposa y él regresaron a Suecia. Junto con Gunnar, hijo de Nils-Erik, experimentamos un «avivamiento». Tuvimos la oportunidad de bautizar a un buen número de personas. Nunca olvidaré el culto de Navidad, donde el poder del Espíritu Santo me otorgó su unción. Gunnar Forsberg comentó que prediqué un mensaje de gran bendición. Esta experiencia confirmó una vez más mi llamamiento como misionero.
En 1972 entendí que ya era el momento de regresar a Suecia porque empecé a extrañar a mi familia y a mi patria. También estaba aburrido de vivir solo y quería casarme. Antes de regresar a Suecia quería conocer unos países más de América Latina para aprender de su cultura, geografía y gente. Visité Chile y Paraguay. El misionero Nils-Erik Forsberg me dio una carta de recomendación y con esto en mi maleta viajé en bus y tren hacia Cochabamba, Bolivia. Continué mi viaje a través de La Paz hasta la ciudad de Cuzco, Perú.
El milagro de encontrar a mi futuro suegro
Los misioneros suecos Bengt y Kerstin Lundkvist, Per y Brita Anderås, me habían invitado a colaborar con ellos en la ciudad de Huancayo, Perú. Llegando al país, aproveché la oportunidad de visitar el lago Titicaca y las famosas ruinas de Machu Picchu. Un domingo por la tarde, me acerqué a la recepción de mi hotel, Ambassador, para conseguir la dirección de una Iglesia Evangélica en Cuzco. Me dieron la información sobre una Iglesia Bautista y en la noche asistí a un culto en esa iglesia acompañado por el recepcionista. Allí el hombre de negocios y misionero laico Juan Cueva compartía sobre el trabajo misionero de amen (Asociación Misionera Evangélica a las Naciones), de la que era fundador y presidente. Hablé con él después del culto y me enteré que era amigo de los Anderås y Lundquist, a quienes yo había planeado visitar. Don Juan Cueva, me pidió que yo visitara su casa para dejarle una carta a su esposa, la hermana Celestina.4
Al día siguiente tomé el autobús Hidalgo y cuarenta y ocho horas más tarde llegué a la ciudad incontrastable de Huancayo, situada a tres mil trescientos metros sobre el nivel del mar. Ya que era medianoche, me quedé con otros dos turistas en un hotel. Al día siguiente busqué la casa de los misioneros suecos y pedí a Bengt, «Beni», que me llevé a la casa de la familia Cueva en la calle Huancas 533. Cuando llegué, una señorita con el nombre de Anita me abrió la puerta. Me preguntó amablemente «¿Cuánto tiempo se quedará en el Perú?». «Siete u ocho días», le contesté. Yo no sabía entonces que esos días se convertirían en meses, que me iba a casar con ella y que juntos íbamos a viajar a Suecia.
Anita había terminado sus cinco años de estudios universitarios y estaba trabajado como contadora auxiliar en una conocida empresa de construcción. Ella era muy activa en la Iglesia Evangélica Peruana del distrito El Tambo; era una líder en la Comunidad Bíblica Universitaria (cbu), equivalente a International Fellowship of Students (ifes) en el Reino Unido. Trabajaba con entusiasmo con la misión de Juventud para Cristo (jpc), movimiento internacional dedicado a la evangelización de jóvenes y capacitación de líderes juveniles.
Como Anita era la mejor amiga de la misionera sueca Kerstin Anderås de Lundquist, en cuya casa yo estaba viviendo, tuvimos muchas oportunidades de vernos. Cuando yo participaba con cantos cristianos en el Canal 3 de Televisión Huancayo, ella también colaboraba de distintas maneras. Así que poco a poco llegamos a acercarnos. El 16 de septiembre de 1972 «pedí la mano» de Anita a sus padres, al estilo peruano, es decir, pidiendo permiso primero a sus padres para casarme con la hija y luego llamando a la hija para entregarle el anillo de compromiso. Nos casamos el 4 de noviembre en la Iglesia Metodista de Huancayo ante cientos de personas. El oficiante fue el misionero sueco Pedro Anderås, ahora con el Señor.
Luna de miel y regreso a Suecia
Comenzamos nuestra luna de miel viajando en bus por América Latina, hasta la ciudad de Los Ángeles. Luego volamos a Suecia con escala en Londres. Cuando llegamos a Suecia tuvimos una preciosa recepción en la Iglesia Filadelfia en Jämjö, Suecia, junto con nuestros familiares, amigos y miembros de mi iglesia local donde aprendí a amar a Jesús. Fue un tiempo de descanso y sobre todo de adaptación donde ambos, mi esposa y yo, teníamos que adaptarnos tanto el uno al otro como a los patrones culturales suecos.
La decisión que transformó una ciudad
Después de unos meses, el pastor Owe Carlsson, nos programó una serie de visitas a sesenta iglesias pentecostales por toda Suecia, donde Dios nos utilizó de una manera muy poderosa.5 Los líderes de mi iglesia habían escrito una carta a cada una de estas iglesias preguntándoles si estarían dispuestas a adoptarnos como sus misioneros y enviarnos al Perú. Diez iglesias de distintos lugares en Suecia aceptaron apoyarnos financieramente durante un período de cuatro a cinco años en el Perú.
Al mismo tiempo averiguamos por cartas haciendo la pregunta: «¿Qué áreas en Perú son las más necesitadas para recibir el evangelio?» Nos pusimos en contacto con el misiólogo peruano Pedro Hockings de la misión Segadores de la Cosecha, quien nos entregó un mapa con el título Campos misioneros blancos del Perú, que significa lugares donde hay muy pocas o ninguna iglesia evangélica». Pedimos también apoyo de Paco Rebaza, para sacar datos estadísticos sobre la existencia de iglesias evangélicas en el Perú. Él nos dio detalles incluyendo mapas de todo el país y encontramos cuatro áreas: Pampas en la provincia de Junín en el centro, Chulucanas en la provincia de Morropón en el norte, la sierra de Arequipa y los alrededores de Tacna en el sur del país.
El 1 de noviembre de 1973 nació Ann-Caroline. Así que, ya no solo éramos dos personas sino tres, viajamos al Perú en 1974 y comenzamos el ministerio en la ciudad de Lima reemplazando a nuestros colegas, los misioneros Lennart y Boyan Lindgren por el lapso de un año. Desde Lima hicimos viajes de reconocimiento a distintos campos, de acuerdo con el mapa que mostraba los lugares sin una iglesia establecida: Tacna, Arequipa, Pampas, Piura, Sullana y Chulucanas.
En aquella época, había cinco iglesias en Piura y dos en Sullana. Al descubrir que Chulucanas y los pueblos inmediatos eran «campos blancos», es decir, sin presencia de una iglesia evangélica, entendimos que era allí donde Dios nos llamaba a predicar el evangelio. Nos pusieron en contacto con el misionero Ralph Leslie de la iglesia Asambleas de Dios en Piura, quien nos permitió permanecer en su casa durante siete días, mientras buscábamos un lugar donde vivir en Chulucanas. El Señor confirmó en nuestros corazones, dándonos paz y gozo, de que ese era el lugar que Dios había señalado para nuestro ministerio, porque vimos la realidad espiritual de esta ciudad, con una gran necesidad de transformación por el poder del Dios, mediante la predicación del evangelio.
Nos trasladamos a la ciudad de Chulucanas, el 10 de mayo de 1975.6 El sábado 24 de mayo de 1975 comenzaron los trabajos en la sala de nuestra casa en la calle Junín 932.7 La vivienda era un inmueble muy sencillo que antes había sido usado como garaje de camiones. Como parte del trabajo iniciado, colocamos un letrero fuera de la casa que decía:
IGLESIA CASA DE ORACIÓNMiércoles 7.30 p.m. OraciónSábado 7.30 p.m. Estudio bíblicoDomingos 10.00 a.m. Escuela dominicalDomingos 7.30 p.m. Predicación y cantos |
El culto de dedicación y envío como misioneros tuvo lugar el 8 de junio de 1974 en la iglesia de Jämjöslätt, Suecia. Aquí presentamos una traducción al castellano de algunos himnos del culto misionero realizado en el idioma sueco, el cual tienen un gran contenido misiológico:8
Culto de Dedicación Misionera en la Iglesia Filadelfia de Jämjöslätt de los misioneros Göran y Anita Olsson
8 de junio de 1974
Canción 1: Campos blancos, Himno 390
Parte de la letra de este antiguo himno dice en su parte del coro: Señor de la mies a ti rogamos. Envía segadores fieles.
Canción 2: A tierra desconocida quiero ir, Himno 295
A lugares desconocidos quiero ir, quiero ir,
donde la palabra de Dios no ha sido anunciada.
A esas multitudes que nunca han escuchado
de su gracia y su amor, su poder salvador.
Coro:
A tierra desconocida pronto quiero ir
para anunciar el maravilloso mensaje de salvación.
A los lugares más duros me llama Él a ir,
dejar todo lo que es fácil y cómodo.
Que me llamen soñador, loco o payaso,
yo solo quiero estar donde el maestro ha decidido que esté.
Multitudes hay que caminan perdidos
y que esperan ser trasladados a la luz.
Él me envía para reunirlos y llevarlos
al cielo a la casa de nuestro Padre celestial.
Canción 3: He aquí mira los campos blancos, Himno 49
Mira los campos blancos que esperando están.
¿Quién quiere encargarse de cosechar?
Han sido comprados con la sangre preciosa
de nuestro Salvador y por el sufrimiento que el tuvo al morir.
Coro:
Apúrate, apúrate cuando el Señor justamente te llama a ti.
La mies es mucha mas los obreros son pocos y demorar trae como consecuencia la muerte eterna.
Entra en acción. El Maestro te llama a ti.
Ya no hay tiempo para estar esperando.
Pronto nos llevará a su gloria para recibir
la recompensa por nuestro esfuerzo.
Yo quiero ir al campo a atar las gavillas,
mientras el llamado es actual y da fuerza
y valentía para cosechar,
antes de que el día termine.
Referencias
• Olsson, Carlos y Anita Cueva. Iglesia Casa de Oración Chulucanas, archivos en Lund, Suecia (1975).
• Olsson, Carlos. Memoria personal en Lund, Suecia (1976).
• Programa Culto de dedicación misionera en la Iglesia Filadelfia Jämjöslätt, Suecia (8 de junio de 1974).
Foto 06: Samuel Cueva y Carlos Olsson participando en un programa de televisión, Huancayo, Perú, 1972
Foto 07: Fachada del templo en Chulucanas, Perú, 1980
Foto 08. El primer encuentro con niños en la Plaza de Armas, Chulucanas, Perú, 1974
Foto 09: La primera escuela dominical en el primer local en la calle Junín 932, Chulucanas, Perú, mayo 1975
Foto 10: La laguna al pie de la casa del pequeño Felix le produjieron llagas que con curaciones y oraciones fueron sanadas, Chulucanas, Perú, 1975
Foto 11: Primera marcha, Chulucanas, Perú, 1976
Foto 12: Marcha con carros alégoricos, evangelísticos, Chulucanas, Perú, 2006
1 Olsson, memoria personal en Lund (1976).
2 Fyra världsdelar representerade vid möte på Nordingrå-konferens, Dagen, 23 de junio de 1969.
3 Olsson, memoria personal en Lund (1976).
4 Olsson, memoria personal en Lund (1976).
5 Iglesia Casa de Oración, Chulucanas, Archivos en Lund (1975).
6 Archivos en Lund, Iglesia Casa de Oración, Chulucanas (1975).
7 Ver más detalles, Archivos Iglesia Chulucanas, Lund (1975).
8 Ver programa Culto de Dedicación Misionera en la Iglesia Filadelfia jämjöslätt, Suecia (8 de junio de 1974).