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Prólogo de Verónica Schelander, profesora

Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla (Jer 18.1-4).

El señor Santodio Paz, uno de los diez mejores ceramistas de Chulucanas, tiene una autorización internacional para exportar cerámica peruana. Ha recibido muchos premios. Con esto queremos decir que Chulucanas ya no es una ciudad desconocida. Hoy con la luz del Evangelio, la ciudad y las familias han progresado hasta trascender a nivel internacional.

Así como la cerámica tiene un proceso largo de selección de arcilla, moldeado, cocción y algunos pintados, igualmente las personas de Chulucanas han experimentado un largo proceso para llegar a conocer a Cristo. Ahora muchos de estos niños y adultos han llegado a ser utensilios que en las manos del Alfarero, Dios, son de una inmensa utilidad y bendición.

Al principio el lodo no parece ser nada, pero el alfarero logra una obra de mucho valor gracias a un trabajo duro y minucioso. Si en el proceso algo sale mal, Dios lo vuelve a hacer. No se da por vencido y usa personas como usted y yo, hechas de barro para cumplir su propósito divino y perfecto. En una vasija simple de barro Dios puede demonstrar toda su gloria y resplandor. Todos tenemos la capacidad de llegar a ser como una preciosa cerámica de Chulucanas.

Cuando llegamos a la ciudad de Chulucanas no sabíamos que en este pueblo pequeño y polvoriento se iban a crear tantas vasijas bellas y útiles en las manos de Dios. Poco nos imaginamos que años más tarde, Chulucanas llegaría a ser conocida por su linda cerámica y menos podíamos saber que este lugar iba a mostrar la gloria de Dios. Cada vez que después de comprar alimentos en Piura, cruzábamos por el puente del río Piura, a la entrada de Chulucanas toda la familia Olsson cantábamos: «Chulucanas se ha de llenar de la gloria del Señor».

Dios ha sido fiel y ha cumplido sus promesas con nosotros.

¡A él sea toda la gloria!

Verónica Schelander, hija de Carlos y Anita Olsson

Lund, Suecia, 1 de julio de 2018

En las manos del alfarero

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