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ALMA, VIDA, MUERTE Y SHEOL
ОглавлениеLa comprensión adecuada del Salterio debe tomar en consideración el uso de una serie de términos que transmiten conceptos e ideas de gran importancia teológica para los creyentes en la actualidad. La teología bíblica está íntimamente ligada a las imágenes del mundo y la sociedad que se tenía en la antigüedad. El pueblo de Israel intentaba entender la naturaleza y la sociedad con la mentalidad religiosa y pre-científica que caracterizaba el mundo antiguo, particularmente común en el Oriente Medio. No es posible analizar adecuadamente la teología de los Salmos desde nuestras comprensiones del cosmos y la vida, sin tomar en consideración el mundo semítico antiguo.
Una palabra de gran importancia religiosa contemporánea es «alma»68 , que es muy común tanto en el Salterio y como en el resto de la Biblia. La expresión castellana «alma» es la traducción del término hebreo nefesh (Sal 104.1) –que significa propiamente «fuerza vital»–, o de ruach (Sal 104.30) –que transmite las ideas de viento o espíritu–. Para las sociedades modernas, como la latinoamericana y caribeña, la palabra «alma» comunica una serie de ideas griegas que aluden principalmente a la parte espiritual del ser humano, que se compone de cuerpo y alma.
Desde la perspectiva hebrea, sin embargo, los seres humanos son la creación de Dios del polvo de la tierra, que han recibido el aliento o el soplo divino (Gn 2.7). Cuando Dios quita su soplo o espíritu –generalmente el ruach– de las personas, las criaturas vivientes simplemente mueren. En el sentido bíblico de la expresión, el «alma» es la vida misma de las personas que solo puede ser otorgada por Dios. Cuando falta el alma, desaparece la vida.
La vida no es para el pensamiento hebreo Mteria de especulación filosófica sino la manifestación concreta y práctica del soplo de Dios (Gn 2.7; 7.22). El origen de la vida es Dios mismo, que la otorga de acuerdo con su voluntad, para generar «criaturas vivientes». En la muerte, ese aliento divino regresa a Dios que lo dio (Ec12.7), y los cuerpos físicos comienzan los procesos naturales descomposición. La muerte se relaciona con las ideas de tumbas, corrupción y sombras en el sheol, que se imaginaba prioritariamente como un mundo inferior en las profundidades de la tierra, lleno de sombras y silencio. No hay alabanzas a Dios en el sheol, pues no hay vida.
Las descripciones de las personas que habitan el sheol que se hacen en las Escrituras (Is 14; Ez 32), deben analizarse con mucha cautela exegética y prudencia teológica, pues ponen claramente de manifiesto la gran imaginación profética, pues nadie ha ido a ese lugar de la muerte y ha regresado a contar sus experiencias. Inclusive, aunque Samuel es llamado del sheol (1 S 28.14) y David comenta en torno a su hijo fallecido (2 S 12.23), el pensamiento israelita no dedica tiempo de calidad para explicar lo que sucedía en ese lugar, caracterizado por la oscuridad.
Esos conceptos en torno a la vida, la muerte y el sheol también eran comunes en el Oriente Medio antiguo, pues el importante concepto de la inmortalidad pertenecía únicamente a las divinidades, no era patrimonio humano69 . Por esta razón, el Antiguo Testamento alude a la vida como algo frágil –se compara a la hierba del campo, que florece y crece en la mañana, y en la tarde es cortada, se seca y muere (Sal 90.6)–. Respecto a ese tema de la brevedad y las limitaciones de la vida, el salmista indica:
«Porque mis días se han consumido como el humo,
y mis huesos cual tizón están quemados.
Mi corazón está herido, y seco como la hierba,
por lo cual me olvido de comer mi pan» (Sal 102.3-4).
Mientras esa afirmación teológica de brevedad y fragilidad hace que los salmistas se refugien en Dios, que es fuente de esperanza y seguridad, el sheol representa la muerte, y alude a las diversas calamidades que producen crisis en la vida. Cuando el salmista indica que el Señor ha sacado si alma del sheol, se refiere de forma poética a las dificultades que traen dolor y desesperanza a las personas. La palabra sheol, en este sentido, puede aludir metafóricamente a las enfermedades, las persecuciones, y aún hasta a las diversas desesperanzas humanas. Por esta razón, en la poesía hebrea se utilizan las imágenes relacionadas con la muerte y el sheol en formas paralelas (Os 13.14; Is 38.18), pues constituyen fuentes de poder que traen a las personas dolor, desasosiego, ansiedad, angustia, conflicto. El sheol se concibe, inclusive, como un poder de cuya mano ninguna persona puede escapar (Sal 89.48; Os 13.14).
La comprensión de ese poder tan fuerte que transmiten las ideas de la muerte y el sheol es lo que nos permite entender adecuadamente las imágenes del Cantar de los cantares (Can 8.6), en la cual esos términos –que esencialmente revelan imágenes negativas– se comparan al amor y la pasión –que primordialmente manifiestan conceptos positivos y gratos de la existencia humana–. La esencia de la comparación es la fuerza y el poder de los conceptos.