Читать книгу Entre el pesimismo y la esperanza: Los derechos humanos en América Latina - Esteban Pérez Caldentey, Sandra Serrano, Agostina Costantino - Страница 13
¿Cuál es la relación de la economía con los derechos?
ОглавлениеLos procesos de institucionalización de los dh no son la única variable que incide en su ejercicio efectivo. Al menos se debe considerar el papel que cumplen dos variables más: la economía y la política. Dedicaremos algunas reflexiones a la primera en esta sección.
Un primer aspecto interesante en torno a la relación entre la economía y el ejercicio de los dh es la dirección causal. Una de las tesis más aceptadas, como explican Agostina Costantino y Francisco J. Cantamutto, es que el respeto y cumplimiento de los dh está asociado positivamente al nivel de desarrollo del país en cuestión. Es decir, a mayor nivel de desarrollo, mayor nivel de ejercicio de derechos. Sin embargo, bien se podría pensar que la relación causal es justo la contraria: a mayor nivel de ejercicio efectivo de los derechos, mayor nivel de desarrollo. La primera dirección causal supone que la abundancia permite el ejercicio de derechos (específicamente los desc). La segunda dirección causal se centraría más en los inversores, ahí donde hay respeto a los derechos, hay un mejor ambiente de negocios que da confianza al inversor. La reflexión entre la dirección causal entre la economía y los derechos no es menor, en especial a partir de la historia económica de América Latina, donde “la medicina amarga” fue el argumento en la década de los noventa para instaurar un modelo económico que, en el corto plazo, transgrediera derechos (esencialmente económicos y sociales), con la promesa de una mejoría de la situación general a largo plazo. Más aún, esto nos lleva a discutir si la promesa de un futuro mejor puede ser un argumento suficiente para violentar derechos.
Otro aspecto relevante se relaciona con cómo analizar el fenómeno económico: a través de algunas variables dispersas o por medio de algún constructo más estructural. Ambas metodologías se observan en este volumen. Por un lado, Vázquez, Coutiño y Navarrete recuperan lo que ellos denominan “aspectos económicos”, a través de tres grupos de variables: el crecimiento económico medido con base en el producto interno bruto per cápita y la manufactura de exportación; la inflación medida por vía del índice de precios al consumidor, y la distribución de la riqueza analizada mediante el índice de Gini y la población que vive por debajo de los dos dólares diarios. En su trabajo, dichos autores, especifican la relación que cada una de estas variables guardaría con los dh laborales.
El resultado primordial que Vázquez, Coutiño y Navarrete obtuvieron del ejercicio de los dhl es la ausencia de países que, aun teniendo un alto desempeño económico, observan también un bajo ejercicio de derechos. Es decir, sin determinar cuál es la dirección causal, pareciera que el alto ejercicio de derechos está acompañado de bonanza económica; o ésta va aparejada con el alto ejercicio de derechos. Independientemente de la dirección, la relación causal es evidente. Otro resultado interesante proviene de dos casos desviantes: Colombia y Chile, que pese a aparecer como bajos en el aspecto económico, observan un alto ejercicio de derechos. Empero, esto no parece ser una tendencia, pues sólo se presentó en dos de siete países con estas características (el 29%). Por el contrario, el 50% de los países con bajo nivel de los aspectos económicos también tienen bajo ejercicio de dhl (Guatemala, Honduras y Paraguay). De ahí que se fortalezca la idea de que un bajo desempeño económico está acompañado de un bajo ejercicio de derechos laborales (o viceversa).
Por otro lado, la formulación de un constructo más estructural para pensar la economía se observa en el texto de Costantino y Cantamutto. Estos autores proponen el concepto de modo de desarrollo para pensar las diferencias económicas entre países, el cual resulta ser la forma en que se acumula y se reproduce el capital en un momento y un país determinado, teniendo en cuenta que dicha forma particular se configura a partir de las luchas de intereses y las presiones de las distintas clases sociales sobre el Estado. Este concepto no sólo contempla la dimensión económica, sino también el papel del Estado y las pujas distributivas entre los distintos actores sociales.
Uno de los elementos centrales del modo de desarrollo es el patrón de reproducción del capital, que es la dimensión económica del modo de desarrollo: ¿cómo se organiza la reproducción material de la vida? Éste es el aspecto que los autores analizan en su capítulo. En particular se observa que la orientación de Sudamérica parece mostrar un vuelco hacia actividades procesadoras de recursos naturales, que producen bienes industriales (como aceites vegetales, celulosa y papel, hierro y acero, harina de pescado).
Por otro lado, Centroamérica y México tienden a orientarse a la producción de industrias ensambladoras de aparatos electrónicos, de computadoras y de vestuario, principalmente para el mercado estadounidense. Por ende, en América Latina se concluye que hay dos patrones de reproducción del capital: uno orientado al modelo primario y otro al modelo de maquila. Sin embargo, observan Costantino y Cantamutto, la existencia de estos modelos marca la especialización en recursos que se producen, aunque no hay diferencia en la lógica de inserción subordinada al mercado internacional. Por lo tanto, para mirar una inserción distinta, un patrón de acumulación diferente es que suman a los países centrales en el análisis.
Los resultados son claros, hay un mayor ejercicio de dh —en particular los de la salud, alimentación y dhl que analizan los autores— en los países centrales que en el resto de América Latina, independientemente de que pertenezcan a la especialización primario-exportadora o a la especialización maquila-exportadora. En cambio, no hay diferencia estadística significativa que nos indique un ejercicio de derechos distinto entre los dos grupos de especialización que integran América Latina. Peor aún, lo que sí se observa es una precarización en el ejercicio de estos tres derechos, en los dos bloques latinoamericanos, entre las décadas de 1990 a la de 2000 y de ésta a la de 2010. En esta última no sólo empeora el indicador respecto de los años noventa, sino que se amplía la brecha respecto de los países centrales. En síntesis, esta especialización, aparentemente, está empeorando la realización de los derechos a la alimentación, la salud y a los dh laborales.
Con esta evidencia, Costantino y Cantamutto concluyen que no basta con que haya crecimiento económico, dependiendo del tipo del patrón de acumulación que se establezca en un Estado, habrá un impacto positivo o negativo en el ejercicio de derechos. Es decir, lo que marca la diferencia es el papel que cumplen los países en la producción/apropiación de valor, más que el tipo de bien específico que produzcan. Esta conclusión se refuerza si atisbamos que la tendencia en los países es tener un mejor desempeño en la economía, pero un peor desempeño en el ejercicio de los derechos.
En este punto coinciden las conclusiones de Costantino y Cantamutto con las de Vázquez, Coutiño y Navarrete. En materia de dhl, ellos observan que de los diecisiete países analizados cinco operan con la lógica esperada,[8] dos se considerarían casos desviantes (Colombia y Chile, ya señalados), y diez países que no operan con esta dinámica. De estos diez, es clara la tendencia de un peor rendimiento en el ejercicio de derechos en relación con el alcanzado en la economía. En siete de esos diez países la categoría obtenida en los aspectos económicos fue superior a la obtenida en el ejercicio de derechos, ya sea yendo de alto en economía a medio en ejercicio (Costa Rica, México y Uruguay); o de medio en economía a bajo en ejercicio de derechos (Bolivia, Brasil, Ecuador o Guatemala).