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Introducción

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Karina Ansolabehere, Francisco Valdés-Ugalde, Daniel Vázquez

Desde los años ochenta, en América Latina han tenido lugar dos fenómenos paralelos relacionados entre sí: la democratización del régimen político (Colomer, 2001; Diamond et al., 1997) y la expansión del discurso y las instituciones de protección de derechos humanos,[1] incluidas las reformas constitucionales que reconocen el derecho internacional de los derechos humanos (dh) (Sikkink y Walling, 2007; Landman, 2005; Uggla, 2004; Serrano, 2010; Engstrom y Hurrell, 2010). Sin embargo, poco sabemos del impacto de ese proceso en las condiciones de vida de las personas. Dar cuenta de esa relación es el principal objetivo de este libro.

Este volumen es el resultado del desarrollo del proyecto de investigación “Institucionalización y disfrute de los derechos en las democracias latinoamericanas 1990-2010”[2] y del trabajo en el seminario de la línea de investigación “Estado, democracia y derechos humanos”. Tanto el proyecto como los capítulos de este libro tuvieron una pregunta como punto de articulación: ¿cuál es la relación entre las diferentes formas en que se ha institucionalizado la protección de los derechos humanos, la economía, la democracia y el nivel efectivo de ejercicio de los derechos? Suponemos que cuando la institucionalización de dh es más integral, esto es, que cuando las normas de derechos humanos se difunden más allá del marco jurídico del Estado e impregnan las políticas públicas y la actuación judicial, su impacto en el disfrute de los derechos en cuestión por parte de la sociedad será mayor. Los trabajos que conforman este volumen muestran que esa conjetura se sostiene (aunque con matices) en la mayoría de los derechos estudiados: los derechos a la integridad física, alimentación y salud, con la única excepción de los derechos de los trabajadores.

Los resultados de esta investigación señalan, por otra parte, que hay diferentes formas de institucionalización de los dh, que van desde la falta de su referencia, hasta la adopción de políticas públicas o decisiones judiciales pro derechos, pasando por la adopción de tratados internacionales en la materia.

Asimismo, encontramos que el tipo de institucionalización de los derechos humanos importa para su mayor disfrute. También es claro que el proceso de institucionalización de dh en la región se intensificó a partir del siglo xxi, producto de la ratificación de tratados originados en los años noventa.

Una primera disyuntiva estuvo vinculada con la definición de dh. Es indudable que la idea “derechos humanos” tiene una carga ontológica fuerte, y que para los efectos de realizar un trabajo empírico sobre los mismos es importante adoptar una definición operacional acerca de dh, así como acotar el universo de derechos sobre los que se trabajará, ya que es prácticamente imposible estudiar todos los tipos de derechos (civiles, políticos, económicos, sociales, culturales) y los derechos específicos para grupos en condición de vulnerabilidad que integran la idea de “derechos humanos”.[3]

En cuanto a la definición de dh, adoptamos una opción pragmática. Con Todd Landman (2006) partimos de una definición mínima de derechos humanos como “un conjunto de derechos individuales y colectivos que han sido promovidos y protegidos formalmente por el derecho nacional e internacional, desde la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en 1948” (Landman, 2006: 8). Nótese que se trata de una definición que toma por derechos humanos los que han sido positivizados internacional y nacionalmente.

Dadas las características de los dh contemporáneos, posteriores a la Declaración Universal, éstos son fundamentalmente un fenómeno trasnacional que permea los ámbitos nacionales. Por eso el punto de partida para medir su institucionalización a nivel nacional fue el reconocimiento de los tratados de derechos humanos generales y vinculados específicamente con cada derecho.

Sin embargo, la adopción de este tipo de marco jurídico no dice nada acerca de su incidencia en la vida de las personas. Justamente, esta dimensión del análisis es la que más dificultades presentó tanto desde el punto de vista de las definiciones, como desde la construcción de indicadores confiables.

Pese a que los desafíos del siglo xxi en torno a las violaciones a los dh provenientes de empresas transnacionales, grupos no gubernamentales que ejercen violencia contra las personas, o un nuevo espacio público informatizado como el que analizan Nelson Arteaga y Liliana Onofre, nos llevarán a repensar las relaciones de dh entre particulares, los procesos de reflexión y codificación vividos durante la segunda mitad del siglo xx, en particular a partir de la emisión de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se concentran en las responsabilidades estatales, pero poca atención se prestaba a la persona, al impacto efectivo que las acciones y omisiones tenían en el ejercicio de los derechos por parte de las personas.

Sin duda que entre estos procesos de institucionalización de los dh y su ejercicio existen diferentes relaciones posibles; son éstas las que interesan en la investigación. El esquema 1 permite identificar la diversidad de relaciones posibles entre la institucionalización y el disfrute, o ejercicio efectivo de los derechos humanos.


Esquema 1. Coordenadas de la institucionalización y disfrute de los DH.

Con estas posibilidades lógicas en mente, avanzamos en la definición de los indicadores para cada una de las dimensiones de análisis. Los temas y hallazgos de este libro son relevantes porque contribuyen en la resolución de dos tipos de problemas: el primero se vincula con el mundo real, ya que se relaciona con el impacto de las instituciones de dh en las condiciones de vida de las personas. Como ya se sostuvo, en las últimas dos décadas, en América Latina, se observó un progreso sin precedentes de las instituciones de dh (Uggla, 2004), de su constitucionalización (Valdés y Ansolabehere, 2011), y de la adopción de tratados internacionales en la materia (véase el capítulo 12), pero no se cuenta con información sobre las trayectorias que adoptaron los procesos de institucionalización, tampoco sobre su impacto concreto en la “dignidad humana”.

Por otra parte, este trabajo intenta contribuir al campo de estudios de los dh en las ciencias sociales en dos áreas: 1) el estudio de los procesos de institucionalización de los derechos humanos, tema que ha recibido la atención de la sociología fundamentalmente, y 2) complementar el estudio de los factores que inciden en un mayor disfrute de los derechos por parte de la personas.

En las siguientes páginas explicaremos la importancia del problema sobre el que se explora en este volumen, tanto en la literatura como en la resolución de problemas regionales. Posteriormente, se analizarán las principales dificultades de medición estudiadas y los hallazgos más importantes. Finalmente, se desarrollará la estructura del libro.

Entre el pesimismo y la esperanza: Los derechos humanos en América Latina

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