Читать книгу Phowa - Óscar Mateo Quintana - Страница 14

Оглавление

Una llamada imposible

El mensaje que aparecía en la pantalla no dejaba lugar a dudas; el momento en el que se había producido la llamada no admitía ninguna otra interpretación. Había sucedido algo imposible: yo había recibido una llamada desde una línea de móvil que hacía años que no emitía llamadas y que nunca volvería a repetirse después. La sincronicidad que se había producido entre la llamada recibida y el momento en que yo terminaba mi phowa para Palmira era tremenda. En aquella ocasión la experiencia había saltado desde lo subjetivo a lo objetivo.

Mi primera reacción fue de alegría, a la vez que sentí una profunda gratitud por «la señal recibida». Luego le di algunas vueltas desde el punto de vista de la lógica y la razón más pura y práctica, aunque aquello era de todo punto imposible. De hecho, ni me planteé la posibilidad de devolver la llamada porque sabía que no encontraría respuesta ya que aquel teléfono no estaba operativo desde hacía meses.

Esa misma noche hablé con mi hermano, quien había recogido todos los enseres de nuestra madre de la residencia en la que ella había pasado sus últimos años de vida. Sin explicar por qué, le pregunté por el móvil que ella usaba. En un primer momento él pensó que yo lo quería para mi hijo o algo así, y me dijo que mejor le comprase uno antes que rescatar aquel, que era un modelo obsoleto. De hecho hacía muchos meses que ella, dado su estado, no lo empleaba. Lógicamente en la residencia tampoco lo usaba nadie, porque cuando necesitaban algo de nosotros nos llamaban desde sus propios teléfonos. El caso es que ese móvil no estaba operativo desde hacía mucho tiempo. No pregunté más ni tampoco di explicaciones.

Comenté en casa lo sucedido y quien reaccionó de forma más natural y alegre fue mi hijo. Pero antes de compartir el suceso con el resto de familia decidí hacer una pequeña gestión.

Me puse en contacto con la operadora de mi móvil, que era la misma que la del número de mi madre. Les pedí que me hicieran el favor de localizar una llamada. Gracias a una persona conocida que trabaja en aquella empresa no me pusieron ninguna pega. Me preguntaron si alguien me estaba molestando telefónicamente. Les dije que no, que solo quería identificar la procedencia de la llamada. Creo que al día siguiente de pedir la información ya me estaban llamando, explicándome que debía tratarse de un fallo del sistema porque a ellos les figuraba como «operador desconocido». No indagué más; tampoco necesitaba darle más vueltas al asunto. Había ocurrido lo que había ocurrido y punto.

A partir de ahí, compartí lo sucedido con mis hermanos y sus respectivas familias. La reacción fue parecida a la que se había dado en mi propio hogar. Los más naturales y espontáneos fueron los nietos, a quienes aquello les pareció algo estupendo y que debía ser celebrado; hasta les parecía lógico, resultado de las prácticas del tío «raro» que hacía esas cosas de la meditación, el yoga y otras parecidas.

Así se zanjó el asunto en el núcleo familiar. Sencillamente nos dimos un trago de imposibilidad sin más.

Diría el filósofo Guillermo de Ockham que «a igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable»11. Esta metáfora, que se emplea con frecuencia en entornos científicos y especialmente ante sucesos ordinarios, a menudo dejamos de emplearla ante sucesos no ordinarios como el que nos ocupa.

Y es que ante lo extraordinario, ante los desgarros que ocasionan estos sucesos en lo que consideramos «realidad», tendemos a aplicar la «navaja de Ockham» de un modo muy extraño. Empleamos el canto romo de la hoja en vez del filo; o, aún mejor, cogemos la navaja por el filo para cortar con el mango.


En fin, empezamos a especular sobre cosas verdaderamente absurdas para encontrar una explicación que se acomode a lo que consideramos que es una realidad aceptable. Hacemos que el hecho se adapte a nuestra estrecha concepción de la realidad antes que consentir en ampliar nuestra perspectiva.


Pasado el tiempo, indagué un poco más en la experiencia. Busqué información e incluso tuve el valor de compartir lo sucedido con algunas otras personas de mi confianza. Y me sorprendí al comprobar que no era yo el único «bicho raro» que había tenido alguna forma de contacto o manifestación desde el más allá de algún familiar ya fallecido.

Ahora bien, aquí hay dos precisiones esenciales que hacer para no malinterpretar el suceso que he narrado:

La primera es diferenciar claramente el propósito que se persigue practicando phowa de realizar la práctica como vía para la búsqueda de experiencias, llamémoslas, de «contacto». Porque si lo practicas con esa finalidad, entonces no estás haciendo phowa, sino otra cosa: pedir señales, invocar a alguien, etc. No, eso no es phowa, ni tiene que ver con su práctica y el fin para el que nos fue dado.

No perviertas esta técnica. Si quieres encontrarte con lo imposible, búscalo, pero en otro lugar y de otro modo, porque este no es el camino. Y considero oportuno añadir una advertencia: cuidado con lo que buscas, no sea que lo encuentres. Podría sucederte que eso que encuentres no sea lo que tú esperabas o buscabas.

Para mí está muy claro el propósito del phowa, y aquí surge la segunda precisión:

Estoy absolutamente convencido de que si no hubiera practicado con pureza, completamente enfocado en el limpio propósito del phowa tal cual es, nunca me hubiera sucedido lo que me sucedió. Al estar completamente enfocado en proyectar toda esa buena intención, despreocupado de todo lo demás, gracias a ello, se dio esa respuesta o señal.


El phowa no es algo que se practique a condición de o para obtener algo a cambio. Es un último acto de amor desinteresado e incondicional para alguien que fue importante para ti en esta existencia.


Otra cosa es contaminarlo, ensuciarlo, alterar su propósito y, por tanto, pervertir el fin para el que fue ideado por Padmasambhava12. Que esta idea quede clara me parece crucial.

Además, no me cabe duda de que de no ser por aquella excepcional experiencia, ahora no estaría escribiendo sobre phowa. Hoy día, desde la distancia, creo que aquella llamada fue precisamente eso, una llamada, un toque de atención con un sencillo pero contundente mensaje: «Recibido. Gracias. No te lo guardes solo para ti; tienes la obligación de compartirlo».

Desde entonces hasta ahora, a todo el que me lo ha pedido le he enseñado la práctica del phowa y todas las personas que lo han realizado han recibido su particular recompensa y satisfacción. Es hora de compartirlo de una forma más amplia y esta es la tarea en la que nos encontramos.


11 Idea a partir de la cual se construye la expresión «la navaja de Ockham», para hacer referencia a que se debe buscar siempre como explicación de un suceso aquella que resulte la más sencilla, evitando así explicaciones o hipótesis innecesariamente enrevesadas. Se trata de un principio de simplicidad pero que en absoluto debe ser tomado como un axioma científico.

12 Místico hindú del siglo VIII d.C. a quien se le atribuye la llegada del budismo al Tíbet y supuesto autor del Bardo Thodol y, por tanto, una de las primeras fuentes de la técnica phowa.

Phowa

Подняться наверх