Читать книгу Phowa - Óscar Mateo Quintana - Страница 15

Оглавление

La verdadera via de acceso a la trascendencia

«He aquí mi secreto –dijo el zorro–,

es muy simple: no se ve bien sino con el corazón.

Lo esencial es invisible a los ojos».

Antoine de Saint-Exupéry

Desde el año 1993, en el que comencé a practicar la meditación y posteriormente fui ampliando mis habilidades y conocimientos en estas técnicas, he tenido la certeza de que el enemigo es lo que vulgarmente llamamos «mente». Maticemos, no se trata de la mente sino del contenido que consentimos que se deposite en ella. Porque una cosa es la mente, lo que yo definiría como el órgano de lo sutil, y otra bien distinta el pensamiento. Es fundamentalmente en el pensamiento donde radica el problema.


Pocas cosas son tan maravillosas como la experiencia de permanecer en un estado de vacío sereno, des-identificado de todo, siendo pura existencia.


En ese estado la mente permanece aquietada, serena. Está presente y completamente alerta, pero vacía de contenido. Creatividad e intuición encuentran ahí su espacio. Además, es entonces cuando se puede mirar más adentro porque la mente transparente permite ver que hay mucho más detrás del ruidoso velo del pensamiento.

Lamentablemente, la mayoría de la población desconoce esos estados en sí mismos, porque aunque ocasionalmente se producen de manera espontánea, la costumbre del ruido mental está tan arraigada que es incapaz de percibir esa quietud, reconocerla y recogerse en ella. En sus mentes se han formado verdaderos surcos ocasionados por pensamientos que se repiten día tras día, configurando creencias nunca cuestionadas y dando por buenos todos los contenidos, solo por el hecho de que se encuentran ahí, en sus propias mentes. Suena absurdo ¿no? Sin embargo es así. Por el hecho de que se encuentra en mi mente, ya es válido y es mío; incluso eso que pienso, creo que soy yo mismo.

Nada más lejos de la realidad. Ni los pensamientos son el yo, ni todo cuanto piensas es creación original tuya, sino que la mayoría de las veces son creencias culturales o de tu grupo de referencia (político, religioso, familiar, etc.) Y, aún peor, lo que hay en la mente rara vez se ha sometido a prueba para verificar su coherencia, la supuesta lógica sobre la que se sustenta. Tampoco nos paramos a pensar hacia dónde nos llevan las ideas que damos por buenas, ni muchos otros aspectos que serían dignos de una seria reflexión.

Bien, pues de aquí se deriva una sencilla pero contundente recomendación: no podemos aproximarnos a las realidades que aquí nos ocupan desde el pensamiento y lo que vulgarmente llamamos «razón», porque eso solamente nos llevará hacia laberintos sin respuestas, a argumentos hilados con nuevos argumentos que no conducen a ningún lugar, a ninguna solución verdadera. Desde ahí solo obtendremos la recompensa de la duda, la incertidumbre y la inseguridad.

En esto hay que ser un poco como los niños: hay que entrar de la mano de la intuición, con verdaderas ganas de descubrir y dejando que la experiencia (sea la que sea) fluya libremente, sin aferrarse a ningún propósito que no sea sincero y establecido desde el corazón. Y, por encima de todo, como haría un niño, no hay que cuestionarse sino avanzar con una actitud de exploración y apertura.

Aquí, más que en ningún otro asunto que se me pueda ocurrir, el que busca sinceramente acabará por encontrar y el que duda solo obtendrá más duda y sinrazón. Somos cualquier cosa menos lógicos y razonables, unos seres que prefieren vivir desde la falta de coherencia porque es lo más fácil y cómodo.


Entonces, solo hay un camino acertado de acceso a la trascendencia y es la vía del corazón, de la experiencia sentida y no predeterminada por el alienante pensamiento. Únicamente a través de esa vía podrás tener certeza, de lo contrario todo será un laberinto de dudas.


Ahora bien, estos caminos, como es habitual en este mundo, se abren en dos direcciones opuestas: lo luminoso y lo oscuro. Porque en todas estas cosas hay vías blancas, limpias o positivas, y vías oscuras o negativas. Ambas funcionan, no lo dudes, pero has de tener muy claro el camino que eliges.

Caminos como el que plantea el mal llamado «juego» de la ouija —que no tiene nada de lúdico—; quienes lo practican suelen terminar arrepintiéndose de haberlo hecho. Peor aún, la práctica de mancias oscuras es verdaderamente peligrosa y tras ellas se ocultan grandes negocios y terribles juegos de poder. Recuerda que el mago oscuro siempre muere joven.

Otro modo de llegar rápidamente a la experiencia de la trascendencia es a través de la ingesta de alcaloides, empleando las «plantas sagradas» para experimentar así esa otra realidad. Esto no deja de plantear riesgos, a menos que seas guiado por alguien verdaderamente experto, un auténtico chamán (ya que falsos hay muchos) que te prepare previamente y te acompañe.

Con la mayoría de estas propuestas tienes más riesgos de salir perdiendo que de ganar.

Por el contrario, puedes elegir vías más largas y de lentos resultados, para las que se requiere más esfuerzo pero de las que nunca podrás arrepentirte, como son la vía de la meditación, la práctica del sueño consciente o el acompañamiento de personas y animales que se encuentran en tránsito a la muerte. En cualquier caso siempre se tratará de explorar estas otras realidades sin un interés de beneficio secundario u oculto, o dicho de otro modo, o tus intenciones son verdaderamente limpias o no habrá resultados de ninguna clase.

La meditación es, sin duda, la puerta de entrada más exigente y lenta pero la que mejor te prepara para comenzar a explorar esas otras realidades y a asimilar, de forma gradual, los cambios que de estas experiencias se derivan (que son muchos y muy profundos).

El acompañamiento a personas o animales en fase terminal son grandes pruebas de humanidad y valor pero, sobre todo, constituyen enormes lecciones de las que esta sociedad está muy necesitada.

También podemos mencionar aquí los beneficios de la práctica del sueño consciente, que te abre puertas de comunicación y entrada a esos mundos. Muy frecuentemente, los seres trascendidos emplean esta vía como forma de acceso a ti y de saltarse las barreras que pone tu mente y tus creencias para establecer contacto con ellos.

Además, la práctica del sueño consciente replica una gran parte de los procesos de salida del vehículo físico que se darán cuando abandones el cuerpo de forma definitiva.

Pero hay más. Las experiencias que se obtienen con las regresiones son sin duda una gran herramienta, terapéutica y limpia, así como las que se consiguen con sesiones de respiración holotrópica y sus variantes.

Todo ello, en suma, son caminos de aproximación a la trascendencia que puedes explorar de una forma controlada, segura y acertada.

Naturalmente, dentro de estas vías además está la práctica del phowa, de la que desvelaremos todo cuanto nos sea posible en la tercera parte del libro para facilitarte este camino.

Todas estas opciones son más exigentes, pero con su práctica la persona va haciéndose más profunda y preparándose para acceder de forma natural a realidades más amplias y extensas que las que configuraban hasta ese momento su idea de la «realidad». Por tanto, el viaje exige un proceso de desarrollo personal que unos recorren más rápido que otros en función de la voluntad que pongan en ello y de las ganas que tengan de esforzarse. Lo mejor de todo es que, se encuentre lo que se encuentre al final del camino recorrido, siempre habrá una recompensa valiosísima que es la que se deriva del crecimiento personal obtenido.



Phowa

Подняться наверх