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I. El amor es todo

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Amados de Dios, nos queman las ansias por el deseo de pasar un tiempo de gracia y bendiciones con vosotros. No os dais una idea de cuanto os amamos. Si conocierais el amor del Padre vuestros corazones cantarían de alegría y bailarían vibrando al compás de las melodías de la creación, en una armonía cuya belleza no se sabe decir pero se sabe sentir. Si os abandonáis al amor encontraréis todo lo que vuestros corazones anhelan. Pues en verdad, en verdad os decimos, que vuestros corazones no anhelan ninguna otra cosa que no sea amar y ser amados con perfecto amor. Recordad criaturas santas que en el anhelo de amor ya hay amor. Y que en el anhelo de amor hay anhelo de ser. Se os ha dicho en reiteradas oportunidades que solo existe amor, o mejor dicho, que solo el amor es real. De esto hemos venido a hablaros hoy. Lo hacemos compartiendo la sabiduría del corazón por medio de esta mano amiga que por amor comparte con el mundo entero lo que el cielo regala a todas las almas. A ti que recibes estos mensajes te decimos una vez más: gracias por responder a nuestra llamada. Gracias por darle la bienvenida al amor.

Solo el amor es real. Esto es algo que no se puede explicar del todo, pues el amor no tiene palabras, ni es algo que pueda encerrarse en un razonamiento limitante. Esto se debe a que el amor es eterno y por ende infinito. Nunca cambia. Nada lo contiene y contiene todo en sí mismo. El amor es todo porque nada puede estar fuera de su alcance. Todo, absolutamente todo, es cuestión de amor. De amor o de falta de amor. El amor todo lo penetra. Todo lo sabe. Todo lo ve. El amor es el fundamento de la existencia de todo lo que existe y es. El amor es la fuente de la creación y todo acto verdaderamente creativo. El amor no solo es el fundamento de la vida, sino que es también la vida misma. Decir amor y decir vida es decir lo mismo. Del mismo modo en que decir verdad y decir amor lo es. Decir "yo soy el amor, la verdad y la vida" es decir "yo soy". ¿Acaso esto no es lo mismo que decir que el amor es Dios? Nada puede contener a Dios. Nada puede contenerte a ti, porque tú eres amor y nada más que amor. Esa es la razón por la que cada vez que buscas poseer pierdes de vista a tu ser. Dado que el amor no puede ser contenido, pues el amor es vida y vida en abundancia, entonces bien podemos entender de modo sencillo que el deseo de poseer encierra en sí el deseo de poseer al amor.

Poseer al amor es lo que has estado tratando de hacer desde que abrigaste la alocada idea de la separación. En efecto, este deseo fue la base que usaste para poder crear la idea de separación, participar de ella y crear todo un mundo donde poder esconderte del amor. En rebeldía ante la imposibilidad eterna de poseer a Dios. Si creabas un mundo donde pudieras separarte del amor, entonces podrías, en tu modo de pensar, crear un sustituto al amor. Tan poderoso como él pero con la condición de que pueda ser tuyo, es decir, que pueda poseerse. No compartirse. Eso, y solo eso, es el miedo. Eso, y solo eso, es la falta de amor. Eso, y solo eso, es el pecado. Eso, y solo eso, es el odio.

Si abrieras tu alma y te sumergieses en la sinceridad del corazón, podrías reconocer que cada vez que quisiste poseer algo o a alguien sentiste esa punzada de miedo que ya te es conocida. Del mismo modo te ha sucedido cada vez que sentiste que alguien o algo te estaban poseyendo o intentaba poseerte. Esto se debe a que el deseo de poseer engendra miedo en dos maneras diferentes. El deseo de poseer cosas materiales procede del deseo de poseer al objeto amado. Y si lo que se busca poseer es el objeto amado, entonces debemos concluir que lo que se busca retener es al amor.

Elige solo el amor: Déjate amar

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