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2 Disfruta de los procesos en lugar de poner tu felicidad en una meta en particular

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Hay que tener en cuenta que nosotros no tenemos el control sobre todos los eventos que suceden en nuestras vidas, no sabemos a ciencia cierta cómo pueden resultar las cosas a futuro, por lo cual conviene ponernos metas flexibles, estimativas y no poner nuestra felicidad en el resultado de ellas, si no en el proceso. Me alegro y festejo cada paso hacia adelante que doy, o cada aprendizaje que nos da una equivocación, ya que ello es lo único que depende de mí.

Si yo pongo mi felicidad en una meta determinada y esta no se cumple, me voy a sentir muy mal, además de que en lugar de disfrutar el proceso me pongo ansioso si el resultado esperado es muy lejano o no llega pronto. Nunca es buen negocio colocar mi felicidad constantemente en una única gran meta, o en cosas externas, que no dependen exclusivamente de mi, ni en personas como parejas o amigos, ni en metas lejanas y que dependen de muchos factores, porque el resultado es incierto. Hay que tener en cuenta que yo puedo trabajar con las mismas ganas para una meta particular aunque ponga o no mi felicidad en ella, si lo hago con consciencia.

Hay que tener muy presente nuestra decisión en primer lugar, que fue que nuestra meta principal es alcanzar el bienestar, la paz y aprender y mejorarnos a nosotros mismos en el proceso.

Podemos disfrutar de las metas alcanzadas y de las cosas externas que nos puedan suceder, pero sin poner nuestra felicidad únicamente en ello. Como en el punto anterior, aquí también conviene tener un balance, disfruto de lo externo y me alegro cuando una persona o una meta alcanzada me hace sentir bien, pero debo tener en cuenta que la mayor parte de mi felicidad conviene ponerla en varias cosas que dependan exclusivamente de mi. Por ejemplo: me siento feliz cada vez que leo un artículo o un blog que se que me va a ayudar a ser un mejor profesional en el futuro, o que me va a enseñar algo interesante, me siento feliz con cada paso que doy hacia adelante día a día en un proyecto, porque se que estoy poniendo mi esfuerzo y eso es lo importante, me siento feliz con cada error que me trae un aprendizaje, me siento feliz con cada gesto de amor que yo puedo dar a los demás, me siento feliz cada vez que hago un acto de contribución para cuidar nuestro planeta, como reciclar por ejemplo.

Tenemos que educarnos en el arte de alcanzar felicidad, ya que inconscientemente esta parece depender de cosas que nosotros aprendimos a través de nuestra educación a categorizar como buenas, y dejamos de lado muchas veces otras, que son mucho más óptimas para alcanzar un estado de bienestar, pero nunca fuimos conscientes de ellas.

Aquí también juega un papel muy importante el saber valorar las pequeñas cosas, ya que muchas personas ponen su felicidad en un único gran objetivo externo que aún no tienen y no son conscientes de lo mucho que tienen para disfrutar en el presente.

Volviendo al tema de nuestras metas hay que hacernos la siguiente pregunta: ¿Podré ser feliz aunque no consiga cierta meta precisa?

Si la respuesta es si, podré ser feliz aunque no lo consiga, es porque la meta en realidad no era necesaria para nuestra felicidad, y si la respuesta es que no voy a poder ser feliz si no lo consigo, debo entender que esa meta esta obstaculizando mi objetivo mayor, que es mi felicidad. Por ello, tener una meta tan inflexible, en lugar de traerme felicidad se convierte en un obstáculo para ella. Es por esto que sugerimos poner nuestra felicidad en los procesos y no apegarme a un resultado específico. Si resulta bien me pondré muy contento, pero si no resulta me habré sentido bien durante todo el proceso y no habré perdido mi felicidad en ello.

Recordar siempre que conviene poner la felicidad en el camino y no en el destino, ya que no tenemos el control absoluto sobre el resultado de las cosas. Además si en lugar de estar ansioso e intranquilo por el resultado, disfruto, pongo lo mejor de mí y me alegro por cada avance, voy a sentirme mucho mejor y voy a ser mucho más eficiente. Esto es así porque al estar muy estresados, nuestro cerebro racional, responsable de nuestra inteligencia, funciona mucho peor.

Conviene también recordar que nosotros creemos que debemos lograr tal o cual cosa en la vida y en realidad eso es una ilusión. Los eventos, logros y experiencias de nuestra vida tienen como único objetivo el aprendizaje y el mejoramiento de nosotros mismos, y a veces, se aprende mas con un fracaso que con un logro. Quizás vos quieras poner un restaurante y para ello aprendas muchas cosas de gestión de negocios y de cocina, lo abras y aprendas a tratar con los clientes y empleados y al poco tiempo quiebres. Quizás al universo no le interesaba que vos pusieras en este mundo un restaurante exitoso, quizás le interesaba todos los aprendizajes que ibas a tener en ese camino, y quizás en tu próximo emprendimiento te vaya bien, habiendo aprendido de este, pero el objetivo esta cumplido, aprendiste muchas cosas y lograste muchas otras en el proceso, que quizás no las ves y no las valoras.

Con este ejemplo podes ver la importancia de disfrutar de los logros a cada paso y del aprendizaje que de ello te lleves, sin apegarte a un resultado determinado, ya que si tu habías puesto todas tus energías y todas tus expectativas de felicidad en que te vaya bien en ese proyecto, cuando así no ocurra puede que te desesperes, caigas en una depresión, o en el hospital por una hipertensión severa. Es por esto que hay que empezar a reflexionar y ser muy conscientes de a que cosas, situaciones o personas le damos el poder de ser los instrumentos para nuestra felicidad. Cuanto más pongamos nuestra felicidad afuera y en eventos que nosotros no podemos controlar, más esclavos vamos a ser de esas circunstancias externas y nuestra felicidad nunca va a depender de nosotros. Una actitud así nunca es buena si quiero alcanzar un bienestar verdadero y duradero.

30 claves para ser más felices

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