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Religión y superstición 74

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Por una carta de Plinio el Joven (I 18) conocemos las creencias supersticiosas de Suetonio, quien le pedía a Plinio que hiciera todo lo posible por aplazar un juicio, en el que debía intervenir, porque había tenido un mal sueño. Claro que por este solo dato no debemos deducir, a partir de las creencias modernas, un carácter especialmente supersticioso y fatalista.

Lo cierto es que Suetonio no se detiene tanto en las creencias religiosas de los emperadores cuanto en sus supersticiones y en los prodigios que anuncian su ascenso al poder o su muerte. Así, dedica tres capítulos a las supersticiones de Augusto (90-92): terror por los rayos y truenos, creencia en los sueños y fe ciega en los auspicios y prodigios. Sigue después un capítulo con el respeto que le merecían los cultos extranjeros antiguos y el desprecio que sentía por los modernos. Y termina con una larguísima lista de prodigios (94-97) que anunciaban la futura grandeza de Augusto. Por las Vidas desfilan toda clase de omina, signa, portenta, somnia, mirabilia, praesagia y monstra. Y son positivos o negativos según que los emperadores presentaran biografías buenas o malas 75 . El empleo de los prodigios en el curso de la narración biográfica era un recurso previsto en la Retórica para el genus demonstrativum 76 , y los historiadores latinos, desde los analistas hasta Julio Obsequente, recordaban los portentos y prodigios acaecidos cada año en Roma. Suetonio no hace más que seguir esta tradición para prever el curso inevitable del futuro. Y para predecir el futuro, Suetonio suele echar mano de la interpretación de los sueños y de la lectura de las estrellas por medio de la astrología 77 .

Vida de los doce Césares I

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