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Finalidad de las «Vidas»
ОглавлениеVarias son las razones que llevaron a Suetonio a escribir las biografías de doce emperadores. En primer lugar, pretendió informar a su audiencia de la vida y costumbres de los emperadores precisamente en los detalles y noticias que los historiadores no habían recogido. Suetonio siguió en este sentido la «ley de pertinencia biográfica», para recoger los términos de Townend 78 , por la que el biógrafo no se detiene en los asuntos públicos si no atañen directamente al emperador; y al biógrafo no le interesan los sucesos de las provincias, las guerras o los desastres, así como tampoco siente curiosidad por recoger los nombres y acciones de ministros y generales. Y, en segundo lugar, no debe menospreciarse la finalidad lúdica o de entretenimiento 79 que supondría leer las Vidas, que versan no sólo sobre el nacimiento, educación, acciones y muerte de los emperadores, sino también sobre su conducta, tanto pública (la dispensación de justicia, la concesión de espectáculos, la construcción de edificios públicos o la dirección de empresas militares) como privada (creencias religiosas, gustos sexuales). En el fondo, Suetonio intenta seguir el modelo de príncipe ideal del Panegírico de Trajano de Plinio el Joven y de las Res gestae del propio Augusto 80 . Y para Suetonio el príncipe ideal era Augusto, cuya biografía es la más completa y extensa de todas, tal vez a propósito para establecer el modelo de emperador con el que se deberían comparar los demás. Quizás por ello empezó Suetonio las biografías de los emperadores con la vida de Julio César, clave para entender el principado, iniciado con Augusto.
En suma, los Césares fueron escritos para divertir e instruir sobre la conducta imperial, fuera buena o mala 81 . Al fin y al cabo, los príncipes eran el espejo en el que se tenía que mirar la elite política o cultural, que debía rechazar lo malo de los emperadores (la avaricia de César [54], de Tiberio [46-49], de Nerón [32]; la arrogancia de César [76-79]; la lujuria de Tiberio [42-45], de Caligula [36-37], de Nerón [26-31]; la crueldad de Tiberio [50-62], de Caligula [22-35], de Nerón [33-38], de Domiciano [10-11]) o asimilar lo bueno de los mismos (la clemencia de César [73-75], de Augusto [51-56], de Vespasiano [12-15], de Tito [8, 3-9]; la liberalidad de Augusto [41-43], de Tito [7, 3 - 8, 1]).
Detrás de las Vidas de los Césares está el ideal del principado 82 , en el que hay que propagar las virtudes de los emperadores y censurar sus defectos.