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El encomio griego

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El encomio consistía originariamente en una canción triunfal en honor del vencedor de los juegos. Los profesores de Retórica lo sacaron de la poesía para convertirlo en prosa en uno de los ejercicios preliminares (progymnásmata) de la oratoria epidíctica 5 . La alabanza o vituperio de hombres famosos se elaboraba de acuerdo con un guión complejo y rígido. Los esquemas de Burgess 6 , Marrou 7 , Lausberg 8 , o Jenkinson 9 , que proceden del rétor griego Teón 10 , puedan dar idea de la estructura artificiosa de los encomios:

I. Bienes exteriores:

a) noble cuna;

b) medio: ciudad natal, conciudadanos, bondad de su régimen político, padres y familia;

c) cualidades personales: educación, amigos, fama, servicios públicos realizados, riqueza, número y belleza de los hijos, muerte feliz.

II. Bienes físicos o corporales: salud, fortaleza, belleza, vitalidad desbordante y capacidad para sentimientos profundos.

III. Bienes espirituales:

a) virtudes: sabiduría, templanza, arrojo, justicia, piedad, nobleza, sentimiento de grandeza;

b) acciones derivadas:

1. en cuanto a su objetivo: acciones altruísticas y desinteresadas, miras puestas en el bien y no en lo útil o agradable, acciones por el interés público, riesgos y peligros corridos;

2. en cuanto a las circunstancias: oportunidad, originalidad, acciones llevadas a cabo personalmente, si el héroe ha hecho más que los demás, si le han ayudado sólo unos pocos, si ha obrado por encima de su edad, contra toda esperanza, no sin dificultades, si lo que ha hecho lo ha realizado rápido y bien.

Todo lo anterior pertenecía a la inventio u organización de la materia. A ello había que añadir las reglas que fijaban la elección del lenguaje apropiado, el estilo y la puesta en escena.

De las escuelas de Retórica, por ejemplo, proceden los retratos que leemos en determinados historiadores, como Polibio 11 . Y de la escuela de los rétores surge la biografía encomiástica como un género propio. Los primeros ejemplos son la Vida de Evágoras de Isócrates, publicada en torno al año 365 a. C., y el Agesilao de Jenofonte, aparecido poco después. Los dos autores persiguen el mismo objetivo: «elogiar a un gran hombre y ponerlo de ejemplo a sus conciudadanos», para usar las palabras de André y Hus 12 . En otras ocasiones el encomio alcanza un desarrollo independiente, como en la Vida de Filopemen 13 de Polibio, o aparece en forma de retrato en una obra histórica, tal como hemos apuntado más arriba.

Vida de los doce Césares I

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