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POLÍTICAS HACIA LA INFANCIA
ОглавлениеSe suele reconocer al siglo XX como el siglo de los niños, por el lugar central que cobraron en la vida familiar y la gran cantidad de políticas que se emprendieron para la protección de la infancia. El número de menores de 19 años estuvo la mayor parte del siglo cerca de ser la mitad de la población mexicana (figura 1). Una vez que finalizó la etapa armada de la Revolución, el incremento de este sector poblacional se aceleró, debido al crecimiento macroeconómico que el país logró durante el llamado “milagro mexicano”, hasta que las campañas contra la explosión demográfica, a mediados de los años setenta, en las que se insistía en que “la familia pequeña vive mejor” y “vámonos haciendo menos”, lograron una reducción en la tasa de fecundidad de siete a dos hijos por mujer.90
Las iniciativas en favor de la infancia se multiplicarían a partir de la Constitución de 1917 y sus normativas en torno a la educación pública y el trabajo infantil. Ese mismo año, la Ley de Relaciones Familiares marcó la pauta jurídica en varios aspectos de la vida cotidiana de las familias mexicanas. La creación de la Secretaría de Educación Pública en 1921 signó las extensas y heterogéneas medidas que se implementaron a lo largo y ancho del país: escuelas, bibliotecas, misiones culturales, casas para estudiantes indígenas, campañas de alfabetización, proyectos de teatro guiñol y proyecciones de cine, entre muchas otras. Durante los años veinte también comenzaron a instalarse tribunales para menores de edad, para separarlos de los adultos en el sistema penitenciario, al tiempo que los especialistas en infancia —docentes, médicos, psicólogos y abogados—concurrían en los Congresos Panamericanos o Mexicanos del Niño, para discutir y tomar decisiones sobre los principales problemas que afectaban a la niñez mexicana.
FIGURA 1. Participación de los menores de 19 años en la población. Elaboración propia con base en los censos nacionales de población 1910-2020, INEGI.
En el México posrevolucionario, la alta mortalidad infantil y la carencia de un sistema de salud público hicieron de la higiene y la alimentación dos de los grandes retos nacionales. Para resolverlos se crearon los primeros centros de higiene infantil y en 1924 se inauguró la Junta Federal de Protección a la Infancia, presidida por el entonces secretario de Educación, José Manuel Puig Casauranc, y poco después el Departamento de Psicopedagogía e Higiene Infantil. Para entonces en México se llevaba a cabo una movilización importante en torno a la protección de la infancia, alimentada por la estabilidad política, el crecimiento económico y la inversión estatal.91 El desarrollo de la pediatría llevó a la fundación en 1930 de la Sociedad Mexicana de Pediatría, a la que se sumaría la Sociedad Mexicana de Puericultura, coetánea de la Sociedad Educadora de la Casa del Niño, la Sociedad Mexicana de Eugenesia y el Pabellón Infantil en el manicomio de La Castañeda, creado en 1932 para reconocer y cuidar la especificidad infantil en el tratamiento de las afecciones mentales. Hubo decenas de iniciativas en favor del mejoramiento de la infancia. Los centros de higiene se fusionaron con la Secretaría de Salubridad, que divulgaba programas como la Gota de Leche para abastecer de ese alimento y de atole a la población infantil. Durante el cardenismo se crearon programas de desayunos infantiles en jardines de niños en el Distrito Federal, que incluían una pieza de pan, un vaso de leche y fruta. En 1944 se creó la Asociación Nacional de Lucha contra la Desnutrición Infantil. Fueron esos mismos años los que vieron edificarse los cimientos de la institucionalización de los servicios de salud en México con proyectos como el Hospital Infantil de México y el IMSS.
El maternalismo hizo que las mujeres tomaran en sus manos varias iniciativas de organización para la protección de la niñez. En 1929 se creó la Asociación Nacional de Protección a la Infancia, con oficinas en el castillo de Chapultepec y cuya directora era Carmen García de Portes Gil, la esposa del presidente. A pesar del ensanchamiento de la red de instituciones para la atención infantil y de la creación de organismos gubernamentales como la Secretaría de Asistencia Pública, para mediados de los años cuarenta algunos grupos de mujeres menos vinculadas a las élites del poder denunciaban las terribles condiciones de pobreza en las que se encontraban los niños en los barrios pobres de México; 60 por ciento de los niños del barrio de Atlampa en la ciudad de México, por ejemplo, no asistía a la escuela; se calculaba que 80 por ciento de los niños en todo el país se encontraba en “completo abandono, con una mortalidad altísima”.92
Hubo también varios proyectos para intentar resolver las paupérrimas condiciones de vida de miles de niños en el país y se propusieron cruzadas de protección para madres y niños, desayunos escolares, dispensarios, fondos de seguridad y la exigencia a los jueces de hacer cumplir a los padres con sus deberes.93 “Es inconcebible —decía la primera mujer magistrada del Poder Judicial, María Lavalle Urbina, a finales de los años cuarenta— la forma en que se trata a los niños en México.” Esta abogada propuso un Código del Niño para proteger a los menores de edad desde la etapa prenatal, excluirlos del Código Penal, constituir un patronato que obtuviera fondos de la iniciativa privada, crear tribunales para menores infractores en todos los estados y hacer campañas de alimentación y contra el analfabetismo o el alcoholismo, establecer un seguro social y otorgar becas para obreros.94 Durante el gobierno de Miguel Alemán (1946-1952) surgió el Instituto de Bienestar de la Infancia y la Oficina Nacional del Niño.
De forma paulatina, la iniciativa privada secundó algunos de los grandes proyectos estatales; la filantrópica Fundación Rockefeller, por ejemplo, apoyó a la Asociación Pro-Nutrición Infantil además de financiar numerosas campañas de educación para la salud infantil, en asociación con Walt Disney;95 el millonario Henry Ford extendió cheques a los establecimientos asistenciales, como el Hospital del Niño;96 lo mismo hizo la famosa soprano estadounidense Lily Pons.97
Luego del Congreso Nacional de Protección a la Infancia de 1952 se elaboró un Anteproyecto del Código de Atención a la Infancia y se inauguró la Oficina Nacional del Niño, para atender la salud y la asistencia materno-infantil. En 1961 se creó el Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI), dirigido por la esposa del presidente Adolfo López Mateos, que organizaba desayunos escolares. En 1963, entró en vigor el Código de Protección a la Infancia. En 1974, el INPI se transformó en el Instituto Mexicano para la Infancia y la Familia, que tres años después se transformaría en el Sistema Nacional para el Desarrollo de la Familia.