Читать книгу Robachicos - Susana Sosenski - Страница 13

ESTRUCTURA DEL LIBRO

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En el primer capítulo de esta obra estudio el arranque, entre 1900 y 1920, de la preocupación por los secuestros infantiles, que a principios de siglo eran esporádicos y poco frecuentes, pero que evidenciaron el uso de niños para el trabajo forzado, especialmente en las haciendas henequeneras de Yucatán y Valle Nacional en Oaxaca. Mientras la prensa denunciaba tibiamente estos hechos, construía un estereotipo clasista del robachicos como hombre pobre, andrajoso y con un costal, y abría espacio a la expresión de construcciones racistas que se enfocaban en los peligros que suponía la población negra para la infancia.

En el segundo capítulo delineo una historia de los usos y la trata de niños, niñas y adolescentes entre 1920 y 1960, a partir de decenas de expedientes judiciales de casos de la ciudad de México, que revelan que las principales causas de secuestro infantil fueron el abuso sexual y la prostitución de niñas y adolescentes pobres. Algunos eran secuestrados para pedir limosna o para explotación laboral, otros para cumplir deseos de maternidad, varios para obtener rescates monetarios por medio de extorsiones. Es llamativa la tolerancia del abuso sexual de niñas y niños pobres; se transita por los usos y los abusos de los cuerpos infantiles sin que se ofrezca consuelo, sin que se lamente el dolor experimentado; afecta más la vulneración al honor familiar que a los cuerpos infantiles.

El capítulo tercero trata del secuestro de Fernando Bohigas, que detonó narrativas muy potentes en torno a la infancia y los peligros urbanos que la acechaban. Este caso paradigmático es una ventana que permite observar las reacciones hacia un ataque que se consideró dirigido a las clases medias, a las que se imaginaba como la fortaleza del México contemporáneo. El caso fue un parteaguas no sólo porque llevó a la primera reforma al Código Penal, sino porque inauguró un clima de ansiedad respecto a la ocupación de los niños de los espacios públicos y evidenció las ansiedades culturales respecto a la maternidad.

En el capítulo cuarto estudio el secuestro de la pequeña hija de una de las familias más acaudaladas del México de los años cincuenta, la familia Granat. Éste muestra la infancia como algo valioso en el mundo de los corruptos negocios durante el gobierno de Miguel Alemán (1946-1952). Si en el caso Bohigas la policía apareció como una corporación comprometida, dedicada y diligente, en el caso Granat los expedientes la muestran obrando en beneficio de los responsables del secuestro, gente ligada al poderoso negocio de los cines en México. La atención mediática que recibieron los casos Bohigas y Granat fue excepcional: ningún otro caso entre 1900 y 1960 logró tanta repercusión, aun cuando durante esos años las redacciones de periódicos, las estaciones de radio y las oficinas de policía y del Ministerio Público recibieron decenas de denuncias de niños y niñas secuestrados o extraviados. Los secuestros de esos dos niños blancos, capitalinos, de clase media y alta, fueron los principales nutrientes del clima de pánico moral generado por los medios de comunicación alrededor de los robachicos en México.

En el último capítulo analizo cómo los medios cubrieron el tema de los robachicos, retomando los estereotipos construidos por la prensa policial y masificándolos por medio del melodrama y el humor, géneros que se utilizaron para dar salida y elaborar las ansiedades sociales respecto de la infancia. Los medios de comunicación observaron y expusieron el secuestro infantil, crearon y atizaron miedos entre la población, y contribuyeron a crear un clima de ansiedad en torno a la seguridad de los niños, al sugerir que la mejor solución era limitar la autonomía y la circulación infantil en la ciudad. En contraste, evadieron el tema del abuso sexual y la comercialización sexual de niñas y adolescentes, que si bien era un tema explotado por la nota roja en los periódicos, fue tabú en películas, cómics o fotonovelas.

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