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Hacé lo que te haga feliz, pero siempre buscando estar saludable física y mentalmente.

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Durante el tiempo que pienso en este libro (mi mente no ha parado desde que inicié) no he podido definir una buena respuesta para la pregunta del millón: ¿Por dónde empiezo?

Mi inicio fue este libro, creo que es lo que me dará una pequeña motivación para seguir adelante, porque es fácil llegar y decirte que todo estará bien, que hacer esto y lo otro no es complicado, darte un montón de información y demás. Para mí no es fácil, porque, más allá de decírtelo, quiero hacerlo, quiero aprender, quiero mejorar como persona, quiero sentirme cómoda bajo mi propia piel. Así que me puse a analizar algunas cosas en mi vida. Decidí empezar por lo pequeño y luego pasar a lo que más me cuesta. Muchas veces decidimos empezar con todo de golpe, pero es tan cansado que terminamos desistiendo.

Lo primero que noté es que no puedo dejar de estar a oscuras en mi cama aunque sea de día, Mi nuevo propósito es mantener las ventanas abiertas para que mi cuerpo se ilumine, para ver lo que está sucediendo fuera de mi casa, para ver si algunos pajaritos me vinieron a visitar. Y es que no me lleva absolutamente nada de tiempo abrir las ventanas. Debo decirte que entre el final del 2019 y este 2020 me he aislado de casi todo. Si no fuera porque algunas personas deciden hablarme de vez en cuando o porque mi mamá me arrastra para salir a caminar, yo no lo haría. Porque sí, he perdido total interés en vivir, si bien no es algo nuevo, jamás me había sentido tan podrida por dentro, no me reconozco en el espejo. Es como si tuviera muchísimas cosas encima y no puedo ver mis ojos, mi boca, nada.

El otro día fui a comprar algo en la ciudad y, por obvias razones, estaba vacía, salvo algunos negocios. Comencé a ver a muchísima gente durmiendo con algunos trapos y cartones sobre la acera. Para mí es un tema delicado, ya que me duele ver personas en ese estado y odio sentirme impotente al no poder ayudar de la manera en la que me gustaría hacerlo, pero en mi mente pasó una pregunta; ¿Cómo siguen vivos? Es admirable su sistema de supervivencia, y luego un bus pasó y pude ver mi reflejo en sus vidrios y me hice la misma pregunta; ¿Cómo rayos sigo viva?

Mi cuerpo se siente en una constante desesperación, te lo pondré en un ejemplo: imaginá que estás en lo profundo del océano y te estás quedando sin aire, entonces comenzás a subir a la superficie, pero tenés que ir despacio porque si subís de manera apresurada por la presión y todo eso podés terminar muriendo. Para mí es una bomba contra tiempo, intentar subir por falta de oxígeno, pero estar tan profundo que durante el proceso termino sin aire y posiblemente me ahogue. Es exactamente lo mismo, a diario me siento así. Y como mi vida por fin está en calma, estoy protegida, nada me está dando una razón para seguir adelante realmente. Yo evito los espejos, primero porque de niña me ponía a hacer muecas frente a estos y hacía tan feo que me asustaba, entonces los evito por esa razón, pero también porque no puedo detenerme a mirar mal y juzgar cada detalle de mi ser, ¿cómo dejo de hacer eso?

Lo segundo que decidí retomar en mi vida (antes lo hacía y lo dejé de hacer) fue ordenar mi cama. No hay nada más feo que llegar cansado a tu cuarto y encontrar las sábanas en un puño, si no las has lavado posiblemente apesten, tus almohadas desordenadas, es horrible. En cambio, tener la cama arreglada es como si tuvieras un regalo todos los días que espera a ser abierto y usado para mantenerte cálido y cómodo durante la noche. Y algo que definitivamente debo dejar de hacer es… escuchar música deprimente, mi hermana una vez me dijo que escuchara este tipo de música para que me ayudara a llorar en vez de recurrir a métodos de autolesión. Y he escuchado o visto que las personas tienden a poner música triste cuando están sintiéndose mal, si tienen una ruptura ponen canciones de desastres amorosos y así. En mi caso eso solo me deprime más, no me ayuda a salir adelante, no me da un sentimiento de que puedo seguir porque todo estará bien. Sé que una de las razones por las cuales acudimos a la música triste es para que nos ayude a llorar, pero si supieran lo que me cuesta hacerlo, empezando porque lo odio, mis ojos se hinchan, la cabeza me duele y depende de como llore mi pelo me estorba, no es una actividad que disfrute hacer. Y la música tampoco me ayuda, solo me hace sentir más miserable.

Dato curioso… la mayoría de mis playlists son de música triste, gente enojada o alguien sufriendo por algún amor perdido. No es mi caso, escucharía canciones que no trataran tanto sobre amor y rupturas, pero es lo más común, las personas aman hablar sobre lo relacionado al amor o al sexo, entonces no puedo hacer mucho al respecto. El otro día me puse a eliminar todos los correos de spam que me suelen mandar. Ahora estaba pensando en limpiar mi lista de reproducción de música, porque al final del día entiendo que la comida no es lo único que nos alimenta; lo que vemos y escuchamos es una manera de alimentarnos, y debo empezar por revisar lo que estoy dejando entrar a mi cuerpo a través de mis oídos.

Prometo No Morir

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