Читать книгу Prometo No Morir - Taiyo Ki - Страница 8
Es darse el espacio para recordar lo que te gusta y hacerlo, para hacer un lazo más fuerte con vos mismo y saber relajarse.
ОглавлениеNo debe ser todos los días, tal vez la agenda esté algo ajustada a diario, pero nunca está de más tener un día una vez al mes (mínimo) para darse un gusto. Lo bueno de hacer estas cosas es que también te enseña a estar solo. He conocido a muchas personas que no pueden estar solas, lo odian, y no debería de ser así. Deberíamos ser capaces de estar con nosotros mismos cuando sea.
La autoestima es saber lo que te beneficiará y poder rechazar lo que te hará daño. No solamente es amarse físicamente o hacer esa clase de actividades, también se puede presentar en cuidarse de algo que no nos guste. Por ejemplo las drogas, alguien puede decir que no quiere drogarse porque sabe que no le traerá ningún beneficio, eso es tener alguna clase de autoestima. Al menos le importa cómo se encuentra su cuerpo. ¡Y es que de eso se trata todo! El cuidado de tu imagen implica estar saludable, estar pendiente de cómo andás vestido, de si te arreglaste o no para alguna ocasión. No apoyo los estereotipos. Para las mujeres: no digo que tengás que ponerte cuarenta kilos de maquillaje encima, no. A lo que voy es a que debemos ser conscientes de cómo nos vemos, no porque tenemos que ser modelos profesionales, sino porque es algo que hacés para vos y solamente para vos.
Yo soy una persona que, tenga el pelo largo o no, nunca me he molestado en peinarme. Me quita mucho tiempo, y cuando tenía el pelo largo me cansaba tener que estar peinándolo. En su momento, decidí aprender peinados y aplicarlos en mí. Me sentía bien, aunque perdí la costumbre y la práctica cuando me corté el pelo. El otro día vi unos accesorios para la cabeza que estaban muy bonitos, miré a mi mamá con ojitos de cachorro y ella me dijo: “pero si vos no usás esas cosas”. Mi respuesta fue algo como: “no las uso porque no las tengo”. Y es cierto, pero eso no es una excusa para no arreglarme el pelo. Debería importarnos cómo nos vemos porque significa estar bien, más allá de lo que la gente diga, significa que te importa.
En algunas culturas, la imagen personal es sumamente importante por esa misma razón, imaginá que sos dueño de una gran empresa o que tenés un puesto alto y toca contratar a alguien nuevo. Los candidatos se van a arreglar para la entrevista, primero, porque quieren el trabajo y les importa, y segundo, porque es respeto. Si no ves necesario arreglarte para vos, entonces hacelo por respeto a otros. ¿Irías a una casa ajena con mal aliento? La imagen demuestra cuánto te importa algo que vaya a suceder en tu vida a diario. Por eso uno se arregla para las entrevistas, o para eventos especiales, por eso es importante cuidarnos, pero la prioridad en estos casos es arreglarnos por y para nosotros solamente. Yo pude haber salido a correr con mi pantalón de pijama y la sudadera con la que estaba durmiendo, pero decidí cambiarme por ropa fresca, peinarme para que el pelo no me estorbara en la cara, ponerme ropa deportiva para meterme en el ambiente de “Oh sí, soy una persona productiva, me siento activa y voy a correr la milla”. Aunque terminé por arrepentirme de la decisión.
No importa si vas a salir a la pulpería de la esquina, ¿qué tiene de malo dejar que vos hagás BUM? ¿Qué hay de malo en permitirte brillar? No necesitás muchas cosas para sentirte bien, si te gusta maquillarte, pues adelante. Si no te gusta hacerlo, no importa. Hay muchas maneras de arreglarse sin maquillaje. Jugar con la ropa, cuidar nuestra postura, la salud, comer bien, mantenerse activo. Y es algo que me he dado cuenta, ¿Querés saber uno de mis problemas? Suelo ocultarme de la gente, me cierro demasiado en mi propio mundo porque me da miedo que la gente vea quién soy. Me da miedo ser yo misma porque estoy acostumbrada al rechazo. No obstante, me pregunto frente al espejo y te pregunto a vos, ¿qué tiene de malo dejarse ver por el mundo? Exponerte a que la gente te vea, sos una obra de arte única y toda obra de arte merece ser apreciada.
Es innecesario seguir los estereotipos de la sociedad. Si sos mujer, no es necesario que seás 90-60-90 para poder verte bien, para poder sentirte bien con vos misma. Y si sos hombre, no tenés que ser el típico hombre fuerte, inexpresivo, alto, de voz fuerte, y definitivamente no tenés que ser nada parecido al Ken de las películas estadounidenses. Hablemos de un cuerpo robusto o con sobrepeso sin importar el género de la persona. La sociedad nos vende que una persona obesa o con una barriga de cerveza no es atractiva, y aunque gustos son gustos, dejame decirte algo, NO ES SALUDABLE. Más allá de los estereotipos, no es saludable estar en ese estado, si querés bajar de peso no lo hagás por lo que la sociedad exija, hacelo porque te importa tu salud, porque si alguien te dice “salgamos a hacer deporte” no vas a sentir que sos un ancla para la persona porque no das la talla. Como dije anteriormente, nuestro cuerpo es nuestro hogar, y hay que agradecer por él, pedirle perdón por los descuidos y aceptarlo tal y como es, pero si no estás cuidando tu salud no vas a sentirte mejor. La gente intenta suavizar tu dolor diciendo que no tiene nada de malo tener unos kilos de más; sin embargo sí lo tiene, estás exigiéndole a tus piernas un doble trabajo para aguantar todo un peso que no deberías tener. Y sufren las rodillas, se desgastan, pero además dejás de sentirte bien, dejás de disfrutar de tu piel y llegás a sentir vergüenza o comenzás a compararte. O deja de importarte porque el malestar es tanto que lo bloqueás y preferís irte a tragar una deliciosa hamburguesa que aceptar una realidad.
Siempre me enojó cuando muchas personas a mi alrededor me decían que yo era muy exigente con mi cuerpo, que le daba demasiada importancia al físico, y la razón por la cual me enojaba era porque las personas que han llegado a decirme esto tienen una piel perfecta, estatura perfecta, una cintura perfecta, una cara perfecta y una autoestima estable. ¿Cómo iban a entender el dolor de verse al espejo a diario y odiar lo que ves? Porque lo admito, estoy lejos, pero bien lejos de sentirme a gusto bajo mi propia piel. Uso ropa más grande para ocultar mi cuerpo, procuro aplanar mi pecho porque he llegado a sentir vergüenza de ser mujer, odio ir a la playa porque veo a gente con cuerpos que yo quiero y en cambio tengo algo sumamente descuidado, lleno de estrías, cicatrices que yo me he causado. Y, más allá de lo físico, mi cuerpo carga con el odio constante que le doy todos los días de mi vida. No obstante, lo primero que he tenido que aceptar es… no soy perfecta, no lo seré, y es mi culpa sentirme así porque he sido yo la que se ha descuidado.
Hace unos meses, una de mis grandes preocupaciones se alivió. Siempre me preguntaba por qué mi cuerpo tenía tantos problemas. No entendía por qué si mi alimentación es casi impecable no lograba bajar de peso, por qué mi cuerpo se ensuciaba con acné, por qué tenía cosas que no debía tener. Fue cuando fui al médico y me dijo que efectivamente tenía un ovario poliquístico. Por eso no importaba cuánto me esforzara por bajar de peso, no lo lograba. Al principio quise llorar, porque odiaba saber que tenía un problema en mí; luego quise llorar porque, si hubiera ido al médico antes, me habría ahorrado muchos años de odio constante, burlas y agresiones; y, finalmente, quise llorar de alivio, porque es un problema que se puede solucionar y muchas de mis inseguridades con el tiempo se irán.
No está de más irse a revisar con un médico. Si sos de las personas que, como yo, solo van cuando es un caso grave y no queda de otra, te lo digo de una, no está mal ir por una revisión rápida. A lo mejor encuentren algo que está causando todo un alboroto en tus hormonas y esto te esté causando muchas inseguridades. Cuando se trata de mantenerse saludable no hablo de someterte a dietas extremas o muchas horas de ejercicio para que tu cuerpo esté activo, quiero hablar de la alimentación. Desde niña he sido una persona que lo único que conoce son las dietas, ¿sabés qué? Las odio y las seguiré odiando. Tal vez a mucha gente le funcione hacer una dieta, pero en mi caso es algo sumamente estresante. No poder comer lo que quiero porque debo seguir estrictamente la cantidad de calorías que voy a consumir. Renuncié a las dietas, era más el estrés que lo positivo que pudieran aportarme, y es que en mi caso, soy como un pez globo, apenas me sienta en peligro o estresada me inflo y saco mis espinas. No ocupo comer mucho para subir de peso, con el estrés me basta. Sin embargo, te voy a decir algo con la alimentación, no se trata de matarse de hambre o de privar tu cuerpo de comer cosas poco saludables. Se trata de entender lo que estás permitiendo entrar a tu cuerpo.
Cuando vos tomás consciencia de lo que tu cuerpo necesita y lo que no, podés ponerlo en un plato. De nada sirve ir a un nutricionista a que te dé un menú con todas tus comidas si vos no entendés lo que te estás metiendo a la boca. Imaginá que vas a un restaurante de comida rápida por alguna hamburguesa. No sabés de dónde vienen los ingredientes, si son frescos y de alta calidad, no sabés cuántas calorías estás consumiendo por bocado, no sabés la cantidad de grasa que usaron para crear esa hamburguesa flácida y de publicidad engañosa, no sabés si la persona que la cocinó tenía las manos limpias o si mientras la hacía estaba de mal humor. No se suele pensar lo que estamos consumiendo y eso el cuerpo lo resiente. Comer viendo una pantalla o hacer alguna actividad mientras vas a alimentarte te distrae de lo que estás por consumir, a tal punto que pudiste haber terminado satisfecho, pero estás en otro mundo y seguís comiendo hasta llenarte y terminar rodando como un panda. No está bien, no está de más ir por ingredientes frescos y manipular tu propia comida, asegurarte de que está siendo cocinada con amor y le hace bien a tu cuerpo.
La comida es una de las cosas más difíciles en mi opinión, y hay que tener una disciplina increíble para no irte a la cocina durante un ataque de estrés a tragarte toda la nevera y de paso la alacena. Pero podés ir poco a poco: si sos de las personas que repiten comida, disminuir las porciones de a poco. Una manera de reducir estas cosas de manera sencilla es ir eliminando lo que menos te cueste dejar. Por ejemplo, a mi los dulces no me causan mucha gracia, pero no puedo negarme a un buen helado. Si en mi vida hay mucho azúcar, puedo buscar las cosas que menos me cueste dejar. Entonces iniciaré por pequeños pecados alimenticios. Eliminaré los dulces o la goma de mascar, luego pasaré a constantes meriendas e iré reduciendo la cantidad de galletas que consuma. Luego pasaré a eliminar jugos o refrescos y los reemplazaré por agua, si bebo café o té y le pongo cinco cucharadas de azúcar, disminuiré la cantidad y le pondré cuatro o tres y así iré hasta soportar el sabor sin azúcar.
OJO, no se trata de privarte de comer. Podés haberte quitado todo en tu dieta diaria, pero si alguien te dice que vayan por un café y un pequeño postre, andá con total libertad y disfrutá el momento de consumir algo que usualmente no lo hacés. Eso sí, intentá que no se te haga costumbre. Se trata de ser consciente de lo que estás consumiendo y sentirte bien al respecto. La gente en general tiende a buscar el amor en la comida, me incluyo, pero la comida no llenará ese vacío que tenemos por ausencia de amor propio, y es cuando escribo al respecto que finalmente lo entiendo. Puede no gustarnos al principio, pero el alivio que nuestros cuerpos sienten cuando dejamos de saturarlos con cosas que pueden resultar tóxicas vale la pena. Cuando la cuarentena empezó, el mundo comenzó a limpiarse y los animales volvieron a ser capaces de habitar lugares que antes no podían. Es lo mismo, dejá de saturar a tu cuerpo, sea con comida, con sustancias, con exigencias constantes, con insultos, con odio. Dejá que la basura salga de tu cuerpo y dale un gran respiro. Se lo merece, porque al final del día, es tu cuerpo el que te ha llevado a donde estás en este momento.