Читать книгу Ostracia - Teresa Moure - Страница 10

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Mi deseo choca con la realidad mil veces al día,

tal vez más.

Si fuese a ser eterna, podría soportar

la tensión.

Pero, siendo tan breve el tiempo que me resta,

pensé que debía cambiar la realidad.

−La ingenuidad, ¡qué linda!−.

Hoy tantos mensajes levemente repetitivos

me aconsejan situarme fuera, en los márgenes

y mirar desde ahí la catástrofe.

El deseo, bien lavado, puede quedar colgado al sol,

con las banderas y sus emblemas revolucionarios.

Pero... malditas sean las cínicas.

Inessa Armand (1914). Cuadernos apócrifos. París.

Ostracia

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