Читать книгу Ostracia - Teresa Moure - Страница 13
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Si un viajero quisiese instalarse en Ostracia
y viniese a pedirme consejo,
le mentiría.
Con toda tranquilidad,
le hablaría de las lechuzas que cantan por la noche,
de los corzos que a veces salen a los caminos.
Le cantaría las bellezas todas de Ostracia:
la humedad de los bosques,
la intensidad de las puestas de sol,
y el canto de mil pájaros al amanecer.
Mentiría.
No hablaría de que los vecinos nunca saludan,
ni de la suciedad que rodea todo cuando cortan la hierba en las últimas horas de la tarde.
No hablaría de que es imposible venirse a vivir a Ostracia
voluntariamente
en un acto de decisión individual.
Imposible.
A Ostracia solo se puede venir desterrada.
Inessa Armand (abril de 1908). Cuadernos apócrifos. Mezen.