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Como feminista bolchevique, Alexandra Kollontai (1872-1952) eclipsó a su contemporánea Inessa Armand (1874-1920), que acaba reducida a mera amante de Lenin. Alexandra Kollontai, que tras el fallecimiento de Inessa, la sucedió en algunas de sus tareas, era, sin duda, la más carismática de las dos, aunque Inessa fuese más fina en la táctica política. En la visión de Kollontai anterior al 17, las feministas formaban parte de una élite privilegiada, a pesar de su falta de derechos políticos, porque al trabajar para la reforma del zarismo y no para la destrucción del sistema, estarían dándole legitimidad. Además, veía una enorme brecha entre la mayoría de las mujeres, empujadas fuera de casa hacia un trabajo a causa de la pobreza, y la minoría que buscaba su realización personal a través de una equitativa participación con los hombres en la fuerza de trabajo y en la trama política. Irónicamente, su posición no tuvo credibilidad ni para las feministas, que tenían serias dudas sobre su sinceridad, ni para sus camaradas socialistas, que sospechaban que estaba abogando por el separatismo de las mujeres trabajadoras. Para Kollontai, el asunto no era sencillo. Probablemente veía a las feministas, incluso estando divididas, como una amenaza para el movimiento de la clase trabajadora donde estaba implicada y en el que creía profundamente. Pero, a pesar de la férrea oposición de sus camaradas socialistas, intentó por todos los medios introducir a las mujeres trabajadoras en la óptica de la lucha de clases haciendo clubes separados para ellas. Podría ser vista como un puente entre socialismo y feminismo.

Várvara Armand. Apuntes para su Biografía de Inessa Armand (inédita).

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