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SÍ, CON UN PSIQUIATRA

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Las enfermedades mentales muchas veces están atravesadas por numerosos prejuicios. Uno de ellos es el de la responsabilidad, la idea de que las personas son causantes de sus problemas. Por el contrario, como bien lo explica el médico psiquiatra Marcelo Cetkovich (ver el Capítulo 26), no son bajo ningún aspecto enfermedades autoprovocadas, sino que tienen una base psicobiológica compleja y requieren tratamientos combinados complejos. Este tipo de prejuicios son parte de un conjunto de conductas y concepciones equivocadas que configuran el estigma hacia las personas que sufren trastornos mentales y, por extensión, a algunas for-mas de tratamiento. Estos prejuicios deben ser evitados.

La aparición de signos y síntomas, tales como los que se describen más arriba, que perduran en el tiempo y generan malestar en las personas, deberían ser razones suficientes para hacer una consulta con un especialista en salud mental. La mayoría de los trastornos mentales muestran un importante retardo entre la aparición de los síntomas y la primera consulta. Este período puede llegar a ser muy prolongado, y durar varios años. Hoy contamos con evidencia suficiente para afirmar que la detección y el inicio temprano de tratamientos adecuados para la mayoría de los trastornos mentales implican mayores probabilidades de efectividad terapéutica.

Finalmente, María aceptó la sugerencia de su pediatra de consultar a una psiquiatra infantil para evaluar a Federico y a Ulises. Su esposo, luego de expresar su resistencia, la acompañó. La psiquiatra hizo un diagnóstico de ansiedad de separación en el caso de Federico y lo derivó a una psicóloga. Luego de algunas sesiones de terapia individual y de entrevistas de orientación a padres, Federico modificó su conducta para ir a la escuela.

El caso de Ulises fue diferente. La psiquiatra le solicitó hacer una evaluación neuropsicológica y algunas interconsultas: a una fonoaudióloga, a una terapeuta ocupacional y a una neuróloga infantil. Se estableció un diagnóstico de condición del espectro autista y se inició un tratamiento interdisciplinario. Sus padres saben que el tratamiento de Ulises será muy diferente al de Federico, pero todos los profesionales coincidieron en que el haber realizado un diagnóstico temprano y comenzado con un tratamiento eran condiciones positivas para esperar una buena evolución del niño dentro de las limitaciones propias de su condición.

La vida de María y su esposo cambió muchísimo después de conocer el diagnóstico de Ulises. Sin embargo, con la ayuda de los profesionales a cargo de su tratamiento pudieron informarse acerca de la condición de su hijo, de sus necesidades y de cómo responder en las situaciones difíciles. Saben que las dificultades de Ulises no son responsabilidad de ellos como padres, pero sí asumen la responsabilidad de hacer lo posible para garantizarle un tratamiento adecuado. Saben que haber llegado al diagnóstico tempranamente ha sido muy positivo. La vida también ha cambiado para los suegros de María, luego de que su esposo aceptó hacer una consulta psiquiátrica con su madre. Después de algunas evaluaciones y estudios, el profesional descartó el diagnóstico de enfermedad de Alzheimer y la derivó a una neuróloga, quien finalmente le diagnosticó la enfermedad de Parkinson.

A diferencia de la reacción del padre de Siddhartha Mukherjee, y de como él mismo hubiera reaccionado anteriormente, el esposo de María concurrió junto a su madre a las diferentes entrevistas con profesionales. En cada consulta, les fueron informando acerca de las características del trastorno que tenía y de las diferentes alternativas terapéuticas para poder asegurar la mejor calidad de vida para su madre.

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