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¿A QUIÉN CONSULTAR?

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Cuando los padres comienzan a buscar una respuesta al malestar emocional de su hijo es frecuente que no sepan a quién recurrir.

Por un lado, existe cierto desconocimiento sobre las distintas baterías diagnósticas, es decir, sobre el conjunto de test o pruebas que se administran al niño y cuyos resultados permiten saber si lo que se observa en él es esperable o no para su edad, y a qué puede deberse. En la desesperación muchas veces se consulta a diferentes especialistas sin saber bien cuál es la batería diagnóstica más acertada para el problema en cuestión.

A eso se suma que hablar de evaluación psicodiagnóstica es tan amplio y poco específico que en ocasiones los padres terminan recibiendo devoluciones que mencionan la no resolución del complejo de Edipo, pero que no dicen nada sobre por qué el chico hace berrinches 23 veces al día.

Muchas veces es el pediatra quien debe definir la ruta de diagnóstico, pero otras, hasta el mismo médico clínico se ve confundido sobre cuál es el mejor camino para despejar las causas del problema que le llevan los padres.

Como padres es muy importante poder evaluar si el especialista al que nos han derivado es el más idóneo para atender a nuestro niño. Nos gustaría mostrarte ciertos lineamientos básicos que pueden ser útiles al momento de decidir quién es el profesional más indicado en función del problema que aparece, y sabiendo que no queremos perder tiempo valioso ni quemar recursos que no abundan.

Una vez terminado el proceso de evaluación, lo ideal es llegar a un diagnóstico. La conducta y el aprendizaje son expresiones de desarrollos neurobiológicos que interactúan en un determinado contexto y, como tales, requieren de un diagnóstico que permita definir cuál es el tratamiento más adecuado, el que deberá definirse según la especificidad del paciente y el objetivo que desea obtenerse.

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