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Capítulo 3 ¿Qué le sucede
a mi hijo?

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Andrea Abadi Médica psiquiatra infantojuvenil

Cuando un niño presenta dificultades emocionales o psiquiátricas se genera un gran cambio en el funcionamiento familiar. La familia entera se moviliza y se preocupa, mientras recibe hipótesis y consejos de quienes están a su alrededor sobre lo que le puede estar pasando al niño.

Debemos tener en cuenta que las problemáticas de la infancia y de la adolescencia atraviesan todos los ámbitos de interacción de ese niño: la escuela, la participación en actividades recreativas y la propia familia. La rutina cotidiana se altera y el nivel de sufrimiento de la familia es sumamente alto.

Los médicos pediatras deberían ser quienes dirijan las consultas y los tratamientos de los niños. Sin embargo, suele pasar que en la primera consulta con un profesional de la salud mental (psicólogo, psicopedagogo, terapeuta ocupacional, fonoaudiólogo o psiquiatra infantil), cuando les preguntamos a los padres: “¿Qué piensa el pediatra de lo que le sucede al niño?”, la respuesta más frecuente sea que no se lo mencionaron jamás o que nunca hablaron de estas cosas, porque en las consultas de control solo hablan del peso, talla y vacunas.

Sabemos que muchas veces las indicaciones de hacer una consulta en el ámbito de la salud mental surgen de la escuela o de preocupaciones familiares, pues hay cierta idea generalizada de que los problemas emocionales no corresponden al ámbito del pediatra.

Veamos cómo llegaron a la consulta los padres de Sebastián:

Sebastián tiene 4 años y sus papás dicen que es un niño tranquilo. También, que es muy independiente, ya que aprendió rápidamente a abrir el refrigerador y buscar los postres que le gustan; que si quiere una galleta se las arregla para llegar a la alacena y elegirla. Tan autónomo es que ellos sienten que puede pasarse horas jugando con sus puzles de 100 piezas sin pedir ayuda a nadie. Los papás están asombrados por lo ordenado que es Sebastián, que juega a guardar los juguetes y se desespera si falta alguno. Come solo alimentos de color blanco, el padre dice que es culpa de la mamá por seguirle la corriente en todo, pero la madre dice que si no son blancos, Seba rechaza la comida y puede pasarse el día sin comer, y eso le preocupa.

También refieren que su hijo recita el abecedario en español e inglés sin que nadie lo haya estimulado; lo ven muy inteligente. Consideran que en el jardín se aburre, porque cuando lo ven con los demás niños de su sala, él se encuentra a un lado acomodando bloques o autos. Tiene un lenguaje excelente y hasta sofisticado para su edad. Las maestras los citaron a una reunión y les pidieron que hagan una consulta con un especialista en trastornos del desarrollo. Los padres se preguntan si el colegio no estará exagerando la situación.

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