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CUANDO E. A. S. Y. PARECE DIFÍCIL

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Cuando me documentaba para escribir este libro, examiné los expedientes de miles de bebés con los que había trabajado, así como las numerosas preguntas de padres que me habían contactado recientemente por teléfono, por correo electrónico o a través de mi página web. Mi objetivo era identificar las dificultades con las que habitualmente suelen encontrarse padres bienintencionados y comprometidos a la hora de intentar establecer una rutina estructurada. La mayoría de ellos no tiene dudas sobre la rutina en sí. Sus preguntas tienden a centrarse en alguna de las letras de E. A. S. Y. Me preguntan, por ejemplo: «¿Por qué las comidas de mi bebé son tan cortas?» (la E), «¿Por qué está irritado y no muestra ningún interés por sus juguetes?» (la A), o «¿Por qué se despierta varias veces durante la noche?» (la S). En este libro trataré diversas cuestiones de este tipo y ofreceré sugerencias para solucionar problemas específicos; los capítulos 3 y 4 están enteramente dedicados a temas de alimentación y del capítulo 5 al 7 se trata el tema del sueño. Pero también debemos analizar cómo se relacionan entre sí las tres grandes áreas y éste es el tema del presente capítulo. La alimentación afecta al sueño y a la actividad; la actividad afecta a la alimentación y al sueño; el sueño afecta a la actividad y a la alimentación y, naturalmente, todo ello te afectará a ti. Sin una rutina predecible, todo en la vida de un bebé puede convertirse en un caos, a veces de forma repentina. La solución es casi siempre E. A. S. Y.

No obstante, los padres me dicen que E. A. S. Y. no es necesariamente fácil. A continuación reproduzco un fragmento de la carta de Cathy, la madre de Carl, un bebé de un mes, y de Natalie, una niñita de veintidós meses. Sus palabras reflejan la confusión y las dificultades que acostumbran a experimentar los padres:

Mi hija mayor, Natalie, duerme muy bien (de un tirón de las siete a las siete, se acuesta ella sola y hace sus siestas durante el día). No recuerdo cómo conseguimos que adquiriera estos hábitos y necesitamos algunas pautas para guiar a Carl, desde ahora y en los próximos meses. Le doy el pecho y me temo que, sin querer, hago que se duerma cuando lo amamanto; además, a veces no sé distinguir si está cansado, si tiene hambre o si le duele la barriga por gases. Me hace falta un ejemplo de estructura básica que me ayude a saber qué le pasa, ¡ya que su hermana exige mucha energía y atenciones cuando está despierta! El [primer] libro de Tracy habla en términos generales sobre los periodos de tiempo que requieren las distintas etapas comer/actividad/dormir, pero me está resultando difícil adaptarlas a las horas del día y de la noche.

Cathy tenía ventaja en un aspecto. Al menos se daba cuenta de que su problema era la falta de consistencia y su poca habilidad para interpretar las reacciones de Carl. Sospechaba, con bastante tino, que la solución era una rutina. Y al igual que muchos padres que han leído acerca de E. A. S. Y., lo único que necesitaba era un poco de confianza y algunas aclaraciones. No le costó demasiado aplicar el plan E. A. S. Y. después de hablar conmigo, puesto que Carl tenía sólo un mes, era lo suficientemente pequeño para adaptarse rápidamente a una nueva rutina. Además, cuando me enteré de que había pesado 3 kilos y 200 gramos al nacer, supe que no tendría ningún problema para realizar sus tomas cada dos horas y media o tres (ampliaré este tema más adelante). En cuanto Cathy instauró la rutina para su hijo, le fue mucho más fácil anticiparse a sus necesidades. (En la página 35 encontraréis una rutina de muestra para un bebé de cuatro semanas.)

Todos los bebés se desarrollan mejor cuando siguen una rutina, pero algunos, debido a su temperamento, se adaptan a ella más rápido y con mayor facilidad. Natalie, la primera hija de Cathy, que ahora ya gatea, fue una criatura sumamente tranquila y flexible; a este tipo de bebés yo los llamo «angelitos». Esto explicaría por qué Natalie dormía sus siestas y tenía un sueño tan sólido por las noches y también por qué Cathy no recuerda cómo lo logró. El pequeño Carl, sin embargo, era un tipo de bebé mucho más sensible, lo que yo llamo un bebé «susceptible», que con tan sólo un mes podía alterarse a causa de una luz demasiado brillante o porque su madre le sostenía la cabeza ligeramente más abajo al amamantarlo. Tal como explico con más detalle en el capítulo 2, el temperamento afecta a la forma en que un bebé reacciona prácticamente ante todo en su vida. Algunos necesitan más tranquilidad mientras comen, actividades menos estimulantes o una habitación más oscura para dormir. De lo contrario, estarán sobreexcitados y rechazarán entrar en una rutina.

Guía práctica para tener bebés tranquilos y felices

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