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La teoría de los sistemas

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Como conclusión de lo que hemos presentado, tenemos un contexto científico y filosófico, que pone en primer plano el problema de la totalidad y cómo el ser humano puede comprenderla. Por totalidad se entiende asumir la complejidad inherente a la realidad, tanto en los dominios naturales como en los sociales y culturales del ser humano. Esta complejidad no se reduce al punto de vista de la ciencia clásica cartesiana, secuencial y mecanicista, porque esta se encuentra en la obligación de interpretar la realidad descomponiendo, separando y aislando sus procesos y, de esta forma, no logra abarcar aspectos como la historia y sus fines, las interacciones dinámicas entre los fenómenos y la autoorganización. La naturaleza, el hombre y los organismos son considerados, bajo este punto de vista, como máquinas rígidamente determinadas, perdiendo así todos los aspectos ramificados y diferenciados que caracterizan a los organismos vivos en su complejidad ontológica y funcional.

Así, tanto los aspectos de la biología o de la economía tradicional como algunas recientes disciplinas científicas, entre ellas la ecología, la meteorología o las ciencias sociales, se encuentran en la búsqueda de nuevas herramientas epistemológicas y metodológicas. A este contexto incierto se deben agregar los efectos del desarrollo tecnológico, representado por la sociedad de la información, las computadoras y las redes, que están provocando el paso de un enfoque mecánico de los procesos naturales y sociales a un enfoque de control, que se refiere a la integración de las tecnologías y al conocimiento de las interacciones generados en dichos complejos contextos.

La aproximación sistémica pretende dar razón de la totalidad y de la complejidad de la naturaleza, de los organismos vivientes y de los procesos sociales. Esta perspectiva comienza a desarrollarse en la década de 1950, precisamente con la cibernética de Wiener, la teoría de la información de Shannon y Weaver, la teoría de los juegos de von Neumann y Morgenstern37 y, finalmente, la teoría general de los sistemas de Bertalanffy.38 Vale la pena repasar esta última teoría, en cuanto presenta claramente los términos generales de la problemática sistémica.

• Un “sistema” es un conjunto integrado de elementos que interactúan entre sí y que son determinados por ciertos procesos globales que generan la complejidad de su comportamiento. Este se entiende por medio de leyes generales lógico-matemáticas, que observan el sistema no tanto en el nivel de sus elementos, sino en las relaciones que se crean entre ellos y el ambiente externo. Cualquier sistema se caracteriza por dichos mecanismos de regulación interna, por ser dinámico y por buscar condiciones de equilibrio entre sus elementos. En este sentido, existen sistemas cerrados y sistemas abiertos, con diferencias notables entre ellos.

• Se denomina sistema cerrado a aquel que no intercambia informaciones con el ambiente externo, y que por lo tanto se autorregula por retroalimentación39 y por homeostasis. Esta clase de sistemas tiende naturalmente a la entropía, que es el desorden que caracteriza el equilibrio de los procesos físicos y químicos. Los sistemas cerrados se caracterizan por depender de sus condiciones iniciales: al cambiar estas, necesariamente cambia el estado final del sistema. Son esencialmente máquinas determinadas inequívocamente por sus condiciones iniciales y modalidades de retroalimentación. Ejemplos de sistema cerrado son la cibernética y la ingeniería de sistemas.

• Un sistema abierto, por el contrario, interactúa e intercambia informaciones y materia con el ambiente externo. Mediante estos intercambios, un sistema abierto puede regenerar sus componentes deteriorados y preservar su orden interno. Desde luego, estos sistemas se caracterizan por la entropía negativa, es decir por tener como fin un orden creciente, independiente de las condiciones iniciales del sistema y de eventuales accidentes externos. El sistema abierto puede adaptarse al ambiente mediante una modalidad especial de interacción entre sus elementos, que Bertalanffy llama equifinalidad. Esta es la misteriosa capacidad de tener objetivos y estrategias comunes: un estado uniforme y un equilibrio activo que permite al sistema sobrevivir y reproducirse. Este modelo presenta, así, una serie de ventajas que posibilita acercarse a la complejidad de los seres vivientes.

La forma emergente

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