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La sociedad de la información

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Se habla de sociedad de la información porque, gracias a los nuevos medios de comunicación, podemos disponer, en tiempo real, de una cantidad nunca vista de datos y conocimientos que, además, se van multiplicando y especializando de manera exponencial. Es por esto que Jean-Francois Lyotard ha señalado que las jerarquías (personales, institucionales y sociales) se basarán no tanto en la cantidad de los saberes, sino en la capacidad de encontrar nuevas relaciones entre ellos, así como en abrir nuevos campos para la investigación científica y para sus aplicaciones.8 Parece, entonces, que estamos en la era del “arte” del saber: los factores estratégicos serán la creatividad y la imaginación, necesarias para combinar las informaciones en nuevos patrones de conocimientos.

Esta situación apela al arte de dos formas diferentes. La primera, y más obvia, se relaciona con los mismos conceptos de imaginación y de creatividad. Pero sería reductivo entender esta relación solo como un desborde de lo artístico a otras esferas de la producción intelectual. No es que esta hipótesis no haya sido planteada (vale recordar la anarquía epistemológica de Feyerabend y la teoría de las revoluciones científicas de Kuhn), sin embargo, para el arte lo que resulta más significativo es invertir el punto de vista: es el arte el que se encuentra abierto a incorporar metodologías y conocimientos pertinentes a otras disciplinas.9 La segunda forma con la cual la sociedad de la información se relaciona con el arte es la sobreproducción de todo tipo de conocimiento, que amplificando las diferencias entre el arte y la ciencia, llega a cuestionar el sentido de la obra de arte y la necesidad de su existencia.

La forma emergente

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