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Capítulo 1 Arte y tecnología en el contexto posmoderno

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Wittgenstein afirma que en arte es difícil decir algo tan exacto como decir nada.1 Quizás esto guarde su significado paradójico aun sustituyendo el término arte por filosofía, ciencia o tecnología. Entre estas, según ciertas teorías posmodernas, no existirían grandes diferencias. Se argumenta, a este propósito, que la filosofía, y sobre todo la ciencia, al cuestionar sus fundamentos racionales se están “estetizando” para incorporar procesos creativos y, como se suele decir, no lineales, que son típicos de la libertad un poco anárquica del arte y de la incertidumbre contemporánea. Se puede considerar poco concretas estas cuestiones epistemológicas, ya que hay fenómenos más serios que contribuyen a debilitar el papel racional de la filosofía y el poder de la ciencia. Por ejemplo, el desarrollo de la bioingeniería o de la genética, investigaciones extremas que desencadenan, por sus implicaciones políticas y económicas, difíciles preguntas éticas y sociales.

De todos modos, quizás sea esta confusión epistemológica la primera razón por la cual, según Wittgenstein, es tan difícil hacer un discurso sobre el arte, sobre todo hoy, cuando este se vincula a la ciencia y a la tecnología y opera sin el apoyo de un pensamiento estético sólido y unitario. Es una opinión difundida, con respecto a este último punto, que los instrumentos críticos disponibles son muy inadecuados para describir los nuevos fenómenos científicos y artísticos. Además, se debe considerar la aceleración que impone la tecnología digital; la reflexión para la elaboración crítica necesita tiempo y esto es lo que empieza a hacer falta, cuando tanto la producción como la distribución de conocimientos e informaciones actúan en tiempo real. Solo el mercado parece capaz de seguir el ritmo de los avances tecnológicos desarrollando una infinidad de productos que influyen en nuestros pensamientos y estilos de vida, sin ningún tipo de evaluación acerca de eventuales consecuencias.

Esta problemática se presenta en forma más aguda en las artes y en la educación, porque las disciplinas humanísticas han sido gradualmente marginadas de las cuestiones científicas y tecnológicas. Los conocimientos metódicos, en el peor de los casos no están incluidos en los saberes de los artistas y de los docentes o, si lo están, son metodológicamente obsoletos y superficiales en los contenidos; bajo este punto de vista, entonces, el arte y la educación no reciben una ayuda adecuada desde otras especializaciones del saber. Así que la confusión es grande y las diferentes posturas poco abiertas al diálogo constructivo, hecho que dificulta elaborar criterios críticos tanto para aprovechar y desarrollar las inmensas posibilidades de la tecnología, como para individuar sus limitaciones y sus peligros. El diálogo es importante porque semejante tarea debe ser desarrollada tomando en cuenta la complejidad del arte (y de la educación, que con el arte tiene muchos puntos de contacto) y la correspondiente integración de numerosos factores con un elevado grado de interdisciplinariedad.

Por lo tanto, se debe comenzar identificando las problemáticas macroscópicas de las relaciones entre arte, educación, ciencia y tecnología, sustentando la importancia de armonizar estas disciplinas en el proyecto de la recuperación del arte en su función educativa y social. Esta opción se desarrolla dentro de procesos como la globalización económica y la industria cultural, que, por su fuerza, debemos considerar. Así, en este capítulo trataré de presentar, además, los elementos de esta complejidad: los medios masivos, el exceso de información, la tecnología y las nuevas teorías científicas.

La forma emergente

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