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Prólogo
ОглавлениеLa rapidez de los cambios y la inmediatez de la producción en el mundo actual han desplazado la reflexión a un segundo plano. Si bien es vasto el volumen de la producción de libros, revistas y artículos sobre el medio digital, no siempre es posible detenerse a pensar y discernir sobre los vínculos e interacciones entre el arte y la pedagogía. Hoy más que nunca, frente a la sofisticación de la información, como a su banalidad, resulta capital ofrecer espacios para el debate y el intercambio de opiniones y explicaciones, a los que Umberto Roncoroni nos va conduciendo a través de su libro.
Se propone algo tan ambicioso como solucionar, con el auxilio de una mirada interdisciplinaria, las incomprensiones entre la cultura humanística y la cultura científica y tecnológica. Con este propósito, emplea como sustento la idea de unir dos actitudes frente a la realidad: por una parte, las posturas racionalistas propias de la Ilustración, y por la otra, el romanticismo, que enfatiza la sensibilidad. Resulta sugerente este ingreso al tema por cuanto en el debate actual acerca del significado de la tecnología, tanto como en su uso, se suceden una serie de articulaciones entre razón y emoción, entre el pensar y el sentir. Se desplaza así la comprensión de lo digital, de lo meramente técnico, a las relaciones e interacciones entre los sujetos, distintos culturalmente. Esta mirada amplifica y reflexiona sobre las prácticas en el acceso a lo digital.
El autor fabrica así el antídoto frente a los riesgos de maravillarse ante la tecnología superpoderosa y evita, a través de la reflexión, que la práctica hiperespecializada nos aleje de su función en la vida social. Resulta muy importante decirlo en voz alta en el medio universitario, ganado en muchos casos por el inmediatismo y la razón instrumental. Sin embargo, y contra todo pronóstico, hay en el pensamiento acerca de la Universidad una crítica a la hiperespecialización y un retorno a la idea de la formación de jóvenes como futuros ciudadanos, con competencias profesionales y críticas que le dan las capacidades para mirar su sociedad y su cultura, e insertarse y liderar procesos creativos y de cambio.
Se trata de brindar pautas para la utilización de las herramientas digitales en el arte y la educación, diseñando una arquitectura de la interacción. Desde una perspectiva comunicacional, la interacción no es un concepto de informática, sino más bien de interrelación de sujetos. Es la expresión de la emisión y recepción como cocreación libre y plural, que permite operar con recursos de conexión y de navegación con referencias multidireccionadas, a través de la manipulación, así como de modificar y adentrarse en aspectos desconocidos. Desde esa óptica, tanto en el trabajo docente y la experiencia académica, como en la experimentación artística con la tecnología, se trata de construir un itinerario de recorridos y relaciones, no una transmisión de contenidos, facilitándose el acceso a dominios complejos, dentro de un clima de libertad y pluralidad.
Las propias herramientas digitales, como el software y las interfaces, y su supuesta neutralidad, requieren ser puestas en cuestión. A pesar de que cada vez son más amigables y elaboradas para que el usuario manipule objetos que no lo obligan a operar en relación con el funcionamiento de la máquina, esto no quiere decir que las interfaces sean transparentes. Al ser utilizadas actualmente como un diálogo entre el usuario y el sistema, muchas veces la metáfora conversacional esconde la figura de quien diseña la relación, apareciendo el mito de la interfaz transparente, que esconde el artificio interactivo detrás de la naturalidad, en realidad simulada, del proceso de interacción.
Umberto Roncoroni se inicia en las artes del diseño, la animación, la multimedia y la imagen digital en su país de origen, Italia, en la década de 1980, convirtiéndose en uno de los pioneros en la reflexión de estos temas. Echa raíces en el Perú y en nuestra universidad en 1994. Gracias a que su propia práctica tiene anclajes en el arte y en la docencia, ofrece una visión de la estética, de la estética del medio digital y de la filosofía de la técnica y lo que estas implican en el arte y la educación, no como prácticas operativas, sino como el manejo de procesos complejos. Así logra armonizar la práctica profesional activa, creativa e innovadora de uso del diseño y la tecnología digital, con la reflexión filosófica, estética y comunicacional. Esta combinación se evidencia cuando afirma que: “La ola de la complejidad y las ciencias de la computación han abierto nuevos campos de estudio —los fractales, el caos, la vida artificial— y reinstaurado una metodología profundamente interdisciplinaria que vuelve a entrelazar, como en el Renacimiento, la ciencia, el arte y la tecnología”.
Los invito a leer el libro.
María Teresa Quiroz Velasco