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Capítulo 9
Оглавление—Venga, reconócelo: di que eres periodista, nos da igual. ¡Di que eres Raphaël! —me suelta un ADS, burlón.
El café solo del desayuno humea ante mis ojos, enrojecidos por la falta de sueño. El reloj marca las siete menos cuarto de la mañana. Trato de espabilarme. Tendré que pasar el resto del día mintiendo e intentando negar la evidencia.
He pasado la noche dando vueltas a una misma pregunta: ¿cómo puedo seguir adelante con la infiltración? Mientras los chicos de la habitación dormían, yo tenía los ojos abiertos como platos.
Me vuelvo más paranoico con el paso de los días. Incluso los acontecimientos alegres me generan ansiedad. Ahora vivo con el miedo constante de que un ADS se chive a los instructores. El jefe Goupil se retrasa unos minutos y yo me pongo en lo peor: «Ya está, me han pillado, están planeando cómo desenmascararme, me lo van a preguntar directamente en la clase… Me han descubierto».
Esta mañana, igual: los policías que revisan nuestras camas han convocado a mis seis compañeros de habitación y a mí no. a todos menos a mí. ¿Por haber hecho mal las camas? Me imagino a mis compañeros pasando un interrogatorio sobre mis hábitos, sobre detalles que les hayan llamado la atención de mí… Y al final, no ha sido nada. Los seis han tenido que redactar un informe sobre el desastre de las camas. Yo me libro del castigo, pero no del ataque de pánico.
Yo soy, en muchas ocasiones, mi peor enemigo, como esta mañana, cuando el jefe Goupil ha preguntado a nuestra unidad:
—¿Qué antiguo ministro de Interior fue condenado por malversación de fondos públicos?
Levanto la mano y respondo:
—Claude Guéant.
El jefe Goupil asiente con la cabeza. A mi espalda, un compañero resopla:
—Al final sí que va a ser periodista.