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Capítulo 10

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A lo largo de las semanas de formación, me voy acercando a Mickaël el Musculado. Micka, con sus abdominales bien definidos, sus pectorales abultados y sus impresionantes deltoides. Cualquiera diría que hace todo eso para compensar su metro sesenta y uno de altura. A pesar de todo, es un tipo imponente.

Cuando empezamos la formación, Micka y Alexis estaban bastante unidos debido a la pasión que compartían por la musculación y su pasado como adiestradores de perros. Después, poco a poco, los dos mastodontes fueron distanciándose y Micka comenzó a pasar más tiempo conmigo.

Tenemos la misma edad, veintinueve años, lo que nos otorga el título de veteranos de la unidad. En clase, se sienta detrás de mí y hablamos bastante, como los típicos alumnos distraídos. Ambos tenemos ganas de que acabe la formación. Yo, porque el miedo a que me descubran me consume. Micka, simplemente, no se siente cómodo con el sistema escolar; las evaluaciones son su peor pesadilla. Por eso, con el paso de los días, Micka se convierte en mi sombra y yo, en la suya. Me acompaña cuando salgo a fumar y él fuma de su cigarrillo electrónico. Pasamos muchas noches repasando los apuntes juntos. Mi compañero ya no se anda con remilgos a la hora de señalar a sus enemigos. A los árabes los llama «moros». Con respecto a los inmigrantes, él los enviaría de vuelta a su país en un chárter.

—Abuelo, ¿sabes qué separa al hombre del mono?

—No…

—¡El Mediterráneo!

Mickaël se ríe con ganas. Me enseña unas fotos en su móvil de antes de su transformación física. No era más que un renacuajo, un jovencito inofensivo.

—Lo ideal es tener el cuello igual de ancho que los bíceps y los muslos —me explica.

Durante una clase en la que nos enseñan cómo esposar a alguien, lo que, según los apuntes, «no debe ser una acción sistemática», la jefa Milat nos reparte «los grilletes», como llaman a las esposas en jerga policial. Las pruebo con mi nuevo compañero.

—No las aprietes demasiado, a ver si me vas a reventar la muñeca —me dice Mickaël.

Bajo el sol, junto al helipuerto, repasamos las diferentes técnicas para esposar de pie, apoyado contra la pared, de rodillas, sentado y tumbado bocarriba o bocabajo.

—¿Cuál es el artículo referente a las esposas? —pregunta la jefa.

—El 803 del código penal —responde un ADS al instante.

—Correcto, así es. Muy bien, chicos —nos felicita la jefa Milat.

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