Читать книгу When she was Obsessed - Valeria Armas - Страница 10
ОглавлениеQuinto Intento
Unos cuantos botes de pintura, un pincel y un lápiz para dibujar, parecen no tener mucha relación con mis tacones rosas y carteras Tommy, pero eso no significa que no pueda utilizarlos.
Ninguno de mis amigos es consciente de que me encanta pintar, solo Larry. He mantenido este pasatiempo a oscuras desde la secundaria porque no era “cool” y no me aportaba en nada para conseguir entradas a las fiestas clandestinas de mis compañeros de clase. Sin embargo, eso no ha impedido que día a día mi gusto por las pinceladas aumente. A medida que el tiempo ha transcurrido, me he vuelto mucho más segura en cada uno de mis trazos y he aprendido nuevas técnicas gracias a las clases que he tomado a escondidas en vacaciones.
Ahora trabajo en mi segundo retrato. Desde hace unos años, empecé a pintar rostros solo por la necesidad de probar nuevas técnicas. Después de que las obtuve, me aventuré a retratar el rostro de Loann Cooper. Ahora mis pinturas solo lo tienen a él como personaje principal. Y sé que puede considerarse algo raro debido a que él no muestra ningún interés en mí, pero… es mi forma de liberar mis emociones.
Soy consciente de que para Loann mi apatía está puesta sobre la mesa. Cree que estoy jugando con él y su noviecita, y no lo culpo por ello. Mis sentimientos siempre han estado ocultos y jamás he demostrado un sincero interés por él. Así que para Loann, esto debe resultarle muy extraño.
Sin embargo, tengo motivos claros para no demostrarlos. Quiero que se enamore naturalmente de mí y de todo lo que involucra ser yo. Defectos y virtudes. Todo. Mis sentimientos son solo mi as bajo la manga. Sé que será difícil, pero no me preocupo. Nunca he sido una cobarde y siempre he preferido intentarlo a vivir arrepentida.
¿Han oído esa frase de lo que pudo ser y no fue? Pues es mi mantra de vida.
Hace unos meses, ambienté un espacio en el viejo estudio de mi madre para poder trabajar con comodidad. Ella solía utilizarlo para sus trabajos como correctora en una editorial de la ciudad. Hace un año consiguió un lugar dentro de las instalaciones de su trabajo, debido a que le quedaba más cerca y no tenía que llevar todos los manuscritos a casa. Ahora el estudio se ha convertido en mi lugar preferido de esta casa. Quizás no está decorado elegantemente como los demás espacios y no tiene nada costoso en las paredes, pero tiene lo necesario para que me sienta en libertad.
¡Libertad! Tal y como exclamó William Wallace en Brave Heart.
Mientras trazo las primeras pinceladas sobre el boceto, he dejado la radio en una emisora de baladas antiguas. Me gusta pintar mientras escucho música al azar porque me resulta placentero sorprenderme cuando tocan una canción que no había escuchado hace mucho tiempo. Justo ahora suena uno de los éxitos de Roxette: “I must have been love”. Dejo que la música me relaje y que mi cabeza se balancee al compás de esta al mismo tiempo que hago las pinceladas. Sé que me llevará un poco de tiempo terminar mi segundo retrato de Loann, pero soy optimista. Pintar con sentimientos tan fuertes como el amor y el desamor siempre han sido la clave del éxito para las obras de arte.
El tiempo en el viejo estudio de mamá pasa como si fueran segundos. Solo los golpecitos en la puerta hacen que mi concentración se rompa. Le echo un ojo al viejo reloj de la pared y me sorprendo al ver que son las siete de la noche. He estado sumergida en mi trabajo más de dos horas.
Corro hacia la puerta, abro y encuentro el rostro amable de mamá mientras sostiene una taza de chocolate.
—¿Interrumpí? —me pregunta, encogiendo los hombros.
—No te preocupes, acababa de terminar —froto mi nuca para aliviar el dolor de mi cuello.
Mamá ingresa y observa maravillada todo lo que he hecho en el estudio.
Cuando recuerdo que el retrato sobre la mesa está expuesto, me sonrojo y corro a cubrirlo con una sábana blanca que encuentro en el camino. Mamá mueve el dedo índice en círculos, parece una adolescente jugueteando con su mejor amiga. Es la parte que amo de mamá.
—¿Qué ocultas?
Muerdo mi labio inferior. No me gusta ocultarle cosas a mamá. Desde que se divorció de mi padre, prometimos ser inseparables y eso incluía tenernos absoluta confianza, pero el tema de Loann es algo que no quiero que sepa. Tal vez no lo tome de la mejor forma.
—No es nada —me limito a responder.
Mamá es curiosa, agita su rubio cabello hacia un costado y se cruza de brazos.
—Es un muchacho, ¿cierto?
Mis mejillas se sienten calientes. Titubeo un poco y luego trato de sonar casual para no despertar más su curiosidad.
—Es solo un paisaje más —respondo sosamente.
—Defne...
—Hablo en serio, mamá —mi vista se clava sobre el retrato cubierto por la sábana —No es nada importante, es solo algo en lo que estoy trabajando. Estoy practicando una nueva técnica, no me gustaría que veas lo terrible que ha salido —vuelvo la vista hacia ella, no luce muy convencida que digamos, así que agrego más—. Te prometo que en cuanto la termine, serás la primera en echarle un vistazo.
Mi madre suspira y luego camina hacia mí para acariciar tiernamente una de mis mejillas.
—Conozco esa mirada y sé que estás ocultando algo... —cuando intento convencerla de lo contrario, ella me detiene—. Tranquila, mi vida, te entiendo y no soy una entrometida. Solo espero que esa mirada de tristeza no se deba a un corazón roto. Sabes lo que pienso de eso. No me gustaría verte sufriendo por nadie. Menos por un hombre.
Mamá es muy orgullosa. Desde que papá se fue de esta casa, me hizo prometer que jamás me dejaría pisotear por nadie, que siempre iba a defender mi verdad y que nunca iba a ir tras de un hombre.
Oh, oh.
Digamos que Loann Cooper no es un hombre, es un ángel, un semidiós hijo de Poseidón, una pieza de arte esculpida en hielo.
Solo me limito a negar con la cabeza. Mamá asiente un poco más satisfecha y luego le da una ojeada a todo el lugar.
—¿Qué tal te ha ido en el trabajo? —pregunto para evitar que siga con el cuestionario.
Antes de responder, toma asiento en un viejo banco de madera.
—Han llegado demasiados manuscritos esta semana. Debo ponerme en marcha rápido, el lanzamiento es en unos cuantos meses.
—Quizás pueda ayudarte un poco —sugiero.
Ella emite un suspiro y luego me dedica una sonrisa de agradecimiento.
—Tengo que revisar unos nuevos que me llegaron la semana pasada. Son escritores jóvenes y me otorgaron la tarea de echarles un vistazo. Quizás también los consideren para publicar. Creo que podrías ayudarme en eso. ¿Aún eres buena en letras?
—Seguro que sí, pero no podría a menos que sea un libro de Biología molecular.
Mamá ríe, pero luego parece preocupada.
—Hija, ¿estás segura de querer estudiar medicina?
—Ya lo hago.
—Sabes a lo que me refiero. Siempre podrías solo renunciar y buscar lo que te apetezca.
—¿Por qué me dices esto?
—Porque puedo notar que te apasiona mucho más el arte. Si en realidad eso es lo que quieres, cuentas con todo mi apoyo.
—Mamá…
—No me respondas ahora, solo piénsalo.
Nos quedamos en silencio uno segundos. La oferta de mamá me ha tomado por sorpresa. Me encantaría, pero no sé si tendría el valor de tomar esa decisión. Dejarlo todo. A ella, a Larry y, sobre todo, a él.
—Creo que es hora de cenar —anuncia mamá.
—Arreglaré un poco el desastre.
Ella asiente y luego le da un beso a mi frente.
—No tardes, hice una sopa de pollo exquisita.
—Mamá —la riño.
—Bueno, en el empaque decía que era deliciosa.
Minutos después, me encuentro nuevamente sola en la habitación. Descubro el boceto y tomo el cuadro entre mis manos sosteniéndolo frente a mí. La radio ahora toca una nueva canción, esta vez suena I always love you de Whitney Houston. Dejo que la melodía se mezcle con el sin fin de emociones que me provoca ver el rostro de Loan.
Completamente encandilada por sus bellas facciones, recorro con las yemas de los dedos los trazos que dibujé y le permito a mi mente disfrutar del recuerdo de su rostro. Las imágenes se ven opacadas por gestos sombríos que debo y necesito cambiar. Me entristece saber que aún no tengo recuerdos agradables de él. Me entristece el pensar que esto solo quede en tontos anhelos. Pero no me da miedo admitir que estoy dispuesta a hacer que las cosas sucedan.
***
La siguiente “clase” de River consiste en recoger del criadero de animales a nuestros nuevos “proyectos de taller”, aunque yo prefiero decirles “hijos adoptantes”. A mi grupo, incluido mi chico frío, nos tocó un pequeño puerco de aproximadamente dos meses de edad, así que debemos ir a un criadero de un granjero de la comunidad para llevarlo a una de nuestras casas. La primera será elegida por un sorteo entre los cinco integrantes y tendremos que cuidarlo por cuatro semanas.
Espero no ser la primera.
Hemos elegido un punto de reunión entre todos el cual sometimos a votación —por sugerencia de Loann—. Abrimos un chat grupal en WhatsApp y coordinamos una hora de llegada. Yo, como siempre, voy tarde.
Obviemos lo emocionada que estoy por tener el número de Loann Cooper.
Todavía me quedan diez minutos en taxi hasta llegar al café, así que, utilizándolo como pretexto, decido marcar su número.
Y ni se pregunten por qué soy tan idiota de llamarlo a él y no a otro integrante.
—Hola, Loann, lamento la demora. Voy retrasada, pero llegaré en menos de cinco minutos.
—No soy Loann y… ¿por qué llamas a mi novio?
¿Disney?
—Porque soy integrante de su grupo de trabajo.
Diablos ¿por qué Loann dio el número de Disney?
¿Qué mierda significa eso? ¿Acaso cree que vamos a extorsionarlo? ¿Qué le mandaremos nudes por la madrugada?
—Se supone que los números son personales.
—Loann decidió dar el mío —dice, en un tono irritante—. Y, por cierto, todos aquí estamos perdiendo el tiempo por tu culpa. No creas que no tenemos cosas más importantes que hacer, Defne Prinsloo.
Cuelga y yo maldigo interiormente.
Que Lilian Disney sea tan terriblemente controladora solo significa que su relación no es tan perfecta como pensé. Incluso hasta me parece extraña. No es normal que tu uses el móvil de tu novia de una manera tan personal. Me pregunto quién es más tóxico, si él o ella. Todo apunta a que ambos.
—Llegas tarde—habla Loann en cuanto me ve llegar.
Oh, me habló.
—Y por cinco minutos —agrega Disney.
—¿Quién te nombró a ti como jefe del grupo? —cuestiono, ignorando a Disney.
Loann se cabrea un poco, los demás integrantes rebotan la mirada entre los dos.
—Nadie me nombró, solo expreso la incomodidad de todos —dice él.
Miro a mi alrededor. Me acerco a un chico llamado Patrick y coloco un brazo sobre su hombro. Su respiración se entrecorta por mi cercanía. Ojalá causara ese impacto en Loann.
—¿Crees que he llegado tarde? —le pregunto, abrazándolo de lado.
—Bueno… yo… creo que cinco minutos son nada —habla Patrick.
Loann parece no creer lo que está oyendo, solo niega con la cabeza. En agradecimiento le doy un beso en la mejilla al pecoso.
—¿Lo escuchas? Los cinco minutos parecen no haberle afectado más que a la chica que tienes a tu costado. Por cierto ¿qué hace aquí ella? ¿No debería estar con su grupo?
—Pues…
—No tienes que darle explicaciones —le dice Loann a Lilian.
—No te preocupes, amor. Defne necesita una explicación y no tengo problema en dársela —me da una sonrisa fingida—. A mi grupo le asignaron hoy por la tarde, así que aproveché mi mañana libre para acompañar a mi novio. Espero que mi presencia no te disguste, Defne. Parece que aquí importa mucho tu comodidad.
Le sonrío de vuelta.
—Mi comodidad no se ve afectada por ti, Lilian.
—Me alegra. No espero, claro, que comprendas que cuando dos personas se aman de verdad no pueden siquiera estar separados —le da unos toques a mi brazo—. Sé que no te ha ido muy bien en tus relaciones, así que comprendo desconozcas ese tipo de sentimiento.
Tomo un respiro y aprieto los dientes.
—Sí, claro que te entiendo. Alguna vez en mi vida también fui así de tóxica.
—Defne —gruñe Loann.
—Déjala, bebé.
¿Bebé?
—Y bueno ya que desconozco del amor, al menos díganme qué acordaron hace grandes minutos.
—Acordamos multar a quien llegue tarde a las reuniones —me informa Loann.
Que la multa implique besarte, por favor.
—Pues no estoy de acuerdo. Que se someta a votación —replico.
Podrás ser todo lo guapo que quieras, pero no permitiré que seas un dictador en nuestro grupo.
Todos asienten incluida la chica tímida que nunca emite ninguna opinión.
—Aquel que se oponga a una multa de cinco dólares como fondos para nuestro proyecto final, que levante una mano.
Claro, con esa mirada de perfecto cabrón no hay nadie que pueda negarse.
Nadie levanta la mano, excepto yo.
—La mayoría gana. Mecanismo básico para un estado democrático—me dice, mirándome directamente a los ojos.
—Y no democrático —refuto.
Loann enarca una ceja, parece sorprendido pero muy satisfecho con mi respuesta, nos miramos por uno segundos hasta que Lilian lo toma del brazo.
El séquito de chicos sin personalidad sigue a Loann. Me quedo atrás junto a una castaña pecosa.
—Hola.
Cuando gira, solo me sonríe.
—¿Crees que la granja este lejos? —pregunto.
—Solo a unos cuántos metros adentro.
—Oh, genial. Espero no salga el sol, olvidé traer un sombrero —sonrío. Ella hace lo mismo, noto que mi amabilidad hace que poco a poco se sienta en confianza conmigo.
—No creo que el problema sea el calor —les echa una ojeada a mis sandalias bajas, una adquisición del último verano—. Debiste usar zapatillas. El suelo de la granja del señor Hilton no es muy aseado que digamos. Vas a terminar con mucha mierda en los dedos.
—No te preocupes, sé cómo mantenerme intacta. Y también cómo llegar con el peinado y el labial bien hecho después de una fiesta. Son talentos especiales.
—Ah, bueno… yo sé cómo comer con la boca cerrada.
—Genial, así no te echarán de Charlotte — bromeo.
Ella sonríe y luego vuelve a quedar en silencio. Nos mantenemos así, hasta que ella decide preguntar:
—No te llevas bien con mi prima, ¿verdad?
Mis ojos se abren de par en par.
Oh, maldita sea, la primera chica de mi grupo con la que logro congraciar y resulta ser familiar de mi archienemiga.
—Ella y yo tenemos personalidades y puntos de vista diferentes—pero los mismos gustos —. Y eso hace que entremos en conflicto, pero fuera de eso Lilian no me cae mal —solo la detesto.
—No te creo —abro la boca para seguir mintiendo y me detengo—… pero logro entenderte un poco.
—¿Ah sí?
—Lilian es demasiado perfecta y eso siempre lastima un poco. No la envidio, solo quisiera que no me comparen con ella todo el maldito tiempo.
Oh, qué interesante.
Me limito a no seguir preguntando acerca de Lilian, fuera de eso se me ocurre acercarme un poco más a la chica tímida. Siempre es bueno tener como aliados a los enemigos de tu enemigo. Ley de guerra.
—¿Cuál es tu nombre?
—Lesly.
—Pues Lesly —la tomo del brazo justo segundos antes de que llegue el autobús que nos llevará a la granja —. Creo tú y yo nos vamos a llevar muy bien este semestre.
***
La granja “Vaca Lola”, cuyo nombre nada original me resulta gracioso, parece ser propiedad de un buen amigo del maestro River. Loann es el primero en charlar con el Sr. Hilton y quien nos presenta como grupo universitario. Cuando menciona a Disney se refiere a ella como mi “novia”, cosa que me provoca náuseas y ganas de desistir de este taller.
Ahora caminamos hacia el criadero de cerdos en donde encontraremos a nuestro nuevo hijo adoptivo. Por el trayecto voy sacando fotografías, subiendo insta stories y mandando una que otra a Larry. En cuanto intento abrir uno de mis chats, alguien me arrebata el móvil sin explicación alguna.
El osado se trata de nada más y nada menos que Loann Cooper. Quien siendo todo lo guapo y educado que se proclama, no muestra ni un ápice de amabilidad conmigo.
—¿Qué rayos te ocurre? —chillo.
—Señorita ¿escuchó lo que acabo de explicar? —la voz del sr Hilton hace que gire hacia su dirección. Sus brazos cruzados me indican que quizás está un poquito ofendido.
—Sí, claro —miento—. Alimentación, cuidados y… eso.
Miro a Loann y lo veo cubrirse el rostro con una mano.
—Aún no les he hablado de ese tema.
Rayos.
Me disculpo a lo que el sr Hilton sube una ceja y continúa dando su charla. Todo el equipo lo sigue atento, pero yo prefiero interesarme por el destino de mi móvil.
Loann lo lleva en el bolsillo posterior de su jean. Una zona grandiosa para tocarlo por puro pretexto, pero no quiero faltarle el respeto.
Hábil y sigilosa, me acerco tras de él. Disney está unos pasos adelante, así que aprovecho su distancia para acercarme e ir hacia el rescate de mi móvil. Extiendo una mano y lo tomo, de un tirón está nuevamente conmigo. Sin embargo, Loann me pilla y toma mi brazo.
—¿Qué haces, mocosa? —me riñe.
¿Mocosa?
—Es mi móvil, lo quiero de vuelta —chillo.
—El Sr. Hilton intenta explicarnos acerca del cuidado de un cerdo de dos meses y tú solo estás concentrada en verte como la diosa de Instagram.
¿Acaso cree que soy la diosa de Instagram?
Me quita el móvil y vuelve a guardarlo en su bolsillo.
—Devuélveme mi móvil —exijo.
—No hasta que termine de hablar el Sr. Hilton, nomofóbica.
—¿Cómo me llamaste?
—Nomofóbica, ¿acaso no sabes lo que es?
Aclaro la garganta.
Loann parece darse cuenta de que no sé el significado de esa palabra. Sonríe de lado y mira hacia el cielo. Me gusta la vista que tengo, pero odio ese gesto burlón. Quiero abofetearlo.
—Por favor, no digas que es miedo a los nomos porque dejaré de tener esperanzas en ti —se toca el puente de la nariz y ríe.
¿Tiene esperanzas en mí?
Deja de preguntarte tantas cosas, tonta.
Mi silencio provoca que el emita una irritante risa. Risa que me provoca un sin fin de sentimientos negativos que, a pesar de ser muy fuertes, no logran desvanecer el hermoso cosquilleo que genera su sonido.
Mierda, tengo problemas del tamaño de las pompas de Loann.
—Nomofobia, miedo a no tener un dispositivo móvil en las manos.
Oh.
—Bueno, gracias por la sección de: Pedacito de sabiduría con Loann Cooper —digo con ironía, Loann intenta girar, pero yo lo detengo—. ¿Podrías devolverme mi móvil, por favor? —digo, en tono amable—. Sé que intentas ayudar a la sociedad de personas nomofóbicas, pero lo necesito.
Loann gira, su gesto deja de ser duro como por tres segundos. Me observa fijamente y yo hago lo mismo. Luego, estiro una mano para tomar mi móvil y accidentalmente esta roza su suave palma. El minúsculo contacto envía una corriente eléctrica hacia mi estómago. Trago un poco de saliva y retiro mi mano para colocar el móvil cerca del lugar donde está mi corazón. Lo aprieto con ambas manos y trato de apartar la mirada de Loann. Cuando me atrevo a mirarle a los ojos, descubro que él me observa ceñudo, pero no molesto, parece concentrado. Sin embargo, la magia dura unos pocos segundos ya que en cuanto se aparta de mí, camina hacia Lilian para tomarla de la mano. Después de eso, la besa con fuerza.