Читать книгу When she was Obsessed - Valeria Armas - Страница 11
ОглавлениеSexto Intento
La granja del Sr. Hilton es extremadamente grande. Llevamos caminando varios minutos cuesta abajo y aún no veo señales de que hayamos llegado al criadero de puercos. Las puntas de mis dedos están cubiertas de polvo y las plantas de mis sandalias llenas de barro pegajoso y hediondo del lugar. Todo está mal, realmente lo está, pero lo único que me mantiene de un humor espléndido es tener una vista perfecta del trasero de Loann.
Oh, sí.
Mientras él camina de la mano junto a su dulce cucarachita, yo puedo disfrutar de la vista de su bien formada espalda, su sensacional cabello y lo bien que le queda ese short color beige. Podría tomarle una fotografía, pero ya saben no quiero lucir más desquiciada de lo que estoy por él.
Sonriente voy detrás de ellos como un león acechando a su presa. Me fijo en su comportamiento y en las características físicas que tienen cada uno de ellos. Sonrío con malicia al darme cuenta que Disney es más plana que la tabla que usa mi mamá para cortar cebolla.
Una risa escapa inadvertida de mis labios. Lilian gira a los pocos segundos. Ambas nos retamos con la mirada, hasta que ella decide hacer lo siguiente insoportable del día. Lleva una mano hacia el bolsillo trasero de Loann y le da un apretujón.
Juegas sucio, Disney.
Loann, naturalmente, solo le sonríe. Está acostumbrado a este tipo de afecto, está muy claro.
No dejo que me afecte. Quito la vista hacia cualquier punto e intento pensar en otra cosa.
Cuando logro estabilizar mis ganas de abofetearla, observo un poco más la situación. Nunca me había fijado demasiado en su comportamiento como pareja. Loann se nota como un tipo frío y con pocos destellos de felicidad. Es amable con Lilian, diría que hasta protector, pero hay algo en él que lo hace lucir incómodo todo el tiempo. Lilian es otra historia, ella habla como una cotorra mientras no le suelta la mano ni por un segundo. No comprendo con exactitud lo que dice, pero puedo entender que hablan sobre un viaje. Loann no parece estar animado con la idea y Lilian trata de convencerlo.
Me intriga él y esa forma de controlar sus emociones. No puedo decir que eso no me agrada porque la verdad, me fascina. Me enloquecen los chicos que parecen ser difíciles. Y Loann lo es.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Lesly, la chica pecosa de hace unos minutos, aparece en mi campo de visión.
—Dale —digo, sin despegar la vista de la parejita.
—¿No crees que se te nota demasiado?
—¿Eh? —le tomo atención.
—A Cooper, digo, es lindo pero su actitud contigo apesta.
—Bueno, también podría preguntarte por qué odias tanto a Disney. Esa mujer es todo ternura.
—Lili no es todo ternura, ya te lo dije.
Noto en Lesly un resentimiento muy notorio y deseoso de expresarse de mil maneras. Me interesa, podría ser una pieza clave en mi camino hacia Loann.
—¿Primas por parte de madre o padre? —indago.
—Su mamá es hermana de mi madre. Mamá ama a Lili porque... —extiende su mano hacia ella—. Solo mírala es delgada y hermosa. Además de inteligente y popular. Tiene un novio bello, amigos que la aman, se preocupa por los animales y para colmo ¡Es vegana! Dios, yo amo a los animales, pero no puedo vivir sin los chicharrones.
—Eso es sincero de tu parte —la reconforto dándole toquecitos en el hombro —. Pero no estoy de acuerdo en que eso haga a Lilian mejor que tú. Además, Dios, eso de la popularidad ya no es requisito para nada. Estamos en la universidad a nadie le interesa la cantidad de amigos que tengas. Todos somos uno aquí.
—Díselo a Lilian y a Loann. Los he escuchado hablar mal mil veces de las fiestas que realizan tus amigos. Se resume en contaminación, consumismo y, según Lilian, mentes vacías que llenan sus espacios con drogas y alcohol.
—Créeme que conozco gente que se droga con una mente prodigiosa, así que Disney se joda.
Lesly ríe.
—Loann por su lado, solo dice que odia los grupos grandes. Prefiere pasar tiempo con Lilian en su habitación, viendo series y follan…
Demasiada información.
—Eh —la interrumpo—. Sigo sin entender por qué Lilian es mejor que tú. Ser la chica única y diferente ya pasó de moda. Ahora todos normalizamos todo para sentirnos a gusto en este mundo. Era lo más sano.
Lesly entrecierra los ojos.
—Eres Defne Prinsloo, según lo que hablan los chicos en los pasillos tú eres un bizcocho caliente. No creo que seas una persona precisamente normal.
Oh, maldita sea ¿eso dicen de mí los de último año?
Concéntrate, hermosa.
—Bueno, bueno. Tú también lo eres —digo, y es cierto. Lesly es bella, solo le falta una ropa más acorde a sus curvas y un maquillaje que resalte sus ojos cafés. Yo podría ayudarla, pero hace mucho tiempo que dejé de ser la hada madrina. No sé si me atrevería a retomarlo.
—Soy genial a mi manera, ya se lo he dicho a mi madre.
No quiero ser grosera, ella está siendo amable conmigo al acompañarme en este duro trayecto. Además, no es un zombi en el móvil como los otros integrantes de mi grupo y tampoco es como Loann y Disney, que son los únicos que mantienen una conversación con el señor Hilton.
Por todo eso, la escucho.
—Es difícil, ¿sabes?
Oh, mierda me distraje en mis pensamientos.
—¿Cómo se llama tu madre? —pregunto, solo para no hacer evidente que me perdí la mitad de la historia.
—Megan —responde—. Ella era igual de sensacional que tú en la Universidad. Quizás por eso me caes tan bien. Estoy acostumbrada a que la gente irradie esa luz sobre mí.
Sus palabras me enternecen y a la vez me hacen sentir un poco apenada. Lesly parece solo estar conforme con su cuerpo, no ha desarrollado la capacidad de proyectar esa seguridad con los demás. Todavía no irradia su propia luz, solo es la proyección de alguien más. Temo que pueden ser la de sus padres.
—Te diré una cosa, Lesly— tomo mis gafas de sol y se las coloco a ella —. Ya quisiera Disney o yo tener ese culazo de infarto. Tú eres fuego, mujer, y yo te ayudaré a encenderte.
***
Veinte minutos después, el Sr. Hilton anuncia la llegada al criadero de puercos y nos informa que el cerdito que llevaremos ya está previamente seleccionado. Mientras en grupo caminamos hacia un pequeño granero, mi vista se distrae con la presencia de un pequeño cerdito a metros de distancia que corre completamente asustado hacia mí. En poco tiempo el indefenso animalito se esconde tras mis piernas y pega su trompa en mi tobillo. El grupo se detiene y empieza a reír, Loann por su lado me observa como si le costara entender por qué siempre soy el centro de atención.
Que se acostumbre.
—No se mueva, señorita —me ordena el Sr. Hilton, a lo que yo obedezco.
El cerdo bebé sigue oculto tras de mí por unos minutos, hasta que a unos cuántos pasos veo a un granjero de apariencia bravucona, nada igual al viejo delgaducho de Hilton, caminar mientras lleva un hacha en la mano.
Pronto entiendo que el tierno cerdito será sacrificado por lo que, sin pensarlo dos veces, me inclino para tomarlo entre mis brazos y sostenerlo junto a mi pecho.
—Bien hecho, señorita, ahora será más fácil atraparlo —dice el viejo.
Me indigno por su frase.
Miro hacia mis lados y decido hacer la primera locura del día.
Y esta vez no es por Loann, señores y señoras, por el cerdito.
Huyo con el cerdo.
Corro hacia la cerca de la entrada, por el camino se me atraviesan gallinas y patos que saltan despavoridas dejando sus plumas sobre mi costoso atuendo. Y lo increíble es que me siento tan dichosa de estar haciendo el ridículo, que llevo una sonrisa imborrable de mi rostro, hasta que...
La débil correa de mi sandalia se desprende de la zuela, pierdo el equilibrio y caigo sobre el fango pegajoso y hediondo. Sin embargo, eso no me detiene. Con todas las fuerzas que me quedan, tomo aliento, sostengo al cerdo en mis manos y continúo hacia la cerca. Varios metros lejos del grupo, echo a reír como una loca mientras el tierno puerquito levanta su trompa en señal de victoria. Disfruto la sensación de sentirme una heroína por unos minutos, hasta que veo a Loann caminar hacia mí con un rostro que expresa un: Maldita, mocosa.
—¿Qué se supone que haría? —me adelanto— ¿Dejar que lo maten? ¡No podía!
—El Sr. Hilton nos dio una gran noticia. El cerdo que nos reservó ya no será para nosotros. Odia que intervengan en el destino de sus animales, llámalo idiota, pero él es dueño de la granja.
—Pues que se joda el Sr. Hilton. Este cerdo vino hacia mí en busca de ayuda y yo se la di. ¿No es esa la esencia de nuestra carrera? ¿Ayudar a los seres vivos?
—Defne esta es una granja, los animales mueren aquí todos los días.
—Pues no hoy.
—Dijo que le informaría de nuestra falta de profesionalismo a River.
—Que se joda River también— mascullo.
Loann ríe, pero no de diversión. Sé que oculta tras esa risa sus ganas de arrancarme los cabellos.
—Eres muy egoísta —me dice—. Típica niñita malcriada.
—Pues lo prefiero a ser un insensible maldito como tú.
—Hey, no me maldigas —me detiene—. Retíralo.
—Aparte de insensible, paranoico y supersticioso —me burlo.
Lleva una mano al puente de su nariz y lo frota de manera exasperada. Está más que enfadado, lo sé, pero no me importa. No cuando este tierno cerdito ha venido hacia mí de una manera casi milagrosa. Él confía en mí, no puedo dejarlo en manos de esos rufianes.
—Bien, obstinada, hablaré con el Sr. Hilton. Tal vez él pueda obsequiarnos este cerdo. Lo intentaré, aunque dudo que acepte así que tendré buscar otra solución.
Mis ojos se iluminan, si no tuviera al puerco en mis manos, estaría corriendo como loca hacia él para besarlo. Pero no puedo y lo agradezco. Hacer dos ridículos en un día no está en mis planes.
Minutos después, mis brazos están adormecidos por el peso del cerdito, pero no me atrevo a soltarlo. Temo que huya y no sea yo quien lo salve esta vez.
A unos metros de distancia, veo a Loann caminar hacia mí y al grupo mantenerse lejos. Todo está perfecto hasta que noto que de su brazo está colgada la cucarachita. Esa mujer no se cansa de ser impertinente.
Ya hasta parece que sospecha que quiero algo con su novio…
—El cerdo tiene un precio —aclara él—. Quinientos dólares es el precio de tus actos heroicos, Defne. Y te tengo una mala noticia, nadie quiere colaborar con un centavo —refunfuña.
—Yo lo pagaré —informo.
—¿Tienes quinientos dólares en tu bolso? —pregunta, con las manos en las caderas. No me gusta esa pose de divo, pero a la vez me enloquece. Lo hace lucir más sexi.
—No... — estiro la palabra—. ¿Aquí aceptan tarjetas?
—Es una granja, no un centro comercial —aclara Disney.
—Digamos que lo reservo.
—Solo compras al contado, genio —refuta ella.
—Yo lo pagaré, es todo —interviene Loann, su frase nos deja sin aliento. Tanto al sucio cerdo como a mí.
Y al tierno puerco también.
—Loann, espera un momento, sabes que ese dinero lo tenemos reservado para otras cosas. No puedes siquiera pensar en ello— Disney refunfuña alto y claro, ni siquiera le importa que sea testigo de su pequeña pelea.
Me muevo unos pasos para darles privacidad y acaricio a mi nuevo mejor amigo con mucho agradecimiento. Quién diría mi querido hermano/amigo/animal, que tú serías mi flor de loto esta tarde.
—Ya lo hice, Lili. Ya pagué por el puerco —escucho decir a Loann.
Uhh.
—¡¿Qué?! ¡El dinero de nuestros pasajes! —vocifera.
Mi corazón revolotea como una mariposa en un campo verde. Soy un chimpancé con exceso de alegría. Una damisela bailando su canción favorita de todos los tiempos. Un elefante al que le pica el culo. Soy todo lo que conlleva expresar locura, emoción y genuina felicidad.
Lilian luce molesta, iracunda y hasta un poco rabiosa. Pero no dice ni una sola palabra más, solo se limita a respirar hondo y frotarse el borde de la frente. Ni siquiera mira a Loann o a mí, solo se aparta del lugar y va de vuelta al grupo. Cooper camina tras de ella, y en cuanto lo veo alejarse solo un poco, me atrevo a agradecerle a lo lejos. Mi voz provoca que él gire la cabeza sobre su hombro para mirarme.
—No te acostumbres demasiado a él, tómalo como consejo.
***
Llegar a casa con un cerdo como mascota no era mi idea cuando salí de casa, mi idea era llegar con Loann arrojarlo a mi cama y hacer todo lo que quisiera con él. Pero bueno, el tierno cerdito ha tenido sus ventajas. Por primera vez he conseguido, y sin proponérmelo, que Cooper muestre condescendencia conmigo. Eso es algo muy fructífero para mí y con mis planes de enamorarlo. Si no estamos unidos por amor, al menos lo estaremos por el cerdo. Es eso o nada.
Luego de quitar fango, plumas de gallina de pato, heno de caballo y demás cosas que no quiero ni imaginarme de mi cuerpo, empiezo a dar una limpieza profunda al puerco. Quien hasta ahora no tiene un nombre en particular. Quizás sea buena idea preguntárselo a Loann, después de todo, aunque diga que no, es el padre adoptivo.
Madre mía, qué bien suena eso.
Mamá llega cuando el cerdo está bañado, alimentado y dormido en mi habitación. Cuando oigo sus llaves en la primera planta, corro como una niña a contarle mi aventura de hoy. Mientras bajo las escaleras, la veo desplomarse en el sofá y tirar su bolso en el piso. Luce cansada y muy agobiada. Me quedo dubitativa de romper su silencio o no. Mamá y yo siempre hemos sido muy respetuosas de nuestra privacidad. Sin embargo, cuando ella gira y me da una sonrisa débil, sé que debo bajar.
—Mamá, ¿todo está bien? Parece que has tenido un mal día.
Ella respira profundo y entre tanto gimotea levemente, lo que me hace correr a abrazarla.
—¿Qué ocurre? ¿Por qué lloras?
—Es tu padre.
Su respuesta me sorprende, ellos hace mucho tiempo que no mantienen una relación cercana. Se divorciaron cuando tenía seis años, papá se casó con otra mujer y ahora tiene hijas más pequeñas que yo, de diez y trece años. No las conozco, ni quiero hacerlo. No me interesa mucho la nueva vida que lleva ahora.
—¿Saliste con papá?
—Me llamó al trabajo. Dice que su empresa está en quiebra, que ya no tiene dinero para sustentar tus gastos. Que debe ahorrar dinero para los gastos escolares de sus hijas. Que es momento que yo me encargue de todo. Es un cretino.
—Mamá...
—Defne, yo siempre he querido que lleves una vida perfecta. Hija, yo siempre lo he querido. Pero no sé si el dinero de mi actual trabajo sea suficiente para todo. Tendré que pedir el apoyo de tus abuelos.
—No, no lo hagas.
Los abuelos son gentiles conmigo, pero muy críticos con la vida de mi madre. Ellos detestaban a papá, no querían que se case con él, ni formara una familia. Decían que mi padre era un arribista y sí que lo fue. Cuando él logró iniciar y establecer la empresa de sus sueños, gracias a la inversión de mis abuelos, dejó a mamá. Desde ese entonces, nuestra relación no ha sido estrecha.
—No debí contarte esto.
—Claro que sí —refuto—. Mamá, no te lo había dicho antes, pero me he sentido muy vacía hace un tiempo. Quiero sentirme útil y esta es la oportunidad que necesito. Yo podría trabajar.
—Eso no, hija.
—Como modelo —mama ríe y acaricia mi mejilla. Sé que mi idea no es muy genial que digamos. Para cuando yo consiga ser modelo, papá conseguirá reestablecer su empresa y Loann se enamorará de mí. El tiempo es algo que nos juega en contra a las dos.
—No hablo en serio con lo de ser modelo, pero sí de conseguir un trabajo. Le pediré a Larry que me ayude. No necesitamos a papá para salir adelante.
El rostro de mamá se ilumina. La estrecho en un fuerte abrazo y le doy ánimos para seguir adelante con unas cuantas cosquillas. Cuando estamos muy cansadas de reír, le anuncio la llegada del nuevo integrante a la familia. Al principio recibe la noticia un poco reacia a la idea de tener un cerdo en casa, pero después de explicarle que pueden llegar a ser muy limpios con buenos cuidados, acepta al pequeño.
Entre tanta risa, me llega la preocupación. Conseguir un trabajo es difícil hoy en día, más para alguien con tan poca/ nula experiencia como yo. Quizás podría asesorar en moda o maquillar a mis amigas, o buscar algo acorde a mis habilidades. Aún no lo sé, pero debe ser algo rápido. Estoy segura de que mi madre aún no toma en serio mis propuestas de ayudarla con los gastos y limitarme con el dinero, siempre he utilizado las tarjetas de crédito a mi anchura y gusto. Ahora debo ser más consciente. Esta es mi oportunidad para demostrar que algo se ha encendido dentro de mí. Algo me está haciendo desear ser mejor persona. No quiero dejarla escapar.
El resto de la tarde ayudo a mamá en la edición de sus manuscritos. Quedo tan cansada que cuando llego a mi habitación, lo único que anhelo es dormir.
Antes de cerrar los ojos, tomo mi móvil y reviso mis redes sociales. Mi última foto posteada tiene muchísimos corazones, pero no los suficientes para compensar a mi corazón enamorado. Entro a mi cuenta alterna, una cuenta falsa y sin fotografía con temática de perritos, y abro el perfil de Disney. Ella no sube muchas fotos nuevas, así que termino rápido. Después de eso y, con el corazón en la boca, reviso la de Loann. Acaba de subir una foto con Lilian y, en la descripción, ha puesto en letras cursivas: El amor de mi vida.
Dejo el móvil a un costado y me duermo no solamente cansada, sino con el pecho doliendo y una que otra lágrima boba en mi mejilla.