Читать книгу When she was Obsessed - Valeria Armas - Страница 7
ОглавлениеSegundo Intento
¿Cuándo se supone que inició mi obsesión por Loann Cooper?
No lo sé. No puedo hablar de años, meses, días, ni horas exactas. Ni siquiera estoy segura de por qué, de entre todos los chicos de la facultad, Loann Cooper me atrae tan intensamente. Solo recuerdo la fiesta de bienvenida y el preciso instante en el que caí flechada por ese cabello marrón oscuro y ojos azules. También la recuerdo a ella, a la cucarachita que siempre cuelga de su brazo.
En ese entonces, yo cursaba el primer ciclo de Medicina y él el octavo semestre. En esos días aún no era popular y tampoco tenía la fama que ahora tengo. Por fama me refiero a que todavía nadie murmuraba en los pasillos que me había acostado con media universidad. No, yo era solo una simple estudiante a la cual le habían organizado, como todos los años, una fiesta de bienvenida a la gran universidad de Johnson Smith.
No sé qué ocurrió, no sé si fueron sus hipnotizantes ojos azules, la forma en como su cabello oscuro y ondeado caía sobre su frente, o esa sonrisa perfecta y deslumbrante que mata a cualquiera, lo que me hizo embobarme con él. Solo puedo afirmar que Loann Cooper tiene ese tipo de atractivo que le hace justicia a la palabra. Su belleza atrae, es casi como un imán que te mantiene en un campo que es imposible de romper.
Mis pensamientos hormonales y desenfrenados acerca del irresistible físico de mi chico frío, son interrumpidos por algo no menos bello.
Su trasero.
Loann Cooper se encuentra en el umbral de la puerta de mi aula. Listo para asistir al taller al cual me inscribí para observarlo mejor. Su perfecto perfil está a solo escasos metros de mí. Posible solo porque escogí el primer asiento de la primera fila de la primera columna, elegido estratégicamente solo para obtener una mejor vista de sus cualidades.
Claro que lo hago con sutileza. No quiero incomodarlo.
El profesor River le hace una señal para que ingrese al aula y me preparo para recibir la gloriosa vista. Me muerdo el labio inferior y apoyo mi mentón en una mano.
Aún trabajo en lo de ser sutil.
Podría besarlo otra vez. Sí, yo podría hacerlo por qué no, pero con seguridad él me terminaría de odiar y no quiero eso. Debo ser más inteligente y cautelosa.
—No sé quién es más idiota. Si yo por seguirte como idiota a esta clase, o tú por perder tu tiempo como idiota con otro idiota.
Giro un poco solo para que vea mi perfil y mis ganas de estamparle un golpe en la nariz.
—Puedes irte si eso quieres —mascullo.
—Oh, genial. Encima de idiota desagradecida. Eso me hace más idiota aún. Gracias, gané la batalla de idiotas.
Pego mi cuerpo al espaldar de la silla para crear un espacio más cerrado.
—¿Recuerdas mi lista?
—¿La lista de los que parecían tenerla más grande?
—¡No! —exclamo. Llamo la atención de uno de mis compañeros, le sonrío y su bolígrafo cae al piso—. La lista de hombres que no se han resistido a Defne Prinsloo —digo, orgullosa.
—¿Y eso qué? No me digas que Loann Cooper es tu siguiente objetivo porque entonces serían aún peor. Llevas siguiéndolo desde que empezamos la universidad y lo único que has logrado es esa mirada que acaba de darte justo ahora...—giro de inmediato y busco sus bellos ojos. Los encuentros, pero están opacados bajo unas cejas rectas muy densas y negras que le dan un gesto de odio profundo. Si la mirada matara, Loann ya me hubiera descuartizado, quemado y arrojado a un acantilado.
—Si claro, Defne. No creo que un poco tiempo logres que esa mirada cambie a una de amor. Despierta, rubia. Él te odia.
¿Qué es el odio? ¿No es acaso un sentimiento igual de apasionado que el amor?
—Ya sabes lo que dicen de las personas que se odian y discuten todo el tiempo.
—Sí, yo creo que te desea… pero te desea ver muerta, mujer ¿acaso estás ciega?
Y bueno... Loann no parece estar interesado en mí sexualmente. Veo en Loann una cierta antipatía muy mínima hacia mi persona. Y lo comprendo, hace unas horas generé una pequeña riña entre él y la cucarachita de su novia.
—Mira Defnecita, no quiero ser pesimista, pero... Oh por todos los cielos, ese es JC Ojitos de cielo —susurra Larry en mi oído.
Javier Collie, o más conocido por Larry como JC “Ojitos de cielo”, uno de mis ex novios y el amor platónico de mi mejor amigo. Lo conocí a tan solo una semana de ingresar a la facultad. Él en ese entonces lucía demasiado ardiente y deseable para mí, ya saben el chico más atractivo del aula. Asistimos a una fiesta organizada en casa de una chica de mi grupo, nos besamos e intentó tocarme el trasero, pero no lo dejé. Después de eso, tuvimos un par de citas y finalmente decidí ser su novia. Solo estuvimos un mes y luego terminé la relación porque no podía quitar sus manos de mis pechos y siempre quería tocar mi entrepierna. Asqueroso.
JC entra a clase sin siquiera pedir permiso al profesor River. Muy a diferencia de Loann, él si posee una gran educación y buen comportamiento con las personas mayores como maestros y trabajadores de la universidad, pero mi ex novio dista mucho de saber lo que es un “por favor” y “gracias”.
—Parece que tenemos al primer voluntario en la actividad de hoy —amenaza el profesor River.
Me siento muy derecha y cruzo las piernas con la esperanza de que Loann gire para verlas. No lo hace. Muy al contrario de eso, obtengo que JC me lance una mirada lasciva desde su asiento y que el profesor River se acerque a mí.
—Señorita Prinsloo —me regaña—. Me impresionaría más ver sus buenas calificaciones en mi taller.
Me acomodo en el asiento.
No lo hacía por usted, ridículo.
—Eso sonó tan gay y ten en cuenta que lo digo yo —susurra Larry en mi oído.
—Y parece que tenemos otro voluntario más —amenaza River.
Mierda, este tipo es la venganza hecha persona.
El profesor River inicia la clase con algún tipo de charla acerca de lo que tratará este taller. Todos puntos muy humanistas y con gran sentido de amor por la carrera. Me agradan. Pero lo que no me agrada en absoluto, es ver a Loann mirando cada diez minutos hacia el último pupitre de su fila. Y sé muy bien por qué lo hace.
Lilian Disney.
Lilian Disney, la clásica chica nerd de cabello castaño que lee libros y goza de una aparente sensibilidad y dulzura. Le tiene miedo a los “ratones”, no bebe, no fuma y viste con pantalones de mezclilla y suéteres rosados o de colores pasteles. Además de eso, es animalista, ecologista y muy fiel seguidora de las buenas y morales costumbres.
—¿Señorita Defne?
La voz de River me desconecta.
—¿Sí?
—¿Qué acabo de preguntarle?
Mierda.
—¿Podría repetirme la pregunta?
Sube una ceja y toma un poco de aire por su enorme nariz. Puedo ver su bigote canoso subir y bajar.
—Parece que tenemos otra voluntaria más.
Oh, maldita sea.
Te odio, Disney.
***
Veinte minutos antes de que culmine nuestra clase, el profesor nos hace escribir a todos en pequeños papeles nuestros nombres y apellidos. Estoy muy segura que esta una especie de sorteo para formar los grupos que nos acompañarán hasta el término del taller. Así que, en muestra de mi gran fe, he rodeado mi nombre de muchas cruces y elementos celestiales solo para atraer las buenas vibras a mi vida. Nada más y nada menos que pertenecer al mismo equipo que Loann.
Giro para enseñarle la gran obra a Larry cuando, sobre su pupitre, leo el nombre de JC.
—¿Por qué escribiste el nombre de JC en tus notas? —cuestiono.
—Verás, mi nombre irá junto al de JC muy estratégicamente doblados en cuatro. Cuando el profesor haga el sorteo y forme los grupos, tendrá dos nombres en un equipo. Por lo tanto, tengo al menos un chance de que elija dejarnos juntos para que formemos una familia feliz en el futuro, o arruinarme la vida y separarnos para siempre. De esta clase y de esta vida.
—Por Dios, sí, eres idiota —concluyo.
—No más que tus intentos fallidos por conquistar a Cooper.
—Ni siquiera lo he intentado.
Larry hace un gesto jocoso y luego imita mis palabras.
—Bien alumnos, dejen sus papeles sobre la mesa —indica el profesor.
Como primera de la fila, camino rápido hacia el escritorio del profesor River y dejo mi papel. Vuelvo a mi asiento y observo como Loann deja cuidadosamente el suyo. Mi vista se clava en sus manos grandes y delgados dedos que las hacen más atractivas.
—Manos grandes y dedos largos, voy a darle un punto por eso —comenta Larry desde atrás.
Sonrío con malicia y me imagino estas sobre mi cintura y recorriendo cada centímetro de mi… ¡¿qué?!
Me alarmo en cuanto leo mi nombre escrito en la pizarra.
Defne = Cerda.
Mis compañeros se burlan otra vez. Giro hacia la carpeta de Loann y lo veo sonreír con malicia. Ni siquiera se carcajea como un ser humano común y corriente, solo tiene una curvatura en la esquina de su boca.
—Esto no es motivo de burla, jóvenes. La señorita Defne tendrá como mascota encargada a un cerdo de un mes de nacido. Ella es la líder del equipo y su grupo estará conformado por cuatro personas. Cada pareja tendrá el animal por un tiempo de cuatro semanas y luego pasará a la siguiente pareja.
Mi inconformidad aumenta cuando veo el nombre de Lilian junto a la palabra: Ratón.
—¿Qué significa eso? —cuestiono.
—Significa que en este taller aprenderán a desarrollar fortaleza, coraje, desprendimiento, entereza y sobre todo vocación. Todo esto a través del cuidado y responsabilidad de un ser vivo. No puedo asignarles una persona —ríe, como si fuese un chiste genial y luego se acomoda la corbata—. Es por eso que elegí un animal doméstico.
—¿Y por qué el animal más sucio? —vuelvo a cuestionar.
—El cerdo es un animal muy limpio si lo trata con los cuidados suficientes. Además, usted, señorita Prinsloo, es de primer año de carrera. Es necesario darle una tarea un poco más difícil para que pueda comprender más a fondo el tema de esta clase —se acerca unos pasos hacia mí—. Y recuerde, no debe encariñarse con el animal.
¿Por qué me encariñaría con un cerdo?
River escribe el nombre del tercer equipo, encabezando la lista está JC con la palabra “Serpiente”.
Le queda bien.
—Todos los animales que estoy colocando a cada equipo serán recogidos de una granja. Les daré la dirección y deberán ir en grupo por este. En el caso de Collie…
—No se preocupe, sé dónde conseguir una de esas —se adelanta Javier.
—¿Tienes una serpiente en casa? —cuestiona River mientras revisa en sus impresos.
—El hermano de mi padre es aficionado a la crianza de serpientes, así que le pediré una de ellas. No será problema para mí.
—Necesito los datos de esta para tenerla en mi archivo, color, tipo y medida. Dime una cosa, ¿cuánto mide?
—¿Mi serpiente? —por el tono que escucho sé que dirá algo idiota. Lo presiento.
River asiente.
—Eso debe preguntárselo a Defne, ella sabe muy bien el grosor y la medida. Es una madre amorosa —responde, giro rápido y él me envía un beso volado. Deseo no haberlo hecho.
Todos ríen, el profesor tose un poco y finge no haber oído eso.
Maldita sea, ¿acaso no va a decirle la misma puta frase que a mí?
—Sus bromas fuera de este taller, Collie —es lo único que dice él.
Me indigno, pero no digo nada. Me las cobraré de todas formas.
—Jóvenes —dice River, caminando entre las columnas de carpetas—. Luego de realizar el sorteo subiré todos sus nombres y equipos al sistema. Por lo tanto, no pueden hacer ningún cambio ni reclamo cuando sus equipos aparezcan en la plataforma del taller. ¿Entendido?
Mierda.
Todos pronunciamos un cansado y extendido “Bien”.
***
—¡Debo agradecer a la vida, a mi madre que me trajo a este cruel mundo y al viejo Hitler que me unió con JC! —exclama Larry por los pasillos de Johnson Smith.
Es la cuarta vez que menciona que él y JC están en el mismo equipo.
—Ojalá JC no fuera heterosexual —mascullo.
—Ojalá Loann y tú estén en el mismo equipo.
—Imbécil —digo empujando su cuerpo lejos de mí. No logro moverlo ni un solo centímetro, contrario a eso, solo obtengo doblar un poco mi uña.
Llego a mi casillero, lo abro y arrojo mis libros. Cierro la puerta y le tiro un puntapié a la lata.
Odio a todo el puto mundo.
—Considera que al menos Loann y Disney están separados. No tendrás que verlos juntos ni intercambiando saliva todo el tiempo.
—Mierda, qué gran noticia. Deberías ser porrista Larry, tus ánimos harían que el mejor equipo se sienta mierda—le enseño el dedo de en medio—. Cierra la boca, por favor.
Sube los hombros.
—Al menos no como ahora.
Giro y encuentro una escena tan vomitiva como la de esta mañana. ¿Puede existir una capacidad de reconciliación más grande que la de ellos? Hace unas horas no se hablaban, ni miraban y ahora ella está apoyada en una columna del pasillo enredando sus brazos en el cuello de Loann y... lo está besando. Giro y exhalo.
Obviamente no lloro, llorar es de perdedores y yo no lo soy.
—¿Quiénes estaban en mi grupo?
Larry emite un largo suspiro y empieza a cantar todos y cada uno de los integrantes de mi penoso grupo.
—George cabeza de plumero, Patrick nariz de tucán, Tania siliconas y Lesly… la desconocida.
Sí, a Larry le encanta llamar a nuestros compañeros por adjetivos hilarantes acerca de sus físicos. Pero eso realmente no importa cuando dentro de todos ellos, un nombre en especial llama mi atención. George cabeza de plumero. Mi eterno fan enamorado. Jamás lo miré a los ojos porque no había nada en él que me gustase, sin embargo, por conseguir mi objetivo yo podría…
—Tengo una pequeña idea, Pinky —digo, intercambiando miradas cómplices. El tipo de miradas que solo tú y una persona que te conoce muy bien saben descifrar.
—A tus ordenes, cerebro —responde él, haciendo un ademán militar.
Por segunda vez, veo a la parejita que ahora se da besos tiernos y tiene arrumacos tontos en medio del pasillo. Loann besa la frente de Lilian y ella tiene una sonrisa tan boba que me provoca golpearla. Los observo fijamente, cual villana de la historia que los vigila y desea su muerte. Pero mis intenciones no son oscuras. Mi único anhelo es ocupar el lugar de Disney. Cambiar esa mirada de odio por una de honesto y auténtico amor. Que Loann se enamore de mí tanto como yo lo estoy de él. Y que la vida no me ayude, pero que tampoco interfiera en mis planes. Pero si es así, yo haré todo lo posible para cambiar sus destinos. Sí que lo haré.