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Noveno Intento

De niña tenía el sueño de entrar a un castillo hecho de caramelo, con paredes recubiertas de chocolate, muebles de galleta, sillones hechos de gomitas comestible y almohadas de algodón de azúcar. A los trece años, mi anhelo era poder estar frente a mi banda favorita, que me abracen, me canten una de sus canciones y quizás me den un beso en la mejilla. Hoy, a mis diecinueve años, mi único y más profundo deseo es tener a Loann Cooper completamente enamorado de mí y pasar todas nuestras tardes encerrados en esta habitación. ¡Esta habitación que estoy pisando justo ahora!

Golpeen mi rostro con un bate.

Aún estoy en el umbral de la puerta, admirando cada parte de esta ordenada y pulcra habitación. El piso es de color gris y de un porcelanato negro, las paredes están pintadas de manera alterna, dos son de color marfil y la que se encuentra tras el respaldo de la cama es de color azul acero.

Y la cama...

Oh, Dios su cama es la mejor parte de todo. Es grande y muy acolchonada. Puedo verlo desde aquí, aunque aún no me atreva a probarla. Y es que, Loann Cooper no es como los usuales chicos que puedes encontrar a lo largo de tu vida. Su habitación no es un montículo de ropa sucia y calzoncillos apestosos en los muebles, no señor.

Él es una mezcla vilmente sexi de todo lo que conlleva ser imperfecto.

Creo que ya lo había dicho antes...

Cierro la puerta tras de mí, camino unos pasos y encuentro una silla justo al lado de un pequeño escritorio color negro, así que dejo la ropa deportiva que me ha entregado su madre sobre esta. No puedo evitar pasar los dedos por el borde de la mesa y notar que Loann ha dejado sus apuntes dispersos. Sonrío, es como ver una parte rebelde de él que se mantiene en secreto.

La echo una ojeada a su cama y tengo la tentación de correr hacia ella, pero dejo lo mejor para el último y abro las puertas de su clóset.

Oh, rayos.

El aroma que emana es fabuloso. Es una mezcla de los perfumes caros que usaba papá y el cítrico lima que tomo por las mañanas. No es un olor dulce ni penetrante, es suave y embriagador. Podría encerrarme aquí y vivir con ese aroma toda mi vida.

Las yemas de mis dedos tocan una de sus camisas, poco a poco mi tacto va tomando más confianza y se atreve a deslizarse sobre la tela de su ropa.

Loann no es un chico muy variante en el tipo de color de ropa que usa. Todas sus camisetas y camisas tienen tonos similares. Noto que le agrada mucho los azules, grises y sus variantes, así como los diferentes tonos de blanco.

Me encanta.

JC solía usar para nuestras fiestas una camisa floreada verde chillón que odiaba con toda mi alma. En cambio, Loann es sobrio y elegante y... ¡Rayos! ¡Ya deja de gustarme tanto!

Una mirada hacia abajo y encuentro cajones bajos las perchas. Subo una ceja y sonrío con malicia, esperando encontrar aquí su ropa más íntima.

Halo de la manija y entiendo a lo que se refería Trina con los orgasmos visuales.

¡Estoy viendo los bóxeres de Loann Cooper!

Mi mano tiembla, no sé si por el profundo y caluroso deseo que estoy sintiendo ahora, o porque probablemente esté tan helada que no tengo fuerza para mantener mi mano firme. Me decido a tomar uno de ellos y lo extiendo frente a mis ojos. Parece ropa recién comprada y lo compruebo cuando encuentro la etiqueta sobre este.

¿Comprando nueva ropa interior, eh?

Sigo hurgando en su cajón, hasta que me topo con algo que no parece pertenecer a Loann Cooper, el genio de la elegancia.

Una zunga aterciopelada con diseños de piel de leopardo resalta chabacana en medio de tanta sobriedad. Me burlo. No puedo imaginarme a Loann usando este tipo de porquerías.

Suelto la prenda en cuanto leo en la etiqueta una frase que se iguala a un golpe en la boca del estómago.

Úsalo para mí.

Atte. Tu Lilian.

Ugh.

La prenda cae al piso y salto sobre esta. En un lapsus de ira doy muchos brincos mientras digo cuanto detesto a Disney y su inocencia barata. Cuando caigo en cuenta de que parezco una loca que necesita su medicación con urgencia, retomo la compostura y recojo la zunga corriente, tan corriente como la dueña.

Tengo la intención de dejarla, pero cuando el bicho de los celos me pica tan fuerte como un cuchillo afilado, decido amarrarme el cabello con esta.

Esto luce mejor en mi cabello que en tu trasero, querido mío. Luego me lo agradecerás.

Podría pasarme todo el día explorando cada centímetro de esta gloriosa habitación, pero no me quiero arriesgar a más. Así que tomo la ropa deportiva de la silla, me quito los tacones rotos y me dirijo hacia la ducha que, probablemente, esté igual de pulcra que todo.

Loann Cooper además de sexi, es preocupado por el aseo.

Y JC.

JC con suerte y se cambiaba de calzoncillo para salir conmigo.

***

La ducha caliente siempre fue la mejor parte del día para mí, pero hacerlo usando el shampoo y gel de baño de Loann es un jodido sueño.

Quiero ver el rostro de Larry cuando le diga que estuve aquí y desnuda. O mejor, quiero ver el rostro de Larry un día cuando le diga que Loann y yo estuvimos desnudos en una ducha.

Si de fantasías hablamos, la mía es simple. Quiero que Loann Cooper me quite la virginidad. Puede que aún eso suene completamente imposible, pero ya tengo varias cosas a mi favor. La intención y mi habitación. Solo falta un pequeño detalle...

Que él quiera tener sexo conmigo.

Con esa idea caliente, envuelvo mi cuerpo en una de sus toallas blancas. Dejo mi cabello un poco mojado y camino a su habitación en busca de una secadora. Es mejor idea cambiarme ahí y descansar unos segundos desnuda sobre sus sábanas grises.

Una locura hecha realidad.

No olvido la zunga aterciopelada y la guardo en uno de los bolsillos del pantalón deportivo. De puntillas, abro la puerta del sanitario y segundos después, toda ropa que llevaba en mis manos cae al suelo.

Aprieto el borde de la toalla sobre mis pechos, intentado que la sorpresa no ocasione que esta caiga y me deje en el mayor de los ridículos. Mis ojos están tan abiertos como dos grandes platos tendidos y de mi boca amenaza con salir un hilo de saliva que trago al instante. Loann no se ha percatado de mi presencia hasta ahora. Está de espaldas y muy cómodo quitándose la camiseta, así que retrocedo un paso para regresar y esconderme tras la puerta. Sin embargo, en cuanto su torso se dobla para bajar sus jeans, mi atención se ve obligada a concentrarse en ese trasero de campeonato que Dios le ha regalado.

Hormonas, no se echen una carrera ahora mismo, por-favor.

Ojos, no miren esa zona.

Boca, mantente en tu lugar y no te desencajes.

Corazón, no me amenaces con salirte de mi pecho. Alto ahí.

Defne, idiota, no te enamores más de él porque ya no se puede. Gracias.

Cuando controlo a esos cinco, reúno todas las fuerzas que tengo y camino hacia la puerta. Luego la cierro delante de mí y me quedo estática por unos segundos. Estoy desnuda en la habitación de Loann con Loann desnudo a escasos metros de distancia. Si algo bueno he hecho esta vida, díganme qué. Nunca creí que esto me pasaría.

Imagino en mi mente un sin fin de posibilidades de que esto acabe bien. Y en todas ellas estoy bajo el cuerpo atlético de Loann besándonos fervientemente. Pero cuando escucho toques en la puerta principal de la habitación, esas ideas empiezan a parecer imposibles. Mi pulso se acelera y detiene cada tres segundos. Muero y revivo a cada instante, este chico llegará a asesinarme.

—¿Todo bien? —oigo preguntar a la señora Vega—. ¿Necesitas algo?

Mierda.

—Eh, mamá. Todo bien.

Doble mierda.

—¿Loann?! ¿Eres tú?

—Sí.

—Hijo, necesito charlar contigo.

—Mamá, iré a ducharme primero —lo escucho decir.

Triple mierda.

—Hijo, ¿está Defne contigo?

Loann no vuelve a responder y un silencio de terror se acentúa en toda la habitación. Creo que hasta ahora solo se escucha los fuertes y rápidos latidos de mi corazón y la respiración iracunda de Loann.

—¿Defne? —mi nombre en sus labios se escucha bello, pero el tono con el que lo ha pronunciado parece nada agradable.

Muero cuando escucho pasos cercanos tras la puerta del baño. Y revivo cuando veo la manija de la puerta moverse. Muero de nuevo cuando esta empieza a girar en una sola dirección.

Mierda elevada a la potencia mil.

***

La manija de la puerta gira en una sola dirección. Mi cerebro reacciona rápido ante la tensión y presiono el seguro de la perilla. Sin embargo, sé que solo me dará unos segundos antes de que Loann pregunte quién está detrás de esta puerta.

No quiero verme como la loca chica que logra escabullirse en todas partes con tal de estar junto a él, pero no puedo evitar que el destino me una a mi chico de hielo.

Acéptalo Loann, somos el uno para el otro bebé.

Estoy de pie, de espaldas a la división de madera que nos separa, con el corazón en su máxima velocidad y las emociones a flor de piel. Debatiéndome entre enfrentarlo o no. Imaginando escenarios positivos de sus reacciones al verme desnuda en su ducha. Pensando en la manera de cómo explicarle

Y entonces, giro.

Mierda, sí.

Lo haré, yo misma abriré esta puerta.

De pronto, su voz como una alerta para mis sentidos, me detiene.

Oh, rayos por qué tienes una voz tan sensual Loann.

—¿Quién está ahí? —pregunta. Y su interrogante se queda sin respuesta por varios segundos.

—¿Defne?

Muerdo mi labio inferior. Oh maldita sea, su boca pronunciando mi nombre es mi perdición. Pero no puedo hablar, temo que no me crea. Temo que piense que estoy tratando de joder su existencia solo por capricho.

Entonces, me decido y vuelvo a presionar el seguro de la perilla. Esta vez para darle absoluto permiso de entrar. La manija vuelve a girar y yo aprieto los ojos junto con las manos en mi pecho. Aún no ideo la forma de explicarle todo y...

Oh, por Dios ¿acaso dejé el cajón de sus calzoncillos abierto?

Mátenme.

La voz de la señora Vega inmunda la habitación. Mi respiración sigue contenida y mis ojos tan abiertos como dos platos tendidos. Annie continúa hablando, no puedo entender lo que dice, pero sí sé que es mi salvación. Loann desiste de abrir la puerta y aprovecho para exhalar. Luego, aún temblorosa, acerco una de mis mejillas a la puerta. Necesito oír lo que están hablando.

—¿Por qué no me lo habías dicho mamá? La chica está ahí, usando mi ducha y yo estuve a punto de irrumpir en ella. Pude haberla asustado —lo escucho decir.

La conversación me resulta tan interesante que ahora pego mi mejilla derecha para tener una mejor audición.

—Todo ocurrió esta tarde y acabas de llegar a casa. Por Dios, llegué justo a tiempo, qué bochornoso hubiera sido para la pobre muchacha.

Bueno...

Que Loann me vea desnuda está dentro de mi lista de sueños imposibles. Pero la señora Vega no debe saber que sueño con escenas no aptas para niños con su hijo.

—¿Cómo dijiste que se llamaba?

—Defne —responde la señora Vega. Llevo un puño a mi boca, temiendo por lo que Loann está a punto decir. Me preparo para sus frases hirientes y trato de endurecer mi corazón. Probablemente él quiera echarme de su casa cuando sepa mi identidad.

—¿Cómo es ella? —pregunta.

La voz de Annie se escucha lejana, pero sí sé que ella está describiéndome físicamente.

Oh, genial ¿cuántas Defnes rubias hay en esta ciudad?

—Mamá, me refiero a su personalidad —el tono de su voz se oye pesado.

—Es un plus que sea linda, ¿no lo crees?

—Mamá...

—Salvó a tu hermana, ¿te dice algo eso, pequeño gruñón? Joder, eres igual que tu padre, niño.

Primera nota: A Loann también lo regaña su madre.

—Dijiste que salvó a Liana de unas chiquillas en el parque y que sufrió algunos golpes. Quiere decir que esta tal Defne es una chica noble y de buen corazón. No es superficial y eso descarta a algunas personas que tengo en mente.

Auch.

—Es una rubia encantadora. Liana congenió muy rápido con ella.

—¿Te dijo su apellido?

¿Dije mi apellido?

Mi puño vuelve a mi boca. En cualquier momento moriré de arritmia y eso solo será causa de Loann Cooper.

—No, ¿por qué?

Gracias Santo Patrón de las almas estúpidas como la mía.

—Porque creí que...

Y pierdo la ilación de la conversación. Justo en el momento preciso que debí oír todo el mundo colapsa frente a mí con el sonido de un móvil en la habitación. Probablemente el de Loann y, quien llama, la estúpida cucarachita que tiene como novia. La detesto, yo realmente lo hago...

Recuerda Defne: Ser amable, linda y generosa.

Desearle a Disney que le caiga un camión de vacas no es ser linda, menos amable y definitivamente no es generoso.

—Bien, quizás crea que he querido irrumpir adrede —alcanzo a oír.

Escucho la voz de su madre despedirse y cerrar la puerta. Con seguridad estoy sola en la habitación, pero no hay forma de que pueda comprobarlo. El valor de hace unos minutos se ha difuminado completamente. Y una parte de mí se siente agradecida de que Loann crea que soy otra persona.

Exhalo y deslizo mi espalda en la pared hasta llegar al piso. Pego las rodillas a mi pecho y me quedo pensativa por uno segundos. Sin embargo, la voz de Loann vuelve a romper la serenidad de mi corazón.

Pronuncia mi nombre y luego da un par de toques a la puerta.

—Hola, soy Loann el hermano mayor de Liana, bueno... yo... disculpa. No quise asustarte.

Me quedo en silencio. No puedo siquiera abrir la boca.

—¿Hola?

Muerdo una de mis uñas acrílicas y esta se rompe. Ni siquiera me preocupo por eso, mi mente y cuerpo solo piensan en la voz amable y tierna de Loann.

Diez segundos después, me percato que aún no he emitido una palabra, así que trato de generar una voz diferente para no ser reconocida. Aunque probablemente Loann no sepa el tono ni la agudez de mi voz. Me preocupo demasiado por los detalles que él pueda recordar de mí.

—No hay problema —digo en una voz grave y horrenda. Sueno como Bruce a punto de convertirse en Hulk.

—Genial.

Y escucho su risa. Grave y un poco ronca. Uhmm, música para mis oídos.

—También quiero agradecerte por lo que hiciste en el parque. Te debo una.

Una sonrisa de genuina felicidad se forma en mi redondo y mofletudo rostro.

—No tienes que agradecer —pronuncio con voz fingida—. Tu hermana es una niña muy dulce. Cualquier persona hubiera hecho lo mismo que yo.

—No cualquiera, presiento que solo las que poseen un alma noble. Tú tienes un alma noble y es bueno conocer gente así, ¿sabes?

Me derrito. Juro que me derrito como mantequilla en pan tostado. Me coloco de pie frente a la puerta. Extiendo mis brazos y pego todo mi cuerpo a esta. Me encantaría que esta madera fuera el pecho de Loann. Amaría acurrucarme entre sus brazos.

—¿Defne? ¿Sigues ahí?

Oye, muñeca, te amo, pero... ¡No has respondido, tonta!

—La gente buena algunas veces está camuflada bajo las demandas de este mundo —digo filosóficamente.

—Concuerdo un poco, pero prefiero la gente honesta que hace el bien sin importar los prejuicios o cambios en la sociedad.

—Enjuiciar a esa gente también es ser prejuicioso.

Hay un silencio.

—Tienes mucha razón—oigo un suspiro que me deja sin aliento.

Dos segundos después su móvil vuelve a sonar. Se disculpa e, intuyo, contesta la llamada. No me hace falta pegar nuevamente mi mejilla a la puerta para oír que es Lilian quien ha interrumpido nuestra conversación. Solo me basta escuchar la palabra “mi amor” para que mis ilusiones se resquebrajen como un vaso de cristal.

Ahora soy yo quien suspiro, pero de abatimiento. Minutos después, la voz de Loann vuelve a activar las esperanzas como una descarga eléctrica.

—Debo irme, Defne. Es un gusto haberte conocido, bueno… espero ver tu rostro en otra oportunidad. Quisiera agradecerte frente a frente.

—No hay de qué —digo bajito.

—Tu ropa está aquí afuera, supongo que eso te impide salir — ríe.

Oh, estúpido, ya deja de reír.

—Acertaste.

—Espero verte pronto. Me agrada saber que aún existan chicas como tú.

Pasan segundos y largos minutos. Ni siquiera sé cuánto tiempo estuve con una sonrisa boba dentro del baño de Loann Cooper. Solo sé que he tomado el rumbo adecuado de mi historia. De nuestra historia.

***

—Dime una cosa ¿te lo follaste?

—¡No!

—¡No me mientas, sucia!

Blanqueo los ojos y cierro de un tirón la puerta de mi casillero. Camino por el pasillo mientras tengo a un muy alterado Larry cuestionando acerca de mi posible pérdida de virginidad. Es para mí un poco indignante que él crea que está siendo timado acerca de mi nula experiencia sexual. Larry no puede comprender como pasé un mes sin quitarme el brasier y las bragas frente a JC. Y eso me pone histérica, digo, Larry endiosa demasiado a ese renacuajo de fango.

—Estás siendo una verruga en el trasero, justo ahora —le informo.

Larry exhala, coloca un brazo tras mi espalda y deja su mentón en mi hombro. Caminamos así por todo el pasillo hacia la cafetería.

—Perdona, rubia. Comprende que JC es como tu Zac Efron a los doce años. Y es difícil para mí saber que lo tuviste en bandeja de plata y no probaste nada de ese platillo.

Ugh.

— JC no es ningún súper hombre. Es un idiota. Esparce rumores de nuestra pequeña relación. No deberías siquiera pensar en él como un amor platónico. Además, es hetero y eso lo sabes muy bien.

Sus ojos se estrechan.

—Eso me dolió ¿sabes? —dice con una mano en el pecho.

—Es la verdad, muñeco.

Larry hace un mohín y luego camina como un niño ofendido a mi lado. Quiero mucho a mi amigo, pero sus esperanzas con JC deberían esfumarse como polvo en viento.

Mientras recibo mi orden de comida frente al mostrador de alimentos, él me espera ceñudo en una de las mesas. Cuando avanzo dos pasos hacia él, me topo con Lesly, la prima de Lilian, ella me saluda enérgicamente y hace que una de mis manzanas caiga al piso. Podría haberme enfadado un poco por eso, pero la nueva Defne es amable y generosa.

—Perdona —dice entregándome la manzana—. ¿Cómo está el pequeño?

—Lo tengo en casa. Mamá y yo lo cuidamos. Aún no decido qué nombre ponerle.

—Puedo darte unas ideas, las buscaré hoy por internet —sugiere.

—Genial, me sería de gran ayuda.

Lesly lleva una mano hacia su cabeza y rasca la punta de su cabellera. Se ve un poco ansiosa, me atrevo a decir que hasta nerviosa.

—¿Podría preguntarte algo?

—Claro.

—¿Larry y tú son... novios? —sus mejillas se encienden mientras mi ceño se frunce. Me inclino hacia atrás completamente sorprendida por su pregunta.

—Claro que no —suelto una risa relajada—. Él y yo somos muy buenos amigos.

—¿Es eso posible?

Subo una ceja.

—¿Qué es posible?

—Que tú puedas ser solo amiga de alguien tan guapo como Larry, porque en definitiva yo no podría —su mirada cae en mi amigo, y es una tan soñadora y boba que la reconozco al instante.

En mí.

—Bueno, Larry es lindo, pero a él no le intereso.

—Eso no puede ser verdad, a menos que Larry tenga un problema ocular.

Bueno Loann lo tiene...

—Me refiero a que no soy el tipo de Larry. Lo sabes, ¿no? — inquiero. No quiero ser yo quien rompa la burbuja de amor de Lesly, pero es muy obvio que no puedo alimentar algo que no tiene posibilidad de concretarse.

—No me digas que....

Asiento.

—¿Es casado?

Bufo.

—Larry es gay —aclaro.

Lesly parpadea rápidamente y retrocede un paso. Espero que no sea del tipo de personas que se escandaliza con estos temas de hoy en día, sin embargo, no es molestia lo que capto en ella, sino una completa desilusión y desesperanza. Me rompe el corazón ver su rostro abatido.

—¿Larry te gusta?

Sus mejillas se vuelven dos esferas rojas, pero no niega mi pregunta, lo que me hace comprobar que estoy en lo cierto. Aquí tenemos una emergencia de amores en toda su magnitud.

—¿Te doy un consejo?

Esta vez ella asiente.

—Inténtalo —pronuncio.

Seguido de esto le doy una palmadita en el hombro y continúo mi camino hacia la mesa. Sin saber que con esa sola esperanza he de desatar otra pequeña historia de obsesiones.

***

El pasillo hacia mi siguiente clase está tan vacío y tenebroso como los típicos pasadizos que se muestran en las películas de terror. Me cuesta entender cómo es que los alumnos han logrado entrar a sus aulas, si hasta hace unos segundos sonaba la alarma que indica la finalización del tiempo libre. De repente siento frío, así que froto mis brazos para mantener el calor corporal. A medida que doy un paso, siento que mi destino sigue igual de lejos que al inicio.

¿Cuándo creció tanto la universidad?

Dos minutos después, logro llegar a mi aula, en donde me llevo la segunda sorpresa de la tarde. La habitación está vacía.

Dejo mi bolso en mi lugar estratégico de siempre. Tomo asiento y decido revisar algunos mensajes en mi móvil, pero está fuera de línea. Frunzo el ceño, es extraño que no haya buena cobertura aquí. Nunca tuve problemas para conectarme a mis redes sociales.

Me coloco de pie y camino hacia la ventana. A través de la persiana, puedo ver a todos los estudiantes estar alentando al equipo de fútbol de la universidad. Un suspiro escapa de mis labios, una parte de mí se tranquiliza al ver un poco de alumnado. Intento por segunda vez hacer una llamada, pero no tengo éxito. Mi móvil literalmente está muerto.

Vuelvo a observar por la ventana, para así lograr entretenerme un poco hasta que llegue el profesor o algún compañero, pero me llevo la tercera sorpresa. La multitud ha desaparecido. Me muevo hacia la siguiente ventana, justo donde no hay una persiana que me impida tener una mejor visión y me inclino sobre el borde de esta. Todos se han esfumado como polvo en el aire.

¿A dónde han ido?

Bien, empiezo a asustarme.

Unos pasos detrás de mí hacen que gire al instante. Me llevo la cuarta sorpresa del día cuando veo a Loann Cooper parado en el umbral de la puerta. Está inclinado en el marco lateral y su brazo está extendido hasta el otro extremo. Es el clásico retrato de chico malo acechando virginidades. Trago saliva, espero que quiera la mía.

Nos miramos por varios segundos. Me es difícil darle una de esas increíbles miradas retadoras cuando siento mis labios y piernas temblar. Hoy está tan mágicamente guapo que es casi como una luz que me deja ciega. Loann Cooper nubla mis sentidos y entorpece mis pensamientos. Y eso me asusta tanto que me hace temblar.

Él es el primer en romper el contacto visual para...

Caminar hacia mí.

Ahora contengo un poco la respiración. Estar sola con Loann Cooper siempre fue uno de mis más grandes sueños, pero siento miedo. No hay nadie en los pasillos, ni en el campus y al parecer en la universidad entera. Él se acerca con gracia y garbo hacia mí, toma asiento en el lugar donde suele estar siempre y me da una sonrisa de lado.

¿Qué?

Estoy solo a escasos metros de él y doy gracias por eso. No quisiera que fuera testigo de cómo mi calentura corporal ha subido varios grados de un tirón. El muchacho no ha pronunciado palabra alguna y ya ha ocasionado una revolución de hormonas en los lugares más íntimos de mi cuerpo.

Lo veo frotarse los hombros como si experimentara algo de frío. Emite un pequeño resoplido mezclado con un gruñido que provoca que mis pensamientos viajen unas cuantas millas lejos de este terreno. Le atribuyo mi bochorno a las conversaciones sexuales que JC suele tener con sus amigos frente a mí.

Mis pensamientos se rompen cuando encuentro a Loann de pie, junto a mí y mirándome tan fijamente que me traspasa. Sus ojos azules son como las esferas que mamá cuelga en el árbol navideño y brillan tanto con la luz de la luna. Sus labios son carnosos y bastante rosados y Dios... ese pequeño lunar marrón en su mejilla debe ser la mejor parte de su rostro.

Mis ojos se abren como dos platos tendidos cuando su cuerpo se inclina hacia el mío. Mis manos se aprietan con la pared y mi espalda contra la persiana. Inhalo.

—¿Me permites? —dice con voz ronca.

Parpadeo un poco, tengo los labios semiabiertos.

—¿Qué?

—Hace un poco de frío —exhala y su aliento fresco choca con una de mis mejillas—. Quiero cerrar las persianas.

Asiento y me muevo solo unos pasos hacia la derecha, Loann se adelanta y se siente cómodo con el pequeño espacio que le otorgué ya que hala de la cuerda para lograr su cometido, sin embargo, ahora nuestra distancia se ha reducido mucho más. La mitad de mi cuerpo está atrapada entre su bien formado pecho y una de mis piernas está en el espacio de las suyas. Sobre mi muslo siento una presión que sé muy bien lo que es. No soy tonta y sé que está ocurriendo con él por la forma en cómo lo siento.

Loann Cooper excitado por estar muy cerca de mí, ¿quién lo diría?

—Qué extraño, he percibido ese aroma ... —dice.

—¿Qué?

Su cuerpo se recuesta en la carpeta de atrás. Cruza los brazos sobre su pecho y me mira fijo, luego inclina la cabeza hacia un costado. Continúa examinándome, yo no me muevo. Me gusta tener toda su atención.

—Tu perfume... ¿puedo? — Ni siquiera tengo tiempo de responder, sus brazos chocan con el vidrio de la ventana y acerca su nariz a mi cuello. Continúo sin moverme, pero debería hacer algo al respecto.

—¿Qué haces? —digo e intento con todas mis fuerzas que mi voz no suene temblorosa.

No responde.

Su nariz sigue viajando a través de mi cuello y luego hacia mi hombro. Sino estuviera tan idiotizada juraría que he sentido sus labios sobre mi piel.

—Loann, te hice una pregunta.

Sí, Defne. Muestra que él no puede...

Una de sus manos se poza en mi cintura, con un poco de fuerza logra atraer mi cuerpo hacia él.

—¿Crees que soy un tonto, Defne? —su pierna continúa rozando partes sensibles de mi cuerpo, no obstante, no puedo concentrarme en la sensación cuando tengo su rostro a tan solo un beso de mí.

—No sé a qué te refieres —titubeo.

¡No titubees, idiota!

—Sé que estuviste el viernes en mi habitación, sé que husmeaste en mi ropa, sé que usaste mi toalla para cubrir tu... —me dedica una mirada de abajo hacia arriba— cuerpo.

—No, claro que no —niego, sin un toque de firmeza.

Mierda, no sé qué decir.

—Lo acabo de comprobar con el aroma de tu perfume, es el mismo que sentí en mi habitación —continúa mirándome desafiante, pero yo no puedo. Solo quiero mi rostro cerca un par de centímetros más. Deseo besar esos labios justo ahora. Por favor.

—Ayudé a tu hermana, tu madre solo fue agradecida conmigo —confieso.

—¿Crees que estoy molesto?

—No me importaría ni un poco.

Ríe mientras niega con la cabeza.

—Sé que te importo más de lo que demuestras.

Mis defensas se ven un poco bajas. Nuevamente mis labios empiezan a temblar.

—¿Te gusto? —pregunta finalmente—. ¿Quieres que te ame aún más que a Disney?

Mierda, qué directo.

—Genial, aparte de idiota eres engreído.

—Responde —siento su entrepierna sobre mi muslo. Trago saliva. Odio que se sienta tan bien.

—¿Intentas sorprenderme? —inquiero, mientras subo una ceja.

—¿Lo estás? —muerde su labio inferior con ligereza. Solo la cercanía de nuestros rostros me permite captar ese hermoso gesto.

—Ni un poco. Tuve mejores —miento.

Jamás he visto uno en mi vida.

—Bien, veamos si esto sacia un poco tu sed de mí— dice con voz tan ronca que se asemeja casi a un gruñido.

Una de sus manos se posa en la parte trasera de mi cuello, solo hace falta un pequeño empuje para que mis labios se unan a los suyos. Al inicio mis ojos quedan abiertos por la impresión, sin embargo, en cuanto siento su lengua rozar el borde de mi labio superior estos se cierran. Mis manos se dirigen con avidez hacia su cabello, tomo entre mis dedos las hebras de este y tiro de ellas hacia arriba. Es tan sedoso y suave que me vuelve loca. Tan loca como saber que estoy besándolo nuevamente. Nuestras bocas se unen una y otra vez, nuestros dientes chocan de vez en cuando por la desesperación. Es un beso torpe, pero apasionado. Me gusta cómo sus manos viajan por mi espalda y luego a mi abdomen para hacer círculos sobre este. Suspiros y jadeos escapan de mi garganta sin aviso y risas burlona de él en muestra de su orgullo.

Soy tonta. No debería estar haciendo esto, él aún no me ama.

Quiero alejarlo, pero no puedo. No cuando él mismo toma distancia solo por uno segundos, me toma de la cintura y lleva mi cuerpo hasta la carpeta del profesor River. Mi trasero duele un poco cuando choca contra la madera, pero no me opongo. Ahora estoy sentada frente a un transpirado Loann, su pecho sube y baja y noto en sus ojos un brillo que está a punto de convertirse en fuego.

—Esta es la carpeta del profesor River —susurro.

—¿Y eso qué? Siempre odié al profesor River, ¿tú no?

Asiento y él vuelve a besarme fervientemente. Sus labios cada vez son más bruscos sobre mi piel. Su lengua cada vez más inquieta sobre mi cuello. Sus manos más viajeras y deseosas de explorar otras partes de mi cuerpo. Primero llegan a mi sujetador y luego siento sus manos sobre mis pechos. Abro los labios al instante, quiero que siga, pero cuando llega justo al borde mis jeans, lo detengo. Siempre soñé que el fuera el primero, pero esto es tan confuso que me hace dudar.

—Nunca he tenido sexo —confieso.

Su ceño se frunce.

Muerde su labio inferior de manera evidente y clara.

Por las barbas de mi abuela Verónica, qué sexy es.

Loann no dice comentario alguno de mi confesión solo sonríe y empieza a desabrochar lentamente dos botones de mi jean. Mi respiración se acelera, bien no sé lo que hará, pero a la vez sí. Es decir, mierda se lo que intenta y tengo miedo, pero a la vez quiero que lo haga.

Sus labios rozan primero mi abdomen y se centran uno segundos en la cavidad de mi ombligo. Su lengua dibuja círculos cerca al borde mis jeans y luego deposita pequeños besos en la abertura que ha dejado mis botones desabrochados. Está muy cerca de tocar mi ropa interior. Cierro los ojos cuando sus manos desabrochan el tercer botón.

Rayos, por qué justo hoy decidí usar un jean con tres botones.

Sus labios han llegado a mi ropa interior y sus manos saben que debe quitar la fina tela para hacer lo que su lengua está decidida a hacer. Trago saliva y no sé cuántas veces lo he hecho, jadeo y llevo mis manos hacia su suave cabello. Hago puños sobre su cabeza, él está a punto de hacerlo y tengo mucha vergüenza, pero se esfuma por el placer. Casi lo experimento, casi siento cómo está a punto de llegar, puedo oír ya mis gemidos, y...

Grito/gimo.

Cuando vuelvo a abrir los ojos el panorama cambia completamente. No estoy sobre el escritorio del profesor River y Loann no está frente a mí. Estoy en biblioteca y todos están mirándome raro por gritillo que he lanzado.

When she was Obsessed

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