Читать книгу When she was Obsessed - Valeria Armas - Страница 6
ОглавлениеPrimer Intento
Defne
Cuando termino, mis manos aferradas a los pinceles deshacen su agarre. Estos caen al piso y rebotan un par de veces hasta que el sonido se apaga. Mi mirada deambula por cada pincelada que acabo de dejar sobre el lienzo. La pintura está fresca y tiene un olor característico que aspiro. Me gusta el olor de la pintura, aunque suene extraño para algunas personas, a mí me trae buenos recuerdos.
Pintar es una de las actividades que más amo. Pocas personas lo saben, solo mi mejor amigo, mi madre y una vez el padre que un día me abandonó. Pero esa es otra historia.
Mi obra de arte se ve bien, lo suficiente para entrar en una galería y mostrársela a todo el mundo, pero no puedo exponerla de esa manera. Si lo hago, estaría exhibiéndome a mí misma, incluyendo mis sentimientos más tontos.
Me gusta un chico, un chico que no está dentro de mi línea de conquistas, un chico que no está dentro de mi radar, ni posibilidades. Un chico imposible. Un chico cuyo rostro que acabo de pintar.
No es algo perturbador, ni bizarro, pero si tenemos en cuenta la cantidad de veces que he tratado de ignorar mis sentimientos hacia él, diría que es penoso. Estoy muy segura de que, si mi mejor amigo se entera de esto, me abofetearía hasta cansarse no sin antes enseñarme el dedo de en medio y gritarme lo idiota que soy.
“Deja las drogas, rubia. Él tiene novia”.
Sí, esa sería la primera frase que Larry diría si ve el retrato que le hice a “N.T.L.T”.
N.T. L.T., es el código que utilizo para llamar al chico que me encanta. El resumen de: No te lo tirarás, frase motivadora que utiliza Larry todas las mañanas, exactamente en el momento que nos cruzamos con él. Con Loann Cooper.
Él es una mezcla vilmente dulce de todo lo que conlleva ser imperfecto. No es un chico común y corriente al cual le puedo llamar lindo, no. No puedo definirlo como un tipo malo y egocéntrico porque, definitivamente, él es diferente. Posee la inteligencia de Albert Einstein y el atractivo de un modelo de revista. Y, como todos, tiene defectos. Uno de ellos, y el más terrible, es su pésimo tacto para decir las cosas además de la frialdad con la que emite cada palabra que sale de sus divinos labios. Todo eso lo transforman en alguien insoportable para muchos, pero para mí es un trago de vida.
Sonrío.
Por primera vez en mucho tiempo, he dejado mi vacío círculo de amigos para hacer lo que en verdad me agrada. He sacrificado la mejor fiesta de bienvenida a clases, solo para dedicarme toda la tarde a pintar el rostro del chico que me gusta. Y eso me encanta.
Ahora me pregunto si este semestre… bueno, en realidad me preocupa qué tanto tendré que hacer para que él me mire de la forma en que quiero porque, vaya, esta vez voy a hacer que esté en mi radar.
Me lo he jurado.
***
Hola último semestre.
Sí, el año termina y eso solo puede significar dos cosas:
1) Loann se gradúa.
2) Solo tengo este ciclo para conquistarlo.
¡No puedo permitirlo!
Cierro mi casillero con fuerza y respiro profundo, puedo sentir el aroma de su colonia muy cerca de mí. Una mezcla irresistible de cítricos y vainilla. Mantengo los ojos cerrados, tratando de grabarme ese embriagador aroma en la cabeza, y me imagino lo deleitante que sería poder acercar mi nariz hacia su cuello.
Alguien interrumpe mi trance de la manera más abrupta posible. Unas manos sobre mis ojos hacen que mi corazón de un vuelco.
—Rubia, ¿quién soy?
Tuerzo los labios.
—Eres el maldito semental de la escuela.
Escucho la rasposa risa de Larry.
—Estuviste cerca, aunque me hubiera encantado que añadieras: maldito sexy semental.
Larry se confesó gay desde hace mucho tiempo, pero aún no ha tenido una relación amorosa. Alega que aún no encuentra al indicado, aunque yo sé que tiene otros motivos.
Antes de saber la verdad, fuimos novios en la escuela. Solo un par de semanas hasta que nos dimos cuenta que nuestra relación no iba por buen camino, así que decidimos quedar como buenos amigos, pero pronto nos convertimos en los mejores. Un año después, él me confesó que le gustaban los chicos. A pesar de que antes creía en su heterosexualidad, nunca lo cuestioné, ni quise indagar sobre ese tema. Y él siempre me lo ha agradecido. A Larry no le gusta dar explicaciones y menos a su familia. Creo que por eso soy su mejor y única confidente.
Larry habla sobre los por mayores y por menores de la fiesta en la playa, el chismorreo es intenso hasta que mis ojos se centran en una imagen tras su espalda. Mi amigo lo nota y, en cuanto gira para ver de qué se trata, hace un gesto de cansancio total. Gira hacia mí y resopla.
—Olvídalo, ya tiene dueña —me regaña.
No les quito la mirada. Estoy decidida este semestre a que Loann sea mío. Quiero que sus perfectos ojos azules me miren.
—No veo que use cadena.
Larry toma mi rostro entre ambas manos y me hace mirarlo.
—¡Enfócate!
—Estoy muy enfocada este semestre.
—Enfócate en salvar los cursos —me recuerda—. No te fue muy bien en el primer semestre, rubia. Cooper está bueno, pero él no te salvará del recorte de tu padre.
Papá me obligó a estudiar Medicina porque fue su sueño frustrado. Sin embargo, a mí no me interesa nada de la carrera. Odio la sangre, no tengo espíritu de servicio y no puedo estar cerca de una persona herida porque entro en pánico y quiero salir huyendo de la habitación. Claramente, esta no es mi vocación, pero no puedo renunciar porque que mi padre es quien paga la mayoría de mis gastos. Además, significaría renunciar a ver a Loann y no quiero eso. No tengo más remedio que seguir.
—Dale.
—No digas “dale”, hazlo.
—Tomaré el taller con River este ciclo —miro hacia un costado para tapar mi mentira, sé que Larry no lo creerá.
—Teníamos taller opcional y… ¡¿Decidiste elegir el de último ciclo?! ¿Con River? ¿Con el viejo Hitler?
Aprieto los dientes.
—¡Sí!
—Estás de coña, rubia —me regaña—. Lo hiciste por Cooper, no me trates de imbécil. No puedo creer lo que has hecho. Acabas de inscribirte en un taller de servicio social cuando tú eres la menos indicada para hacerlo. ¿Recuerdas el taller de primer semestre?
Niego repetidas veces.
—No le quisiste dar respiración boca a boca a Juan King.
—Juan King tenía los dientes amarillos y apestaba a cebolla —reniego.
—Y eso qué mierda importa —Larry se desespera un poco mientras lo dice—. ¡No esperes que alguien se ahogue después de un barniz de flúor! Es decir que ¿si alguien está a punto de morir lo primero que le preguntarás es si le apesta la boca o no?
Lo pienso por un momento. Sacudo la cabeza.
—Lo hice porque tiene buenos créditos y me servirá para inflar el ponderado. Solo eso, créeme.
No lo hará, no es estúpido.
—No veas la cara de tonto —respira profundo—. Bien, escuché que River es un hijo de puta calificando, pero también escuché que sus talleres son muy “autoconclusivos y humanitarios”, así que probablemente vayamos a hacer servicio comunitario. No está mal para mí siempre y cuando no vayamos al asilo de ancianos, no es que odie a los ancianos, pero no quiero a alguien como mi abuelo paterno. No quiero que me obliguen a quitarme una pañoleta porque cree que es de “maricones”. Puaj.
—¿Vayamos? —pregunto, enternecida.
No quiero ahondar en el tema del abuelo ex militar de Larry. No me gusta hacerle recordar esa parte de su vida, a pesar de que él siempre lo menciona en sus chistes agrios.
—Me inscribiré.
Doy un paso hacia él.
—No me toques, solo lo hago para vigilarte. Este semestre pareces más loca de lo normal.
—Solo tengo este ciclo y todo terminará.
—¿Y?
—Enloquezco —resalto.
—Métete a un manicomio y asunto solucionado.
Golpeo su hombro. Regreso la mirada hacia el dueño de mis desvelos y ahora una horrible figura opaca su esculpido y bello cuerpo. Lilian Disney envuelve sus delgaduchos brazos alrededor de su cuello mientras él, apoyado en una de las paredes, responde a sus caricias con una sonrisa tan resplandeciente que me produce nauseas.
Larry vuelve a girar y esta vez se queda observando junto a mí la ridícula escena.
—¿Qué puedo decirte? —los señala—. Son la expresión viva del amor. ¿Cuánto tiempo llevan juntos? ¿La vida entera?
—Tres años —digo, como un robot.
—Eso es mucho tiempo para ser universitarios. Ya sabes, después de que el sexo se vuelve algo cotidiano todos terminan.
—¿Crees que es más atractiva que yo? —pregunto sin dejar de verlos.
Siento la mirada de Larry en mi perfil. Coloca las manos en mis hombros para hacerme reaccionar.
—Eres hermosa, Defne. Tienes a toda la universidad a tus pies. Incluso el chico que me gusta muere por ti, pero eso no importa. El punto es que no necesitas a ese tipo en tu vida. Sabes a la perfección que a él no le agradas. No entiendo tu masoquismo, mujer. Loann Cooper no es digno de pertenecer a nuestro círculo. Es guapo y todo lo que quieras, pero cree que está encima de nosotros. ¿No recuerdas cómo me ridiculizó en la escuela? Cree ser un genio, pero no lo es. Es un idiota.
—¿Piensas que yo pueda gustarle?
—¡¿Acaso no has escuchado toda la mierda que he dicho de él?! —chilla desesperado.
—Responde —mascullo.
—No.
Subo una ceja.
—Te voy a demostrar que sí.
Doy un par de pasos decidida hacia ellos, pero Larry me detiene.
—¿A dónde crees que vas? ¿Vas a pelearte con él como siempre? ¿Vas a comportarte como una niña de 5 años que le hace la vida imposible al niño que le gusta y le demuestra su amor a través de golpes?
Suspiro.
—No, esta vez voy a cambiar de táctica —le aseguro.
Me zafo de su agarre y continuó con pasos seguros hacia la “feliz pareja”. Por dentro estoy muy acojonada, pero intento que ese miedo se opaque con mi belleza. Sin embargo, con Loann es diferente. A él no le gusto como a todos los chicos de la facultad.
Lo confirmo en cuanto me ve. Su mirada va de abajo hacia arriba y su sonrisa se transforma en una línea recta. Ni mis piernas largas y la minifalda que llevo puesta lo desestabilizan, sigue firme y con la mirada severa. Me duele, pero no me lastima. No me conoce, es todo.
Me coloco frente a ellos, Loann es el primero en hablar.
—¿Ocurre algo?
Me encanta su voz, Dios, me fascina, pero eso no hace que demuestre lo que siento por él. Soy buena fingiendo que Loann no me interesa desde hace muchos años.
—Me debes algo.
Por el rabillo del ojo veo a Loann, no se nota muy cómodo con mi primera acción. Disney, por su parte, intenta disimular que le caigo bien. Toma la mano de Loann y con la otra acomoda los cabellos de su frente.
Me cae mal, porque… no voy a hacerte nada, niña tonta.
—No te debo nada, Defne.
—¿Sabes qué es lo que más molesta de todo? —la interrumpo.
Loann cruza los brazos sobre su pecho.
Que tu novio no sea mi novio.
—Eh… ¿no? —responde ella.
—Que en mi siguiente clase realmente necesité ese marcador. Busqué durante cinco minutos en mi bolso, lo que significa que perdí valioso tiempo de mi examen de iniciación. No pude finalizar las últimas dos preguntas.
Sonará estúpido, pero es el único tema de conversación que tengo con Disney.
—Mañana te lo devolveré —dice ella.
—¿Mañana? ¿Por qué?
—Lo perdí.
—Genial —miro hacia un costado y finjo estar a punto de enfurecerme—. Así que lo perdiste. ¿Sabes lo que significa eso? ¿Sabes cuánto valía ese marcador, niña?
—¿Un dólar? —me cuestiona Loann, agrio y mal intencionado.
—No estoy hablando contigo —reniego—. Era el marcador más fino que podía existir. Era la réplica de la pluma que usó la reina Isabel de Inglaterra para firmar su supremacía eterna en el trono. Algo que nunca hubieses tenido en tus manos, así que devuélvemelo. Ahora —extiendo una mano.
—Qué tontería —farfulla Loann—. Eso ni siquiera existe.
—Acabo de decirte que no estoy hablando contigo—planto los ojos en Lilian—. Disney, el marcador ahora mismo o...
—¿O qué? —vuelve a intervenir él.
—O ella tendrá que pagar un precio.
—¿Quieres dinero? ¿Por un marcador? Es sumamente ridículo.
—Dinero no, pero puedes darme una pequeña compensación. Algo muy mínimo comparado a lo que valía ese marcador —miro mis uñas y luego acomodo mi cabello rubio hacia un costado.
—Dale, lo que sea, pero deja este tema tan tonto y estemos en paz—dice Disney.
Siento el impulso de valentía extenderse desde mis pies hasta la cabeza. Tengo ganas de detenerme con una bofetada, pero es imposible, Loann es terriblemente irresistible para mí. Él es como tener un pote de helado frente a mis narices, derritiéndose lentamente y pidiéndome que lo pruebe. Pero también significa una manzana prohibida y venenosa.
Me debato entre hacerlo o no por unos segundos y, cuando la voz buena en mi cabeza me ordena que desista, retrocedo un paso dispuesta a irme sin decir una palabra más. Es la sonrisa triunfante y malévola de Lilian escondida tras esas gafas negras y una gran medida ocular, la que vuelve a encender mi llama. Esta vez nadie la apagará.
Tomo a Loann del cuello de su camisa y lo acerco a mí. Me mira con sorpresa y le sonrío de forma coqueta. Por uno segundos su mirada se dirige a mis labios. Basta esa sola motivación para que sin pensarlo dos veces...
Empiece a besarlo.
Vaya, y sí que lo beso con todas mis fuerzas.